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España y Australia empatados a uno en la Copa Davis

Lleyton Hewitt proporcionó la primera alegría para los australianos al derrotar a Albert Costa, por 3-6, 6-1, 2-6, 6-4 y 6-4 después de cuatro horas y nueve minutos, pero Ferrero impidió lo que podría haber sido un desastre al imponerse al doble campeón del US Open Patrick Rafter por 6-7 (4-7), 7-6 (7-2), 6-2, 3-1, quien abandonó por lesión.

08 de Diciembre de 2000 | 14:52 | Agencias
BARCELONA.- Juan Carlos Ferrero mantiene vivas las esperanzas del equipo español con su victoria sobre Patrick Rafter y la final de la Copa Davis España-Australia ofrece un inquietante 1-1 al término de la primera jornada.

Lleyton Hewitt proporcionó la primera alegría para los australianos al derrotar a Albert Costa, por 3-6, 6-1, 2-6, 6-4 y 6-4 después de cuatro horas y nueve minutos, pero Ferrero impidió lo que podría haber sido un desastre al imponerse al doble campeón del US Open Patrick Rafter por 6-7 (4-7), 7-6 (7-2), 6-2, 3-1, quien abandonó por lesión.

Al estar igualados 1-1 y sabiendo lo que le espera al doble español mañana, el valenciano salvó el pellejo al conjunto que capitanea Javier Duarte que busca su primer título. El duelo entre los dos semifinalistas de Roland Garros, Rafter y Ferrero, fue espectacular con el joven de Onteniente poniendo a prueba la habilidad felina del australiano en la red con sus certeros tiros pasantes.

Ferrero, fiel también a su esquema con seguros golpes desde el fondo, debió ganar el primer parcial cuando tuvo 4-0 en el desempate pero el australiano, en un alarde de fiereza, ganó los siete siguientes. Lejos de perder la moral por este duro golpe psicológico, Ferrero mostró su raza de campeón y forzó de nuevo otro desempate. Ahí su confianza fue más definitiva. Ganó con autoridad, pero con agradecimiento al aceptar un par de regalos impropios de la gran calidad de Rafter.

El español no apartó el pie del acelerador y con dos rupturas liquidó el tercer set. Fue en el primer punto del octavo juego cuando Rafter se lesionó en el muslo derecho al intentar un remate tuvo que ser atendido por un fisioterapeuta. A partir de ahí su rendimiento bajó y con calambres en sus piernas y codo ya fue un juguete en manos de Ferrero.

La jornada empezó con mal cariz para el equipo español y con festejos adelantados del capitán australiano, John Newcombe, bailando al son de la canción "I will survive" adoptada por el equipo español como su himno. Lleyton Hewitt, en su segunda final consecutiva, a pesar de contar tan solo con 19 años, respondió a su condición de número uno. El de Adelaida había tomado buena nota de su primera aparición en un momento tan importante como este, cuando el año pasado perdió sus dos encuentros individuales en la final contra Francia en Niza, y ante Costa mostró una solidez más mental que de juego para lograr el primer punto.

El catalán jugó un primer set de antología con su revés paralelo martirizando al australiano, cuya novia, la belga Kim Clijsters, se desesperaba en las gradas ante la gran exhibición del español. Pero toda la seguridad de Costa se vino abajo paulatinamente, a medida que el australiano lograba acomodar su juego a la pista de tierra instalada en el Palacio de Sant Jordi. Mil trescientos aficionados australianos, autodenominados "los fanáticos" se encargaron de hacer callar las voces de los casi 12.500 españoles, que sólo a ráfagas controlaban la situación.

Costa intentó que el público entrase en calor y cambiase la ilusión por pasión, pero la súplica tuvo escaso éxito. Ante esta situación el ilerdense tuvo que luchar solo contra un Hewitt que permaneció callado hasta el segundo set, y luego comenzó a calentarse con sus golpes en el pecho y sus frases de auto convicción.

El australiano, séptimo al final de la temporada, fue más fuerte con su servicio y consiguió 13 "aces", pero lo que desconcertó al español fue su capacidad para escapar de situaciones comprometidas. El presume de que en ese ambiente sabe sacar lo mejor de si mismo y hoy lo demostró desquiciando al español con sus continuos e innecesarios cambios de raquetas para romperle el ritmo, e incluso dando sensación de autoridad ante el juez de silla, el francés Bruno Rebeuh, a quien obligó a bajar a la pista en varias ocasiones.

Con dos sets a uno, Costa cometió el peor error, ceder su servicio en el juego inicial de la siguiente manga. Esto le costó ir con presión y que sus golpes se fueran lejos. Salvó un punto de set en el noveno pero Hewitt acertó al tercero un juego después. Dos sets iguales.

La inseguridad del español y la eficacia de Hewitt al servicio (no volvió a conceder un punto de ruptura hasta el juego final) desesperaba a sus compañeros de banquillo que ya no disfrutaban con el partido y temían lo peor. Hewitt, mientras tanto, deleitaba a los suyos, especialmente a sus padres, Glynn y Sherylin, que se desgañitaban animándole.

Una ruptura en el quinto juego sentenció el encuentro, y aunque Costa tuvo tres puntos para romper en el décimo (0-40) con una doble falta incluida del australiano, y el público al límite, Hewitt volvió a demostrar su sangre fría con dos saques directos. Al final quedó tendido en el suelo festejando su triunfo.
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