EMOLTV

Polémica entre Kremlin y Defensa por crisis integrista en Asia Central

Enfangado desde hace más de un año en el conflicto con Chechenia, que amenaza prolongarse, el ejército ruso no dispone de las finanzas precisas para participar en otra guerra local.

03 de Septiembre de 2000 | 11:58 | EFE
MOSCU.- El ministerio de Defensa ruso ha propuesto la intervención de Rusia en la crisis causada por integristas en Asia Central, pero el Kremlin teme implicarse en otra guerra local con un ejército falto de medios y empantanado en Chechenia.

La nueva polémica entre el Kremlin y el ministerio de Defensa surgió el fin de semana, cuando apenas se han apagado los rescoldos del enfrentamiento entre esta cartera y el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas a causa de la reforma de éstas.

Ahora, el ministro de Defensa ruso, Igor Serguéyev, ha enviado un informe al Presidente Vladímir Putin en el que se indica la oportunidad que tiene Rusia de recuperar su influencia en Asia Central si apoya a los gobiernos acosados por los integristas.

Desde principios de agosto se lleva a cabo una ofensiva de guerrilleros radicales islámicos procedentes de Tayikistán contra el sur de Uzbekistán y Kirguizistán, que ha causado hasta el momento entre 150 y 200 muertos en las filas extremistas y militares.

Esas dos repúblicas han desplazado el grueso de sus ejércitos a la frontera con Tayikistán, país que en un principio se mantuvo al margen pero donde ya hubo ataques extremistas hace dos días.

Kazajistán, el país de Asia Central que está más alejado de la zona de conflicto, anunció la creación de unidades especiales ante el peligro de que los enfrentamientos se extiendan también al norte.

"Las acciones extremistas islámicas en Asia Central dan a Rusia la oportunidad de fortalecer su posición en esta región", indicó Serguéyev en su informe, recogido por el diario "Kommersant".

El titular de Defensa fue más allá y señaló que con ese fin "es indispensable tomar acciones decisivas a fin de suministrar ayuda en la lucha contra estos grupos de bandidos y aunar los esfuerzos políticos y militares de los estados centroasiáticos".

Serguéyev criticó en su informe las "muchas reuniones y decisiones sobre papel que empiezan a irritar a los socios de Rusia", en referencia a las declaraciones en el Kremlin y el Gobierno sobre la crisis.

Sin embargo, ni el Kremlin ni el ministerio de Exteriores ruso -que dirige la nueva doctrina de Putin de relaciones con Asia Central- aceptaron entusiasmados esta llamada a "zafarrancho de combate" de Serguéyev.

Estos ánimos bélicos dañaron más si cabe la delicada posición de Serguéyev, ya debilitada por su rotunda oposición a una reforma de las Fuerzas Armadas respaldada por el propio Putin y por su pérdida de influencia frente a los "halcones" del Estado Mayor.

El Kremlin reaccionó con dos posturas oficiales, la primera de las cuales indicó que en Asia Central no hay crisis alguna de integristas sino simplemente un problema de radicales aislados.

Sin embargo, ayer se produjo en el sur de Kirguizistán una incursión masiva de otros 240 guerrilleros procedentes de Tayikistán, pertrechados con mejores armas y organización que las del ejército regular al que se enfrentan.

La segunda postura del Kremlin fue que los países de la zona no han solicitado ayuda oficial a Rusia, pese a que estas llamadas sí se produjeron e incluso atrajeron la atención de la industria militar rusa, siempre ávida de realizar suculentos negocios.

Ante los oídos sordos de Moscú, los gobiernos de Uzbekistán y Kirguizia han terminado por declarar que disponen de sus propios medios para hacer frente a la amenaza.

Este desencanto tiene sus raíces en las promesas de ayuda en caso de amenaza integrista realizadas por Putin en su gira centroasiática de mayo y en las que aseguró que Rusia asestaría un golpe definitivo a los "terroristas islámicos en sus guaridas".

En Moscú, políticos y militares tampoco creen que esa respuesta rusa vaya más allá de la simple retórica hasta ahora empleada.

La catástrofe del submarino nuclear "Kursk" hundido en el Artico puso ante los ojos del país una realidad denunciada desde hacía tiempo: las Fuerzas Armadas rusas hacen frente a una crisis sin precedentes, sin medios siquiera para operaciones de rescate.

Enfangado en Chechenia desde hace más de un año y con la amenaza de prolongarse el conflicto en esta república separatista hasta la primavera próxima, el ejército ruso no dispone de las finanzas precisas para participar en otra guerra local.

A esto se añade la ambigúedad de la diplomacia rusa con los países de Asia Central, pues los guerrilleros islámicos proceden de Tayikistán pese a que Rusia mantiene allí un contingente de muchos miles de soldados y donde sus consejos son seguidos a rajatabla.

No se ha oído reproche alguno de Moscú a Dushambé, principal aliado ruso en la región, mientras todas las amenazas se dirigen al régimen talibán de Afganistán, un enemigo más lejano y cómodo de culpar de todos los males de Rusia, desde la exportación del integrismo hasta el respaldo a los rebeldes chechenes.