Peter Parker ahora será Pavitr Prabhkar.
BUENOS AIRES.- Conseguir novia en la India no es fácil. Quienes entran a Shadi.com, el sitio número uno de oferta de parejas de un país que tiene 1.060 millones de habitantes, se encuentra que sólo en la categoría “hindú” existen 13 comunidades distintas. Bengalí e Hindi entre las más conocidas en Occidente. Y Telugu y Oriya entre las menos. Eso sin mencionar a los parsis, sikhs y jainos. Para qué hablar de cristianos y musulmanes. Sin duda, las cosas van a complicarse mucho más en la gran colmena humana del subcontinente indio, cuando las jóvenes casaderas comiencen a suspirar por un galán como Pavitr Prabhkar, el esbelto, audaz y bondadoso “Hombre Araña”.
¿El Hombre Araña? ¿Pero acaso ese no es Peter Parker, aquel enamorado tímido oculto bajo los ojazos de Spiderman? No a partir de este 2004.
Dhotis blancos
Sucede que el personaje que crearon Stan Lee y Steve Diko hace 42 años, acaba de inaugurar una nueva era en el negocio de los superhéroes: La de la “transcreación”.
“A diferencia de las traducciones tradicionales de los comics estadounidenses, “Spiderman - India” será la primera ‘transcreación’ donde nosotros reinventamos lo que era su origen occidental como el Hombre Araña, de manera que él se convierte en un joven de la India en Mumbai (Bombay) y se ve enfrentado por desafíos y problemas locales”, explica al respecto Sherav Devarajan, CEO de Gotham Entertainment Group.
Fue esta empresa la que logró el permiso de Marvel Comics (la dueña de la historia original) para que el Hombre Araña se calce unas babuchas (zapatos tradicionales con la punta hacia arriba) y cambie sus pantalones apretados por la tradicional tela blanca enrollada en cada pierna, el dhoti, pantalón tradicional en la India.
Pero no se trata nada más que de un asunto de “fashion”. El Hombre Araña de la India tendrá también una piel más oscura que su “primo” de Queens, en Nueva York. Y su novia será Meera (en vez de Marie), a la cual algunas veces veremos vestida de sari riguroso y otras con ropas más globales, representando a la emergente, gigante y valóricamente sincrética clase media del subcontinente.
Los villanos también han sido rediseñados. El cambio más dramático es el que sufrió el “Duende Verde”, también conocido como Norman Osborn. Ahora será nada menos que Rakshasa: cabeza de hombre y cuerpo de monstruo mitológico, muy acorde con los bestiarios demonológicos del hinduismo.
También el origen de sus poderes fue cambiado. La verdad es que este asunto de la picadura de la araña radioactiva mutante quedó un poco out en estos tiempos de ingeniería genética. Mucho más acorde con su nuevo hogar es -en cambio- una visión más “espirtualista” donde un maestro de yoga, un brahmán sabio, le transmite los poderes que le permitirán escalar el Taj Mahal en una que otra persecución.
¿Resultará? Quien se juega un buen poco el cuello en el asunto es el dibujante y director artístico del proyecto, el arquitecto indio Jeevan J. Khang.
La “hora cero” tendrá lugar en el próximo mes de agosto. “Lanzaremos el comic en todas las ciudades grandes del país”, anticipa Prithvijit Ramachandra, encargado de relaciones públicas de Gotham. El plan inicial es conseguir algo menos del 1 por ciento del mercado de los menores de 20 años del país (550 millones de personas). Es decir, la empresa se contenta con -después de lanzar cuatro números a la calle- estabilizarse en cinco millones de lectores, revela Ramachandra.
No parece tan difícil, considerando que la versión estadounidense ya vendía esa misma cantidad. Por si fuera poco, Pavitr Prabhkar ya sacó patente de políglota consumado: Hablará cinco de las 19 lenguas oficiales del país (assamí, tamil, bengalí, hindi e inglés), cada una de la edición respectiva.
Con un precio de 15 rupias por revista, vender cinco millones de ejemplares significa un ingreso bruto de alrededor de US$ 1 millón por cada edición. Parece un negocio prometedor, que se verá impulsado por el hecho de que, en India, el estreno de Spiderman 2 será en agosto, lo cual producirá un efecto de arrastre.
Superman, el rojo
Su éxito podría dar inicio a una oleada de “transcreaciones”. Superhéroes que habitarían en verdaderos universos culturales paralelos. De hecho “Spiderman-India” parece ser una vuelta de tuerca de la tendencia que ya existe hace mucho en el mundo de los comics: Los “elseworlds”, algo así como “Otros Mundos”.
Se trata de versiones alternativas de las historias y los personajes más conocidos. El Batman que tuvo aventuras en la Inglaterra de la Reina Victoria, es un caso. O el de La Mujer Maravilla interviniendo en el derrumbe económico y social de Argentina, es otro.
Sin duda una de las historias más fascinantes de esta escuela es la reciente “Superman: Red son”, donde un pequeño cambio de horario en el lanzamiento del cohete con que los padres de Superman lo salvan de la destrucción del planeta Krypton, hace que la nave, en vez de caer en Texas, lo haga en Ucrania. Allí, en vez de los apacibles granjeros que convierten al bueno de Clark Kent en un emisario del “American Way of Life”, Superman es recogido por unos fervorosos campesinos colectivistas y comisarios políticos que idolatran a Stalin.
Creada por Mark Millar y dibujada por Dave Johnson y Kilian Plunkett, “Red Son” muestra como, tras la muerte del terrible dictador georgiano, Superman accede al poder (es literalmente “el hombre nuevo”) e impone el comunismo en todo el planeta.
Ajeno a toda alegoría obvia, Millar explicó hace poco que su intención fue, menos burlarse del comunismo (“porque ése era un blanco fácil”), que conseguir “algo más shakespeareano, un hombre que lucha por hacer las cosas de la manera correcta, pero que en el camino termina cometiendo errores terribles. Por supuesto, “Red Son” es un comentario sobre el colapso de la Unión Soviética, pero sirve también como alegoría de la sociedad en la que estamos viviendo. La idea de Superman conquistando el mundo mediante ataques preventivos es, en realidad, una clara reflexión sobre aquello que ha estado pasando en los Estados Unidos durante los últimos diez o quince años. Se refiere a los Imperios y al hecho de que esas estructuras monolíticas están condenadas desde el principio”.
En una progresión tan delirante como deliciosa, Millar traspuso a la ciudad de Stalingrado la tragedia de Batman. Con sus padres asesinados en una de las purgas ordenadas por el “gran padrecito” georgiano, el hombre murciélago se revela contra la dictadura del “superhéroe único” y, derrotado, decide morir como un héroe anticolectivo.
Mientras, en una Casa Blanca tan débil como finlandizada, Lex Luthor con su esposa Luisa Lane, conspiran contra el Superman Rojo armando un grupo de marines Linternas Verdes.
La serie de tres números se publicó en los EE.UU. entre mayo y octubre del año pasado. Y se reeditó en un único volumen en diciembre. Y muestra que las editoriales están dispuestas a correr algunos riesgos
Gui Karyo, director editorial de Marvel Comic coincide con esta visión. Y asegura que el Hombre Araña de la India va por ese camino. Según él, la empresa “está continuamente haciendo lo mejor por empujar las fronteras de los libros de comics tradicionales y estamos abiertos a nuevas orientaciones de nuestros personajes. Gotham (su socio de la India) está ayudándonos a expandir nuestra marca con una visión verdaderamente global”.
Si es así, entonces, ¿para cuándo un Wolverine o al menos algún X-Men chileno?
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