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Carnaval cruzado

El elenco de la Universidad Católica mantuvo el invicto chileno en la Copa Libertadores con una valiosa victoria como visita ante Flamengo. Desde hace tres décadas que un equipo chileno no había ganado en el Maracaná por este torneo.

14 de Febrero de 2002 | 21:15 | Patricio Corvalán C. EMOL
RIO DE JANEIRO/SANTIAGO.- Los memoriones -langusinos, como les gusta llamarse en la jerga del fútbol- saben que la principal crítica que recibió Juvenal Olmos el año pasado recién sentado en la banca de la UC fue que su planteamiento prácticamente regalaba los primeros tiempos.

Esta tarde-noche en Río el asunto estaba pintado para los memoriones. Sin hacer nada, pero nada del otro mundo -es más, con un ritmo que difícilmente se puede encontrar en otro equipo brasileño- el cuadro de Flamengo se ponía en ventaja en la única llegada que sobró a la pobladísima defensa de los cruzados: cabezazo de Mello en el área chica.

Hasta ese momento, el cuadro universitario temía que el lado del local fuese un campo minado. Entre respeto y un excesivo celo por cuidar el cero a cero, Olmos dispuso a Ribera en lugar de Mirosevic, lo que implicó que jamás los cruzados tuvieran una salida limpia y que, por el contrario, tuvieran como exclusiva misión destruir todo lo que se armaba con lentitud en el Maracaná.

Por eso los memoriones intuyeron que la entrada de Mirosevic en la segunda etapa podía provocar el cambio. Y vaya que lo hizo, porque ya en la cancha se notó que la UC se paró en ese lapso mucho más adelante y a los tres minutos un centro al área carioca terminó en un peleado puntete de Miguel Ramírez que apenas cruzó la línea de gol.

El empate, curiosamente, aletargó a los locales y le permitió a los chilenos mirar por la puerta de la cueva y ver que el famoso gigante no daba para sustos.

Norambuena, culminando una notable jugada individual de Pérez por la derecha, anotó a los 52' el 2-1 y ahí mismo se acabó el partido. Flamengo no despertó nunca más y para su colmo casi al filo Mirosevic aprovechó otra pasividad de la defensa local para concretar el 3-1 carnavalesco con que ni el más fervoroso hincha cruzado -ni menos el memorión más certero- había pensado.
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