El tradicional barrio de Triana en Sevilla (España) tiene vida propia y para muchos es un pueblo dentro de la ciudad. De personalidad humilde, costumbres sencillas y personas auténticas, este histórico distrito es sindicado como cuna de marineros, toreros, cantaores y bailaores de flamenco.
El origen de este barrio se remonta hasta la Edad Antigua, junto a la presencia romana en estas tierras. En un comienzo era un asentamiento que destacaba por su ubicación estratégica a orillas del río Guadalquivir, frente del que hoy es el casco antiguo de Sevilla. Con el pasar de los años fue el punto de partida de marineros y barcos que viajaban a América. Sin ir más lejos, la historia da cuenta que desde sus puertos zarparon los barcos de Magallanes y el Cano.
Con el tiempo, el río dejó de ser una frontera natural y Sevilla absorbió esta pequeña urbe, y aún cuando en la actualidad es solo un barrio más de la metrópolis, entre sus calles aún esconde el ADN de ciudad gracias a su propio casco antiguo y sectores como el barrio León, El Tardón-El Carmen, Triana Este y Triana Oeste, incluida la isla de la Cartuja.
En el Departamento de Europa de COCHA comentan que “Sevilla es una de las ciudades más calurosas y entretenidas de España. Tiene una increíble cantidad de atractivos culturales, y a la vez posee un ambiente relajado y alegre”. Añaden que “el barrio de Triana, ubicado al otro lado del Guadalquivir, destaca por sus numerosos bares de tapas y con su colorido mercado en el que encuentras desde frutas y flores, hasta mariscos y panes”.
Quienes lo visiten no pueden perderse, por ejemplo, el Puente de Isabel II (conocido también como Puente de Triana), que conecta desde hace más de 160 años el centro histórico de Sevilla y el barrio en cuestión.
Esta obra arquitectónica fue levantada en 1852 y en la actualidad es considerado como el puente de hierro más antiguo de España que sigue en operaciones.
Antes de terminar el recorrido por la pasarela se encuentra la Capillita del Carmen, una hermosa construcción levantada en honor a la virgen patrona de los marineros y que fue obra del arquitecto Aníbal González, el mismo que diseñó la Plaza España en Sevilla.
Una vez cruzado el puente, desde el casco antiguo sevillano hasta Triana, aparece el Mercado de Abastos (Mercado de Triana) que fue construido en 1823 sobre lo que fueron las ruinas del antiguo Castillo de San Jorge. Es un lugar donde se vive el verdadero espíritu de barrio y el punto de encuentro de los vecinos que cada mañana llegan a realizar sus compras.
En el subsuelo del lugar se halla un museo que reconstruye la historia de la fortificación construida durante el dominio de los visigodos, que con el tiempo pasaría a ser parte de la Orden Militar de San Jorge y, posteriormente, en la sede de la Santa Inquisición Española. Símbolo de la represión y persecución de esa época, el castillo fue demolido para dar espacio a la Plaza de Altozano y construir el centro de abastos.
El callejón de la Inquisición es otro de los lugares imperdibles de Triana y no es otra cosa que una angosta callejuela de 35 metros de largo que era parte del Castillo San Jorge y por eran conducidos los presos que iban a ser juzgados o que debían cumplir su condena en la hoguera.
Aquí la recomendación es enfilar por la Calle San Jacinto, columna vertebral del barrio, lugar donde los turistas pueden disfrutar de las tradicionales tapas o un sabroso café o simplemente perderse en el comercio de la zona.
De ahí nada mejor que caminar por Calle Betis ubicada a la orilla del Guadalquivir y que destaca por sus edificios con fachadas multicolores y su animado ambiente nocturno.
Si aún hay tiempo, la zona de los Alfareros de Triana y el Paseo de la O son otros de los destinos imperdibles de este barrio que quería ser ciudad pero que terminó siendo absorbida por Sevilla.