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Arte contra la corrupción: El colectivo Superflex ya está en Chile

Este grupo de artistas daneses es reconocido por sus instalaciones, en las que invitan a cuestionar los modelos sociales, políticos y económicos actuales, tal como se puede apreciar en una muestra inaugurada hoy en el MAC de Quinta Normal, y con un seminario liderado por Bjørnstjerne Christiansen, quien conversó con revista Viernes.

01 de Julio de 2016 | 14:45 | Por Daniela Pérez G., Revista Viernes
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"El arte en el que creemos es uno que puede cambiar perspectivas al presentar nuevos puntos de vista", comentó Christiansen.

Sabino Aguad
REVISTA VIERNES DE LA SEGUNDA

Firmar un contrato a cambio de un dulce. Esa es la invitación que el colectivo danés Superflex hace en su primera exhibición individual en Chile. Pero no es cualquier contrato. En el documento, el visitante se compromete a participar en actividades corruptas –desde fraude, soborno y tráfico de influencias hasta malversación de fondos e incluso obstrucción a la justicia–, con el fin de amenazar la estabilidad y la seguridad de la sociedad, menoscabar las instituciones y los valores democráticos, éticos y de la justicia, poniendo en jaque el desarrollo y el peso de la ley. Contratos que se vuelven herramientas para el público, haciéndolos protagonistas activos de la crítica social y política, lo que es el último objetivo este trabajo.

Formado en 1993, Superflex está compuesto por tres artistas: Jakob Fenger, Rasmus Nielsen y Bjørnstjerne Christiansen. El trío ha desarrollado una serie de instalaciones en todo el mundo, ganando tanto diversos premios como el rechazo de importantes instituciones por sus polémicos métodos para cuestionar temas que afectan al planeta entero.

Alto impacto han tenido montajes como el Cockroach tour, en el que invitan a la gente a ponerse un traje de cucaracha para revisar la evolución del ser humano desde la perspectiva de uno de los seres vivos más antiguos de la historia. O Free shop, en el que abren una tienda sin decirle a la gente que su compra será gratis para ver su reacción cuando llegue a la caja. Hospital equipment, una instalación en la que simulan una sala de operaciones con objetos reales, cuestiona de qué manera afecta a la gente el constante bombardeo de noticias de guerra, enfrentándolos a un escenario de vida o muerte. Una instalación que busca hacer del arte algo útil, práctico, en la vida real y que por lo mismo hoy se usa en un hospital en Gaza.

A Chile llegan con The corrupt show, que estará hasta el 31 de julio. Con la curatoría del chileno Christian Viveros Fauné, está compuesto por la firma y posterior exposición de contratos y una serie de cortometrajes –también vistos como “herramientas” de reflexión –que simbolizan el ambiente conflictivo de los suburbios europeos, la crisis financiera, la cesantía y la inmigración. Esto estará acompañado por The speculative machine, los conversatorios que se realizarán hoy desde las 15:00 horas y de manera gratuita, en los que se debatirá en torno a las temáticas de la exposición: la corrupción en la sociedad, la especulación y la falta de transparencia. Ahí estará Bjørnstjerne Christiansen, quien viajó especialmente para dar inicio a la muestra.

-Su trabajo es un llamado a la acción, ¿por qué hacer parte a los visitantes de su reflexión?
Nosotros pensamos que, en este caso por ejemplo, al llamar a la gente a hacer una actividad corrupta los ayudas a tener nuevas miradas sobre el tema. El arte en el que creemos es uno que puede cambiar perspectivas al presentar nuevos puntos de vista, lo que le permite a la gente seguir una dirección diferente a la que quizás habría tomado. Nuestro objetivo final es incentivar al público a desafiar el poder, pero haciendo una suerte de espejo de sí mismos. En esta muestra les proponemos, a través de los contratos, desestabilizar a la sociedad para evidenciar cómo hasta ahora quienes tienen el control y el manejo social son quienes tienen poder, los privilegiados. Y no sólo a nivel económico, sino en todo. Por eso también es plantearse cómo no ceder ante la corrupción a la hora de acceder al poder.

-¿Creen que el arte, entonces, puede ser una herramienta para transformar la realidad?
No el arte en general, porque es demasiado complejo y tiene demasiadas dimensiones. Pero la tradición de arte que nosotros seguimos o que se vuelve referencia para lo que hacemos tiene que ver con ese arte basado en acciones, en herramientas. El arte, en su origen, se relacionaba con ser una herramienta. Primero para visibilizar el poder y más tarde para, por ejemplo con Marcel Duchamp, sacar algo de su contexto, reubicarlo y darle un nuevo significado. Más que transformar la realidad, es invitar a la gente a proponer nuevos modelos para la realidad, no sólo a criticar y cuestionar. Por lo mismo, nuestro trabajo depende mucho del contexto en el que se hace, porque una idea en un lugar puede tener un impacto completamente diferente a las implicancias que tendría al otro lado del mundo.

-¿Cómo influencia el contexto sociopolítico chileno a la exposición?

Lee la entrevista completa en revista Viernes.
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