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Sub 23: Historias de concentración

Llevan más de 15 días juntos, compartiendo piezas, viviendo como una familia, pero alejados de sus "verdaderas" familias. Los chicos de la Roja preolímpica se las ingenian para acabar con el cansancio mental y la presión que significa ser requerido por la prensa y los hinchas.

13 de Enero de 2004 | 13:40 | Nicolás Olea, enviado especial
CONCEPCIÓN.- Paulinho abandona a paso cansino el césped de Las Higueras de Talcahuano. Mientras camina, saluda a no menos de una decena de calcetineras que le piden un autógrafo y algo más. Pasan diez minutos, quince quizás, y el volante de Brasil se mantiene ahí, espantando los mosquitos con una mano y con la otra firmando cuanta hoja, camiseta o pelota le pasen. Y no sólo ahí. Sino en el hotel, en el estadio, siempre comparte con los hinchas del fútbol.

A diferencia del chileno Luis Oyarzún. El "Negro" anunció de entradita en el fundo El Venado que no iba a dar nada hasta el final de la práctica y cuando ésta llega a su fin, debe aperarse contra el viento (que "nortea" en el atarceder), apurarse para garabatear dos o tres autógrafos y subir al bus que lo encerrará tempranamente en el hotel de la concentración nacional.

Los resultados se han dado buenos para Chile y por tal razón las caras son, por lo general, alegres. Pese a que algunos ya empiezan a extrañar sus familias a kilómetros de distancia, la posibilidad de salir a caminar y hacer cosas "extra rutina".

"Hay que saber ir tolerando un poco el tema de la concentración. Quizás es más complicado para nosotros, que llevamos tantos días encerrados (desde la Navidad, Año Nuevo incluido). Para mí es más relevante el cansancio sicológico que el físico, porque el otro lo podemos superar en los días libre con masajes y piscina", reconoce Rodrigo Millar.

Mi room-mate y yo

Hay casos y casos. Luis Pedro Figueroa y Mario Cáceres son compañeros de pieza, nunca se separan y, de hecho, no lo harán después de que el "Torito" firme en la Universidad de Concepción. Ambos se reconocen afortunados, porque se acompañan al supermercado que queda a media cuadra del hotel.

El delantero de Puente Alto asume que "lo bueno es que la concentración sirve para meterse en los objetivos que tenemos. Pero extrañamos a nuestras familias, aunque la mía está acá. Más encima veo las mismas caras todos los días, como la de Lucho Figueroa, que me tiene aburrido (ríe). Creo que puede haber un desgaste sicológico, porque todos los días se repiten las mismas rutinas. Pero el objetivo nos motiva, sobretodo ahora que hemos conseguido los resultados".

La amistad simplifica la cosa. "Siempre estamos en la pieza, escuchamos música, tenemos como mil canciones para escuchar. Teníamos nuestra canción preferida, una de Marco Antonio Solís, que el Lucho la pone a cada rato y me tiene enfermo. De repente vamos al supermercado también", comenta Cáceres.

Otros "uña y mugre" son Mark González y José Luis Villanueva. Son los favoritos de las lolas penquistas y ellos se ponen a la altura. "Lo único malo que puedo decir de la concentración es que desconozco la cama", reconoce el ariete de Palestino, que vive con su señora en Puente Alto.

"Pero el grupo es súper bueno. No tengo ningún problema para estar con Mark todo el día en la pieza. Nos reímos harto, aparte tenemos internet y no nos implica un mayor desgaste, porque lo que más hacemos es buscar imágenes donde salgamos nosotros. Tenemos una cachada de fotos y también vemos deportes en la tele. ¿Si he tenido concentraciones fomes? Mmm, sí. En Constitución, con Palestino, tuvimos semanas muy lateras. Mala, mala. Apenas teníamos una tele chiquitita", confiesa Villanueva.

Precisamente el balneario de la región del Maule no despierta mucho cariño. Joel Soto también lo recuerda: "Constitución también es fome, es que es un pueblo, no tiene shopping, no tiene nada. Más encima, como es pretemporada, hacemos doble o triple jornada de trabajo".

El "Huevo" ahora disfruta de la compañía de Rodrigo Millar. Confiesa que ambos son románticos y que "no soy ni de computador, ni de tele. Nosotros, pura música. ¿Cuál? No sé po, la de Chayanne, por ejemplo".

-Cómo, ¿los dos escuchan a Chayanne?. Suena medio feo...

-"No, si lo que pasa es que soy de música romántica, aunque también tenemos harta de la que le dicen de moda".

Volviendo al tema, el nuevo hombre de Colo Colo recuerda con nostalgia las concentraciones de Santiago Wanderers: "Aquí uno quiere salir a dar una vuelta y no se puede. En cambio, cuando estábamos en Viña, casi todo el plantel era de la zona y en esa ciudad, todo era más grato".

Rubén Bascuñán encontró un amigo en la selección, quién iba a decir que ambos pelearían un puesto en el esquema de Olmos. "Claro, desde que llegué que me toca con Jorge Carrasco, nos hemos hecho buenos amigos, y eso es gracias a la concentración. Lo malo es que estamos mucho tiempo en el hotel. Me gustaría salir a dar unas vueltas y siempre nos dejan cuando estamos fuera del país. Pero la gente aquí es tan como fanática, que se te hace dificultoso andar por la calle. No me aburro tanto. Ésta no es una concentración fome-fome-fome".

Jean Beausejour se repite el plato de 2003, con Jorge Valdivia como compañero de pieza: "Por mi personalidad no tengo problemas, porque igual soy un tipo bien reservado. Echo de menos a la familia, pero no creo que sea exagerado el aburrimiento. En los momentos que se puede se lesea, pero casi todo el día estamos serios. El problema es la presión, estar pensando en el rival que viene, imagínate compararlo con un paseo de curso, que es pura diversión. Pero cuando uno abraza esta profesión sabe los pro y los contras que tiene. La concentración nos permite conocernos más como grupo, saber cuando un compañero está enojado, porque muchos tienen sus mañas. Con Jorge hemos sido amigos durante todo el año en la U de Conce y esta concentración reafirma nuestra amistad".

Las reglas del nuevo camarín

El pasado domingo fue el primer día en que surgieron reparos por la intromisión de la prensa en la "intimidad de la selección". Es uno de los bienes más preciados por el cuerpo técnico y se anunciaron mayores restricciones para la atención a los medios en caso de que el equipo avance a la ronda final.

Actualmente hablan al mediodía en las jornadas donde no tienen partido. Hablan todos en el lobby del hotel, aunque el que no quiere no lo hace, como sucedió en un minuto con Braulio Leal y Jorge Valdivia.

La regla está en que los medios no accedan a las piezas de los jugadores y que a las 12:30 estén todos sentados para almorzar. El que llega atrasado es aplaudido por el resto del plantel y debe pagar una multa, al igual que quienes les suena el celular en alguna práctica o dinámica de grupo.

"No puedo hablar, que me van a retar" sugieren repetidamente los jugadores ante los medios que quieren exclusivas. Éstas se deben pactar al mediodía, en una mesita aparte y punto. Por ahí se pasean los más populares: Villanueva, Figueroa y González.
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