Ciudad del Vaticano.- Dos semanas después de ser sometido a una traqueotomía, el fallecido Juan Pablo II comió un suculento "cannolo siciliano" (dulce a base de ricotta, chocolate y fruta escarchada) y pronunció unas pocas palabras, comprensibles, y con buen tono de voz.
Así lo cuenta el doctor Rodolfo Proietti, jefe del equipo que atendió al Papa, en una entrevista concedida al diario "Avvenire", del Episcopado italiano, de la que adelantó un extracto.
Proietti dijo que el 24 de febrero, cuando el Sumo Pontífice ingresó por segunda vez al Policlínico Gemelli, aquejado de una nueva crisis respiratoria, fue el momento de las decisiones difíciles. "La traqueotomía era indispensable, ya que había que proteger las vías respiratorias. Se lo comunique al Santo Padre y le pedí su consentimiento. Me lo dio y, tras ponerme en mano de la Providencia, me preguntó: '¿Volveré a hablar?'. Le dije que haríamos todo lo posible y durante muchos días sentí el peso de la promesa", narró el médico.
El médico agregó que el 11 de marzo se dio cuenta de que la operación había sido un éxito. Según relató, ese día fue a visitar al Papa el director sanitario Cesare Catananti, quien llevaba una caja de "cannoli" sicilianos.
En un momento en que Catananti hablaba con el médico en un cuarto contiguo, un enfermero entró y les dijo que fueran a la habitación del Papa. Cuando entraron, lo vieron comiendo con apetito un pastel. "El estupor se convirtió en incredulidad cuando el Santo Padre, con una gran sonrisa, dijo: 'Buenos, muy buenos, gracias, gracias'. En ese momento nos dimos cuenta de que habíamos logrado los objetivos terapéuticos, el Santo Padre deglutía normalmente y hablaba", narró Proietti.
El médico recordó, después, los momentos de dolor: "El 1 de abril comenzó la última crisis, llegué inmediatamente al Vaticano. Cuando lo vi me arrodillé y permanecí en silencio".
Juan Pablo II falleció al día siguiente.