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Romper con la imagen de madre y mujer perfecta

Al acercarse el Día de la Madre, Viviana Sosman nos propone en esta columna y en la siguiente revisar conductas.

05 de Mayo de 2009 | 12:55 |
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La madre de hoy es una mujer con vida propia, autónoma y eficiente.

La maternidad es uno más de sus múltiples aspectos; también es profesional y trabajadora y se encuentra en constante interacción con otros, es una importante actora social.

Tiene conciencia de sus derechos, tanto emocionales como sexuales y laborales. Aspira a una relación de pareja en la que se valoren las diferencias y exista una distribución de las tareas.

Para poder enfrentar estos temas días, conviene tener presente algunas cosas:

La madre perfecta no existe: Las madres necesitamos hacernos cargo de nuestra condición humana, limitada e imperfecta. Si seguimos aspirando a la excelencia estamos fritas. Pretender hacerlo todo bien, es un anhelo imposible. Somos incompletas tenemos grietas y fallas. Nos equivocamos, nos confundimos, no tenemos todo claro y esa es nuestra realidad.

Existen en nuestra mente una serie de representaciones, imágenes y valores, incorporados desde la niñez, acerca del tipo de madres que deberíamos ser. En general, esta es una madre idealizada y omnipotente, que puede con todo. Esta creencia puede trasformarse en un juez interno muy exigente y cruel. El reto es hacerlo lo mejor posible de acuerdo a nuestra manera de ser y circunstancias actuales.

La familia y los hijos son una permanente creación: Si la mamá no se permite cometer errores y está siempre sintiendo que tiene que hacer las cosas de manera óptima, sin permitir equivocaciones ni en ella, ni en sus hijos y pareja, crea una tremenda exigencia al interior de la familia.

Algunas, madres, padres e hijos se sienten muy culpables por no estar cumpliendo con los ideales sociales de sus respectivos roles. Creen que tienen que cumplir con patrones de excelencia, y eso genera mucha frustración y angustia. Tenemos que trabajar para ir definiendo desde lo interno lo que significa ser una buena madre, padre o hijo. Los parámetros tienen que irse construyendo desde adentro. En estos tiempos no es posible calzar en un formato, hay muchas maneras de hacer familia, cada una tiene su estilo y ritmo propio. Las relaciones están en permanente reconfiguración, es necesario sobrellevar amorosamente los errores y las caídas que son parte del aprendizaje.
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La culpa como posibilidad de reparación: Las mujeres, en mayor o menor grado, sentimos culpa por salir a trabajar y/o por no poder compartir más tiempo con nuestros hijos. Por llegar tarde y cansadas con poca disponibilidad mental, sin la paciencia ni energías suficientes para estar con ellos El desafío, no es acabar con la culpa, sino transformarla en una posibilidad de acción y reparación.

Si me siento con mucha culpa y ésta me persigue me voy a juzgar sintiendo que lo he hecho todo mal. Si no es tan así, voy a poder ver que mis hijos están bastante bien dentro del tiempo que tengo. Al llegar cansada voy a poder contarles un cuento, o darme un tiempo para conversar y saber de ellos, según su edad y requerimientos.

Una vida propia y autonomía: Es necesario estar disponible para los hijos, pero no de forma incondicional. Es importante darse un tiempo para uno, poner límites y decir yo también necesito, ahora me toca a mí. La salud mental de la madre es muy importante para la relación que establecemos con los hijos y la pareja.

A las mujeres nos sana mucho sentirnos acogidas con el grupo de pares, compartir con las amigas problemáticas comunes, o simplemente pasarlo bien, es parte de cuidarse. Una película, un libro, una tina, incluso un tiempo tranquilo para ir a la peluquería son parte de lo propio.

La madre moderna requiere de una organización familiar en la que se pueda delegar: La super woman pasó al olvido, las mujeres necesitamos establecer roles y delegar en cuanto al manejo del hogar y los hijos. El desafío es acordar con la pareja la división de las tareas; ver quién hace qué cosa, que todos asuman responsabilidades, incluidos los hijos. Si la mamá tiene una actividad profesional en la noche, el papá tendrá que hacerse cargo de acostar a los hijos, especialmente si son chicos.


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