Hay que ser francos...para ver este partido en la madrugada había que ser muy fanático del fútbol porque en realidad el encuentro, por la calidad e historia de los rivales, no prendía mucho y no prometía ser un espectáculo de gran nivel. Y la verdad, es que los que prefirieron dormir en vez de ver este match, no se equivocaron y tomaron la decisión correcta, porque el partido fue realmente uno de los de peor calidad que hemos presenciado en el torneo, que en general ha tenido un buen nivel.
Pero vamos por parte. Por un lado estaba Japón, un equipo novel en estas lides que se debe dar ya por satisfecho por el sólo hecho de haber pasado a segunda ronda, ayudado claro por su rol de local lo que siempre significará un plus en el rendimiento de cualquier equipo. Por otra parte estaba Turquía, un equipo aguerrido que mostró pinceladas de buen fútbol en la primera ronda y que tuvo la osadía de complicar en demasía a Brasil en el encuentro que los sudamericanos vencieron gracias a un penal brujo.
Así, ambos equipos llegaban emparejados, aunque con una leve ventaja futbolística a favor de los turcos que dejaron todo el peso de la responsabilidad de buscar el triunfo y hacer el gasto del partido a los nipones, que por ser locales y estar ante su gente tenían la obligación de salir adelante y presionar desde el primer minuto. Sin embargo, en ese sentido, la táctica turca fue inteligente. Sólo se limitaron a esperar los ataques del local y a corretear a todo lo que se moviera y que tuviera ojos rasgados dejando así, muy pocos espacios y fracciones mínimas de tiempo para que los rivales pudieran pensar e hilvanar alguna jugada de conjunto, obligando a Japón a recurrir a la técnica individual, la que sinceramente en el equipo oriental escaseaba tremendamente.
Japón es un equipo corredor, pero a la vez esa ventaja no la canalizaban de forma estructurada –quizás por su escasa experiencia en el concierto internacional-, lo que desdibujaba completamente a la escuadra, lo que repercutía en un fútbol desordenado y rústico, que fue bien aprovechado por el rival. De hecho el único gol del encuentro, a los 12 minutos de juego, fue un tiro de esquina que cabeceó de forma perfecta Davala en plena área chica. Lo curioso es que el volante turco no tuvo necesidad de esforzarse porque estaba absolutamente sólo, sin marca alguna y de hecho apenas despegó sus pies del suelo. ¿Dónde estaban los defensores japoneses?...en cualquier parte menos en el partido y esas desconcentraciones a nivel internacional son pagadas caras, de hecho el costo esta vez fue la eliminación del mundial.
De ahí en adelante, Turquía reconfirmó su estilo defensivo y le entregó la pelota a los nipones, cómo sabiendo que la enorme responsabilidad de tener el balón en los pies y tener que superar a un excelente defensa iba a superar a los limitados orientales. De hecho, contabilizando ambas fracciones, la única jugada de real peligro en el arco del turco Rüstü, fue un tiro libre del brasileño nacionalidad japonés, Alex, que dio de lleno en el travesaño tras un remate de tiro libre a la entrada del área. Aparte de eso, mucho correr, muchos centros sin destino y cero habilidad o jugadas individuales que rompieran con la monotonía del insulso juego local.