MANILA.- Unos 3.000 filipinos se congregaron hoy en una manifestación convocada en Makati, el barrio financiero de Manila, para volver a pedir la dimisión del Presidente Joseph Estrada, acusado de corrupción por diversos sectores sociales.
Poco antes de comenzar la manifestación, la vicepresidenta del país, Gloria Macapagal-Arroyo, dijo a los periodistas que la dimisión del Presidente es la única solución para acabar con la crisis de confianza que se ha adueñado del país.
A principios de octubre, el gobernador de la provincia de Ilocos del Sur acusó al Presidente Estrada de haberse embolsado 8,6 millones de dólares procedentes de un juego ilegal y de otros 2,7 millones en beneficios impositivos, lo que desató las críticas de la oposición y la presentación de una moción de censura.
Uno de los manifestantes, Manuel González, empleado de una aseguradora, declaró a EFE que Estrada se verá obligado a dimitir, "ya que la alta participación de la sociedad indica que el pueblo filipino ya no puede hacer caso omiso de la corrupción generalizada en la Administración".
Aunque los manifestantes coinciden en que la dimisión del Presidente solucionaría la crisis política provocada por las acusaciones de corrupción, no se ponen de acuerdo sobre la mejor alternativa para sacar a la nación del caos.
La alianza de grupos izquierdistas BAYAN propuso "la creación de un consejo compuesto por dirigentes honrados, que deberían decidir si se celebran elecciones o se aplican reformas", dijo a EFE su secretario general, Teodoro Casiño.
"Este consejo debe tener poderes fundamentales que pueden llevar a cabo reformas, pero todo dependerá del movimiento que derrocará a Estrada", añadió Casiño, quien pese al apoyo del pueblo dudó de que el Presidente presente de forma voluntaria su dimisión.
"Creo que Estrada no cederá el poder. Para ello debe haber una fuerza muy fuerte del pueblo, pero si rechaza presentar su dimisión, ante la presión popular, podríamos establecer nuestro propio gobierno y desatender a Estrada", subrayó.
Por otra parte, una encuesta que publica hoy la prensa local indica que el 85 por ciento de los filipinos cree que el Gobierno es corrupto y añade que la mayoría de los hombres de negocios recurren al pago de comisiones para conseguir contratos o licencias.
El Presidente de Filipinas ha negado haber recibido los supuestos sobornos, procedentes del sindicato ilegal del juego, y ha declarado que nunca renunciará a su cargo, así como que está dispuesto a enfrentarse a una moción de censura.
Al menos 41 miembros de la Cámara Baja y doce organizaciones civiles presentaron hace una semana una petición para iniciar el procedimiento de una moción de censura contra el Presidente, que se estudia en la Cámara Baja desde el pasado lunes.
La incertidumbre política creada por las alegaciones de corrupción lanzadas contra Estrada ha afectado a la economía del país, especialmente a la divisa, que hoy volvió a situarse en un mínimo histórico al cerrar la sesión a 49,65 unidades por dólar, aunque llegó a cambiarse durante la jornada a 49,8.
La vicepresidenta, Gloria Macapagal-Arroyo, insistió hoy en que la intervención del Banco Central en favor de la divisa y su decisión de subir los tipos de interés no es una solución a la crisis y dijo que ésta es la dimisión.
"Es inútil recurrir a un instrumento de política monetaria para resolver una crisis de confianza. El problema reflejado por la debilidad del peso es político y exige una solución política", aclaró Macapagal-Arroyo.
La vicepresidenta, que conforme a la Constitución filipina sucederá a Estrada si éste dimite, insistió en que ha hecho esta evaluación desde el punto de vista económico y ello no significa que esté pidiendo la dimisión del jefe del Estado.
