PUERTO PRÍNCIPE.- Rebeldes avanzaron a 40 kilómetros de la capital de Haití y el caos se diseminó cuando militantes leales al Presidente Jean-Bertrand Aristide incendiaron barricadas, secuestraron automóviles, y saquearon y atacaron el único hospital que aún funciona en Puerto Príncipe.
Aristide dijo que no piensa renunciar, aún cuando Estados Unidos lo apremió a entregar el poder.
Unos 2.200 infantes de marina norteamericanos fueron puestos en estado de alerta mientras el Pentágono evaluaba la posibilidad de enviar tropas a aguas territoriales haitianas para bloquear un nuevo éxodo de refugiados y proteger a los aproximadamente 20.000 estadounidenses que residen en el país.
Pero Aristide insistió en que "tengo la responsabilidad, como Presidente electo, de permanecer donde estoy".
"Mi vida está vinculada a la de ocho millones de personas", dijo, y pidió que un pequeño contingente de fuerzas de paz proteja la democracia en Haití.
Sin embargo, la comunidad internacional, encabezada por Estados Unidos, Francia y Canadá, ha exigido al gobierno y a la oposición de Haití que lleguen a un acuerdo político antes de intervenir.
"Pedimos con toda urgencia al Presidente Aristide que emita las instrucciones necesarias para que sus simpatizantes pongan fin a la violencia", dijo el viernes en la noche la embajada de Estados Unidos en Puerto Príncipe.