QUITO.- Diez oficiales ecuatorianos, de un grupo de 22 al que las fuerzas armadas se proponían separar de sus filas por su participación en un levantamiento popular, anunciaron el lunes su intención de abandonar voluntariamente el ejército.
Las fuerzas armadas anunciaron el miércoles que retirarían irrevocablemente de sus filas, "por razones de confianza", a 22 de los 283 militares que participaron en la insurrección en enero.
Los oficiales que no dimitieron continuarán su defensa legal para lograr permanecer dentro de la institución castrense.
"En vez de separarnos... se debió apelar a una autocrítica interna, en beneficio de encontrar una solución institucional que conlleve a su fortalecimiento, en lugar de pretender sancionar o culpabilizar únicamente a chivos expiatorios", dijo al anunciar su renuncia el coronel Fausto Cobo, uno de los jefes militares del levantamiento.
Por su parte, el coronel Lucio Gutiérrez, quien lideró la asonada, aseguró que la decisión de los 10 oficiales "contribuirá a la paz del país".
El 21 de enero, mandos medios del Ejército junto a miles de indígenas ocuparon el Congreso y proclamaron una "Junta de Salvación Nacional", en medio de una de las mayores crisis económicas de este país andino de 12,4 millones de habitantes.
Aunque el entonces presidente Jamil Mahuad debió abandonar el cargo, el levantamiento no prosperó y al día siguiente asumió el poder, con el apoyo del alto mando militar, el vicepresidente Gustavo Noboa, un abogado de 62 años.
Los militares rebeldes, quienes permanecieron detenidos más de cuatro meses, se beneficiaron de una amnistía general concedida el 31 de mayo por el congreso unicameral ecuatoriano a pedido del presidente Noboa.
El perdón, que liberó a los implicados de cargos penales, no excluía sanciones disciplinarias al interior de las fuerzas armadas.