
LA HAYA.- El Tribunal Penal Internacional de La Haya (TPIY) logró este año uno de sus principales objetivos, traer ante sus jueces al ex presidente yugoslavo Slobodan Milosevic, acusado de crímenes contra la humanidad, violación de las costumbres de la guerra y genocidio en los conflictos de Kosovo, Croacia y Bosnia.
Milosevic, el primer ex jefe de estado que será juzgado por el tribunal de la ONU, fue transferido a la prisión de Scheveningen, en las afueras de La Haya, el 29 de junio después de que el Primer Ministro serbio, Zoran Djinjic, contra la opinión del Presidente yugoslavo, Vojislav Kostunica, autorizara su entrega.
Con el traslado al TPIY se ponía fin a un ciclo de más de diez años en el que Slobodan Milosevic arrastró a su país y a toda la región de los Balcanes a tres guerras consecutivas que provocaron miles de muertos y centenares de miles de refugiados, víctimas de la limpieza étnica practicada por las fuerzas serbias.
Pero, el ex dirigente yugoslavo, jurista de formación, no se dio por vencido en La Haya y planteó una estrategia de defensa consistente en rechazar un abogado defensor y descalificar al Tribunal, creado por el Consejo de Seguridad de la ONU en 1993 para juzgar los crímenes de guerra en la antigua Yugoslavia.
En su primera comparecencia ante el TPIY, el 2 de julio, Milosevic apareció desafiante y sin abogados.
Tras calificar de "ilegal" al tribunal, el ex líder yugoslavo se negó a escuchar los cargos que la fiscal jefe, Carla del Ponte, le imputa.
Milosevic argumentó que el Tribunal Penal de La Haya no es un órgano "legítimo" ya que fue creado por el Consejo de Seguridad de la ONU y no por la Asamblea General, que representa a los 189 estados miembros.
En su segunda comparecencia, el 30 de agosto, de nuevo sin abogados, el juez Richard May, le reconoció el derecho a ejercer su propia defensa.
Su estrategia defensiva fue la misma de la primera comparecencia, tachó de nuevo de ilegal y politizado al tribunal y denunció sentirse "discriminado" con respecto a los demás presos por sus condiciones de "aislamiento e incomunicación".
Pero, Milosevic introdujo una novedad en su tercera y última comparecencia, el 29 de octubre, ante la corte internacional.
Para entonces ya habían ocurrido los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York y la sede del Pentágono, en Washington.
El ex dirigente yugoslavo aprovechó esa circunstancia para denunciar la presencia del terrorista más buscado del mundo, Osama bin Laden, principal acusado de la organización de esos ataques, en Albania en el año 2000.
Milosevic afirmó que la anterior administración de EE.UU., encabezada por el demócrata Bill Clinton, conocía la presencia de bin Laden en Albania dos años después de los ataques terroristas contra las sedes diplomáticas estadounidenses en Kenia y Tanzania.
Del Ponte amplió en noviembre los cargos contra Milosevic por el conflicto de Kosovo y logró que el TPIY aceptara nuevas imputaciones por la actuación de las fuerzas serbias en Bosnia-Herzegovina, entre ellos el más grave de los delitos contemplados, el genocidio, por los presuntos crímenes de guerra ocurridos en Bosnia entre 1992 y 1995.
Según la acusación de Carla del Ponte, Milosevic participó en una "acción criminal cuyo objetivo era la expulsión de la mayoría de la población no serbia del territorio de Bosnia-Herzegovina".
Del Ponte alega que en las acciones militares de las fuerzas serbias, miles de musulmanes y croatas de Bosnia fueron asesinados y miles más fueron detenidos en condiciones inhumanas.
El acta de acusación culpa a Milosevic también por la matanza de "miles de musulmanes de Bosnia", entre ellos niños, en la localidad de Srebrenica, en julio de 1995.
Esta es la tercera de las acusaciones confirmadas por el Tribunal penal de La Haya contra el ex presidente yugoslavo, además de los cargos de crímenes de guerra y contra la Humanidad, cometidos en Kosovo en 1999 y en Croacia entre 1991-92.
Milosevic intentó descalificar el acta de acusación y aseguró que las alegaciones de Carla del Ponte "son del nivel intelectual de un niño retrasado de siete años".
El 12 de febrero es la fecha fijada a modo indicativo por el Tribunal para comenzar el juicio, que se calcula que durará al menos tres años.
La ausencia del líder político de los serbobosnios durante la guerra de Bosnia, Radovan Karadzic, y de su jefe militar, el general Ratko Mladic, entre los detenidos del TPIY, es la piedra en el zapato del tribunal internacional, ya que ambos siguen huidos de la justicia y sus testimonios pueden ser claves en la acusación contra Milosevic.