SANTIAGO/SANTO DOMINGO.- Fue un trámite, como ir al banco, hacer la fila y depositar equis dinero. Marcelo Ríos, en este caso, depositó confianza tanto en su juego como en la idea de que Chile consiga una medalla de oro en el tenis de los Juegos Panamericanos de Santo Domingo 2003.
Ríos derrotó por un doble 6-2 al trinitario Shane Stone en apenas 53 minutos. Fue el tiempo justo que demoró el trámite, ni más ni menos. Porque Stone nunca fue una amenaza para el chileno, ni siquiera cuando alcanzó el peak con su juego, afirmado en su primer saque que en más de una oportunidad complicó la devolución del sudamericano. Y eso, entiéndase, no alcanzó a ser más de dos juegos.
Entonces, el chileno demoró lo que ameritaba el partido: saque y tiro ganador o devolución y esperar que el rival se equivocara. Fue la tónica en un partido desnivelado de principio a fin y que caminó por el derrotero correcto, sin grandes jugadas ni demostraciones cuantitativas.
El marcador habla a las claras del desequilibrio de las fuerzas. Pero Ríos no debe confiarse, los rivales no importan sino que su mente, su juego y su físico. Y en una de esas vemos una final chilena con Adrián García al otro lado de la malla.