ROMA.- Con una alta participación en la industria y los servicios, Italia vive hoy su primera huelga general de los últimos veinte años, convocada por los sindicatos contra la flexibilización de los despidos aprobada por el Gobierno de Silvio Berlusconi.
Pese a que los datos sobre el seguimiento del paro están destinados a desembocar en la habitual "guerra de cifras", la apreciación general es que la convocatoria tiene una amplia repercusión en todo el país.
Prueba de las informaciones contradictorias, son los primeros datos conocidos de la incidencia de la huelga en la principal empresa del país, Fiat, ya que mientras la dirección habla de un 48 por ciento, los sindicatos la elevan al 90 por ciento.
En cualquier caso, el sector industrial y el de los servicios son los que acusan la mayor participación en el paro, con el cierre de numerosas fábricas, de casi todas las oficinas públicas y de la totalidad de bancos y centros de enseñanza.
Los transportes aéreos, marítimos, ferroviarios y por carretera también quedaron paralizados, con unos reducidos servicios mínimos, que afectan particularmente a los aeropuertos, donde la mayoría de los vuelos han sido cancelados.
Tampoco acudieron a su cita con los lectores los periódicos, excepto tres cabeceras vinculadas con el primer ministro, mientras que la radio y la televisión, incluidas las que son propiedad de Berlusconi, emiten sólo informativos reducidos.
Simultáneamente a la huelga, decenas de miles de trabajadores se manifiestan en las principales ciudades italianas, con los líderes sindicales al frente dispuestos a hacer valer la presión de la huelga sobre el Gobierno.
Sergio Cofferati, secretario del sindicato mayoritario Cgil (ex comunista), afirmó en Florencia que el Ejecutivo "está obligado a cambiar su línea".
"Las propuestas del Gobierno son propuestas de restauración presentadas como modernas reformas", dijo Cofferati tras comparar a Berlusconi con Margaret Thatcher y Ronald Reagan.
Los líderes de los otros dos grandes sindicatos italianos, Savino Pezzotta de la Cisl (ex democristiana), y Luigi Angeletti, de la Uil (centrista), también pidieron al Ejecutivo que reconozca el éxito de la huelga general y dé un paso atrás.
Desde el Gobierno, que hoy celebra Consejo de Ministros, su vicepresidente, Gianfranco Fini, repitió desde Bruselas la posición de partida de no retroceder ni un milímetro en el proceso de reformas laborales y sociales.
Pese a esta negativa, Fini reiteró la disposición del Gobierno a reanudar "mañana mismo" el dialogo social, no sin antes defender sus proyectos con el argumento de que "el mercado italiano es uno de los menos flexibles de la Unión Europea".