“Tengo mal ojo, no hay caso, siempre me involucro en relaciones que me hacen sufrir… No sé que hacer. Elijo al que tiene en la frente marcado un ‘te abandonaré’ y vuelvo a caer en las mismas historias infernales de amor y desamor”, dice la queja recurrente de una mujer desdichada en temas de pareja.
¿Cómo se explica la situación? ¿Es no aprender de la experiencia? ¿Profecía autocumplida?
Para entender que hay detrás, el psicólogo y diplomado en psicología humanista transpersonal, James Watson (James.watson.lopez@gmail.com) invita a cambiar el enfoque.
“En gran medida esta frase popular y masiva de “siempre elijo mal”, solo tiende a externalizar responsabilidades frente a una ruptura”, señala.
Para saber qué pasó otra vez, dice que es bueno realizar un ejercicio de reflexión, encausado a generar un aprendizaje, respecto a lo que se vivió con la ex pareja y lo que no se quiere volver a repetir. La idea es ampliar la visión a que la pareja está compuesta de a dos y preguntarse: qué puedo fortalecer y qué puedo cambiar acerca de la forma de relacionarme con otro. Qué busco en una pareja y qué no quiero.
Si no se aprende, afirma, es por que no hay una autorreflexión sobre lo que se vive ni la historia personal que se acumula.
“No solo en las relaciones de pareja se pueden dar situaciones similares, también en las familiares, de amistad, de trabajo, en fin. En todas ellas nosotros somos actores y todas las relaciones nos enriquecen”.
En ese sentido, advierte James Watson que cada uno crea su suerte y que incluso, algunas teorías plantean que el azar no existe y que toda situación vivida se da así por determinadas razones. “Entenderlo de esta forma, nos responsabiliza por lo que hacemos, lo que pensamos y lo que decidimos. Y de igual forma se aplica a las relaciones de pareja. No somos alguien a la deriva a la hora de ‘embarcarnos’ en una relación. Si algo no nos parece y nos hace daño, siempre tenemos la atribución de poder trabajarlo y cambiarlo”.
El miedo como coraza
Para evitar cualquier otra relación, la emoción como escudo del corazón que surge es el miedo. Entonces, nacen las corazas que también, como barreras de contención se adhieren a la piel y la persona se cierra a vivir nuevas aventuras en el plano amoroso: “no quiero que me dañen”, “tengo mucho miedo a volver a sufrir”, “estoy bien así sola”. “Es que el miedo es una reacción natural ante una amenaza. Es instintivo”, advierte Paula Belaúnde, psicóloga y magíster en clínica psicoanalítica (www.sicologaclinica.cl)
Pero, dice, que en las relaciones amorosas juega en contra, ya que coarta oportunidades. “Es aconsejable estar alerta pero no temerosos. Sino atentos a las señales que nos envía la otra persona con su comportamiento. Al saber leer esos comportamientos, podremos identificar a las personas potencialmente nocivas para nosotros y simplemente retirarnos ante de salir heridos”.
Sin embargo, la psicóloga agrega otra explicación para entender por qué algunas historias negativas se vuelven a vivir en pareja. Para ella es porque se tiende a buscar a esa misma persona en otra para tratar de cambiar la historia.
“Si hemos tenido una mala experiencia amorosa intentaremos, compensatoriamente, cambiarle el final y tener ahora un final feliz. Eso, sumado a que tendemos a relacionarnos con personas con los mismos patrones de comportamiento, por eso lo más probable es que se repita la historia una y otra vez”.
Salir del círculo
Para lograrlo, lo más importante será entender que ninguna relación es igual a otra. Todas, incluso por pequeños detalles, poseen características y formas de vivirse, según detalla el psicólogo James Watson.
“Entendiendo esta premisa, se puede dar el primer paso para no creer que frente a una nueva relación reviviremos el círculo vicioso”.
Por eso llama a no vivir de los recuerdos ni amar a partir del pasado o amar pensando en el futuro, porque, aclara, hay una gran diferencia en reflexionar sobre lo aprendido a atarse o “quedarse pegado” en lo que ya ocurrió.
Paula Belaúnde, propone correr riesgos en el amor y no temer a los sentimientos ni las emociones que surgen al conocer e involucrarse con una nueva persona.
“Estar enamorado es maravilloso y nadie debería privarse de esa posibilidad”.
Por eso que, lo más aconsejable, será ir construyendo conscientemente la relación de pareja. Compartiendo las responsabilidades en la creación de ese vínculo y estar atentos a mirar y comprobar en la acción, más que en las palabras, que la persona que se tiene frente es la adecuada y se ajusta a todo aquello que se reflexionó después de la última decepción.