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Por fin la montaña se apodera del Tour de Francia

Este viernes comenzará la "verdadera" competencia, esa que dividirá el pelotón de ciclistas entre los que aspiran al triunfo final y los que sólo son compañía de los hombres fuertes.

15 de Julio de 2004 | 11:52 | DPA
FIGEAC, Francia.- La silueta de los Pirineos lleva días advirténdose ya en el horizonte del Tour de Francia, y este viernes se hará realidad: ya está aquí la alta montaña. Por fin, piensa gran parte de los ciclistas que disputan el Tour.

"La verdad es que ya era hora. Se nos hicieron muy largas estas dos semanas de tensión, de nervios y ahora, prácticamente hasta el final, no habrá tregua. En una semana pasaremos las dos cordilleras", afirma Eusebio Unzué, director del Illes Balears.

Los Alpes ya llegarán, porque este año se afrontan primero los Pirineos. "Tras lo que vimos el miércoles, serán dos jornadas en que la carretera va a poner a cada uno en su sitio", sentencia Unzúe.

Los puertos de los Pirineos son un buen augurio en especial para los españoles, protagonistas de numerosas gestas a lo largo de las 91 ediciones del Tour de Francia.

Col d’Aspin, Tourmalet, Aubisque, Hautacam, Peyresourde... son nombres plagados de leyenda y mística, de éxito y drama, de sufrimiento y sudor. Pero los ciclistas sólo ven curvas, profundamente trazadas, célebres y tétricas.

El tiempo allí parece detenerse. Se vuelve lento, histórico. Lugares donde triunfaron Bahamontes o Loroño en los años cincuenta y sesenta, o donde Ocaña y Fuente brillaron en los setenta.

Más recientemente, allí se gestaron páginas inolvidables para el ciclismo español. Ahí se dio a conocer Pedro Delgado en 1983 con un frenético descenso del Peyresourde que le valió el sobrenombre en la prensa francesa "le fou des Pyrenees" ("el loco de los Pirineos").

Fue también allí donde Induráin logró sus dos únicas victorias de etapa en línea en el Tour, en Cauterets y Luz Ardiden. O fue allí donde el mismo Induráin se consagró como emperador del Tour vistiéndose por primera vez de amarillo. Un imperio que duraría cinco años. Desde entonces hasta hoy, difícil de olvidar se hacen las victorias de Fernando Escartín en Piau Engaly o Roberto Laiseka en Luz Ardiden.

Todas estas gestas fueron ambientadas por miles de aficionados españoles que, enfervorecidos, cruzaron la frontera a lo largo de décadas para animar a los suyos. Banderas españolas, vascas, catalanas y asturianas, entre otras, pueblan las cunetas para contagiar ilusiones a los ciclistas españoles.

En los últimos años se sumó a la fiesta la "marea naranja" que desde que el Euskaltel-Euskadi participa en el Tour (2001), inunda los puertos. Para esta edición y como en las tres anteriores, se organizarán viajes en autocar y familias anónimas se desplazarán para animar a los ciclistas "naranjas".

La primera etapa pirenaica, mañana, finaliza en La Mongie, apenas a tres kilómetros de la cima del mítico Tourmalet. El ascenso viene precedido por el Col d’Aspin por su vertiente más dura. "Lo normal, es que se llegue a pie de La Mongie con el pelotón agrupado y a partir de ahí empiece la batalla", comenta Unzúe.

Al día siguiente tendrá lugar la etapa reina de los Pirineos con final en Plateau de Beille. Pero antes, los ciclistas deberán afrontar siete puertos de montaña, dos de tercera categoría, dos de segunda, dos de primera, y el citado Plateau de Beille, de categoría especial.

"Esta sí que será una etapa en la que se decidirán más cosas y se acabará de abrir el melón de este Tour. Será entonces cuando se demuestre que lo ocurrido en el día anterior no habrá sido casualidad alguna", agrega Unzúe.

Para Roberto Heras, líder del Liberty Seguros, "será una etapa durísima y aunque los puertos no son muy largos, sí que tienen mucho porcentaje. Plateau de Beille sí que es un puerto serio en el que se harán diferencias importantes, el más decisivo junto con la cronoescalada a Alpe d’Huez", concluye Heras.

Para Francisco Mancebo, líder del Illes Balears y el corredor español que más se destacó hasta ahora, "la etapa que verdaderamente será definitiva o al menos quedarán las cosas bastante claras, será la de Plateau de Beille".

"Hace dos años, la etapa de La Mongie, muy parecida a la de mañana, se decidió en los últimos kilómetros y las diferencias entre los mejores no pararon de los dos minutos", recuerda Mancebo.

De Mancebo dicen todos los que lo conocen de cerca que está en la mejor forma de su vida. El y todos los demás necesitarán desde luego un plus de fuerzas para sobrevivir a los Pirineos, "la madre de todas las batallas".
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