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¿Por qué los turistas ya no son bien recibidos en algunos lugares?

Poco respeto por los sitios históricos, mal comportamiento en los destinos escogidos y un desmedido aumento en el valor de los precios de alquiler son algunas razones que explican este problema que va en aumento.

05 de Julio de 2017 | 17:48 | Emol
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Shutterstock
No hace muchos días el diario británico The Independent publicó la foto de un muro rayado en Barcelona con un claro mensaje: “Todos los turistas son unos bastardos”. Y si bien un graffiti no puede ser tomado como un reflejo de la realidad que vive una ciudad, lo cierto es que la urbe catalana, así como otras repartidas por el mundo, no dan más con los millones de viajeros que anualmente reciben.

Las causas que explican este enojo son variadas, partiendo por el habitacional. La fuerte demanda por alojamiento que nace del turismo ha desplazado a muchos habitantes de la ciudad española hasta la periferia debido a los prohibitivos valores que han alcanzado los departamentos en la zona antigua.

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De hecho, el municipio barcelonés suspendió la entrega de permisos para la apertura de nuevos hoteles, incluso en el caso que cierre uno ya establecido. Además inició una potente ofensiva contra sitios en Internet que gestionan arriendos entre particulares. Es el caso del popular servicio de Airbnb que ya fue multado con 600 mil euros y podría ser suspendido en dicho territorio.

En el caso de otras metrópolis como Roma y Venecia, el malestar contra los viajeros nace del poco cuidado que estos tienen con sus sitios históricos y el irrespetuoso comportamiento que presentan los visitantes extranjeros, especialmente durante el periodo estival donde los límites tienden a relajarse y no resulta raro ver personas desnudas corriendo por la calle o bañándose en sus históricas fuentes o canales.

De ahí que uno de los principales temas en discusión en estas urbes es definir qué medidas de control se pueden aplicar para congeniar la actividad turística y el respeto a los sitios históricos y normas de conducta.

En el Departamento de Europa de COCHA comentan que “entre las acciones ocupadas por los gobiernos locales está la de limitar la cantidad de visitantes, como lo han hecho Santorini y Cinque Terre”.


La isla griega decidió el año pasado restringir la llegada de grandes cruceros a sus costas y limitar en 10 mil personas el ingreso diario a la ciudad. En tanto, Cinque Terre hizo lo propio y estimó que sus pueblos tienen capacidad de recibir hasta un millón y medio de turistas a la vez, por lo que superado ese número se prohíbe el acceso de nuevos viajeros hasta que se pueda hacer la rotación.

Otra de las medidas adoptadas por algunos destinos para controlar el flujo de turistas es establecer impuestos o subir el valor de las visas, tal como lo hizo Bután que comenzó a cobra 200 euros por día de estadía.

De ahí que no resulte extraño que a futuro las actuales ciudades más visitadas por los viajeros internacionales terminen siendo lugares prohibidos, disponibles solo para algunos.

Otra situación se da, por ejemplo, en Holanda donde el propio ministerio de Turismo propuso suspender toda inversión en publicidad, especialmente con Ámsterdam que tan solo en 2016 recibió más de 17 millones de viajeros. “No queremos morir de éxito”, dijeron las autoridades.

La lista suma y sigue, y lo que es peor, todo indica que el problema podría acrecentarse en vez de disminuir, ya que la industria del turismo ha experimentado una increíble actividad permitiendo crecer un 4% por sobre la media histórica. Según cifras de la Organización Mundial de Turismo (OMT) en 2016 viajaron a otros territorios 1.235 millones de personas, 46 millones más que el año anterior, tendencia que debería seguir al alza en 2017.
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