MEXICO.- A los 35 años, después de conseguir casi todo en el fútbol, el goleador chileno Iván Zamorano no ha perdido la capacidad de sufrir y asegura no estar deprimido porque una lesión lo dejó fuera de un simple partido de la Copa Libertadores.
Alejado del terreno, vestido con ropa deportiva, Zamorano luce alejado de la imagen del depredador que ganó el premio Pichichi al mejor goleador del fútbol español en la campaña 1994-95, y toma una dimensión más humana al referirse al dolor físico.
Zamorano, que juega para las Aguilas del América, presenta una inflamación del músculo gemelo de una de sus piernas, y fue el principal ausente del triunfo de su club 2-0 ante el argentino Talleres de Córdoba en el arranque del grupo VII de la Libertadores.
"Estoy sufriendo, siempre se sufre más fuera que dentro del terreno y extrañé mi sitio en la delantera, más en el primer tiempo, cuando no encontramos el gol y ardía en deseos de saltar a la cancha", comenta el futbolista.
El sudamericano conquistó con el Real Madrid la Copa del Rey en 1992-93 y el campeonato español dos años después, y con el Inter de Milán ganó la Copa UEFA, en 1997-98, sin embargo aún no participó en su primera Copa Libertadores.
"Sueño con debutar, este es un torneo de muy buen nivel y será bonito tratar de llegar lejos", asegura el jugador cuyo equipo se enfrentará el 20 de febrero al Toluá de Colombia y el 28 al River Plate de Argentina.
A diferencia de estrellas como el brasileño Bebeto, el colombiano Faustino Asprilla y el alemán Bernard Schuster, fracasados en México, Zamorano sí ha cumplido como el extranjero más distinguido de la liga local y el año pasado fue el tercer mejor goleador del año con 18 dianas, aunque su club no pasó de la mediocridad.
Aunque llegó como un salvador, en dos temporadas su excelente rendimiento no ha podido salvar al América, uno de los más poderosos de México, pero con 13 años sin lograr un título.
"Ojalá la buena actuación en la Copa Libertadores nos contagie también para el campeonato y alcancemos ese título que siempre se nos escapa", dice mientras se acomoda un gorro negro de frío innecesario en una noche cálida en el estadio Azteca.
"En cuanto a mí, no voy a engañar a mis compañeros, no puedo jugar lesionado y mi atención ahora es recuperarme. Es algo sencillo y quizás el próximo domingo ya regrese", explica.
Lo cierto es que a unos pocos años del retiro, con mucho dinero y fama, Iván Zamorano aún no perdió la ingenuidad y es capaz de sonreír como un niño, lo cual a estas alturas de su vida es tan importante como meter goles porque le mantiene intacta la capacidad de soñar.