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EE.UU. estudia "Viagra rosa" para disfunción sexual femenina

En principio, el medicamento está diseñado para las mujeres a las que se les ha extirpado el útero o los ovarios y que también toman píldoras de estrógeno.

02 de Diciembre de 2004 | 16:56 | EFE
SAN FRANCISCO.- Las autoridades sanitarias de EE.UU. estudian hoy la aprobación de la llamada “Viagra rosa”, un medicamento que pone sobre el tapete la espinosa cuestión de si la disfunción sexual femenina puede resolverse con un simple parche.

En principio, el medicamento -en forma de parche con testosterona que se adhiere al abdomen- está diseñado para las mujeres a las que se les ha extirpado el útero o los ovarios y que también toman píldoras de estrógeno.

Pero los críticos predicen que otras personas sin estos problemas también emplearán el producto, que pone sobre la mesa una discusión de más amplio alcance sobre qué constituye una disfunción sexual y cómo y quién la define.

Sobre el parche, fabricado por Procter & Gamble y llamado Intrinsa, debe pronunciarse la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE.UU., en la que un comité de expertos interrogó hoy a varios testigos sobre las ventajas del tratamiento y su seguridad a largo plazo.

La empresa farmacéutica aseguró hoy que no tiene constancia de que se hayan producido problemas con el parche, y pidió que no se retrase la aprobación del producto.

“No es infrecuente que haya preguntas sin responder en la aprobación de un medicamento”, dijo Joan Meyer, directora de desarrollo de nuevos medicamentos de Procter & Gamble.

Pero otros expertos pidieron a la FDA que no lo apruebe hasta que no haya más estudios que demuestren su inocuidad a largo plazo.

Estos críticos recuerdan la alarma que se creó cuando se descubrió que las terapias de reemplazo hormonal que utilizan millones de mujeres elevan el riesgo de padecer problemas cardiovasculares y cáncer de pecho.

“Se desconoce si la adición de una hormona diferente, la testosterona, podría tener efectos adversos no previstos”, señala la FDA en un informe publicado en Internet, en el que también alude a la posibilidad de que las ventajas de usar Intrinsa no sean clínicamente relevantes.

Aunque el parche se conoce popularmente como el “Viagra femenino”, en realidad no es equivalente, ya que mientras que las píldoras azules remedian un problema fisiológico -la disfunción eréctil- Intrinsa quiere devolver el deseo sexual a la mujer.

Sea como fuere, desde que Viagra salió al mercado las farmacéuticas han estado investigando diferentes opciones para encontrar la réplica femenina.

En juego está un enorme mercado del que forman parte las mujeres de la generación del “baby-boom” (las personas nacidas entre 1946 y 1964) que, según los sociólogos, tienen grandes expectativas respecto a su calidad de vida en todos los aspectos.

A medida que las mujeres envejecen, señalan los científicos, pierden no sólo estrógeno sino también testosterona, la llamada “hormona del deseo”, de manera que las terapias a base de testosterona estarían “recargando” el deseo en las mujeres.

El debate sobre la “Viagra rosa” constituye una oportunidad de oro para poner aspectos de la sexualidad femenina sobre el tapete, y en este sentido es aplaudida por algunas defensoras de la liberación sexual.

Pero otras se oponen a que se mediquen las dificultades sexuales de las mujeres y critican la avaricia de las compañías farmacéuticas.

La solución a estos problemas, apuntan, no se encuentra en la farmacia sino en factores como la educación sexual, la falta de comunicación con la pareja o el estrés.

A diferencia de los hombres, bastante más simples en este aspecto, el deseo sexual en las mujeres está enormemente influido por factores tan diversos como los sentimientos hacia su pareja, niveles de estrés o experiencias sexuales del pasado.

“En la mayoría de los casos, no son problemas médicos, sino relacionados con la carrera, la familia o la pareja de la mujer”, señala la profesora de Psiquiatría de la Universidad de Nueva York Leonore Tiefer.

Un estudio publicado el año pasado en la revista “British Medical Journal” advertía del “riesgo de que las complejas causas que explican las dificultades sexuales se quiten de en medio, de un plumazo, para simplificar el diagnóstico y recetar la medicina”.

El estudio denunciaba que a lo largo de los últimos seis años la industria farmacéutica ha “fabricado” una nueva categoría de enfermedad, la de la impotencia sexual femenina, a fin de vender más medicamentos.
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