PARÍS.- La votación para las elecciones presidenciales francesas comenzó el sábado en los territorios de ultramar, mientras el favorito Nicolas Sarkozy criticó las declaraciones "bélicas" de la candidata Ségolène Royal, quien sostuvo que su victoria el domingo podría provocar disturbios.
Los colegios electorales abrieron en la Guayana Francesa, en las islas caribeñas de Martinica y Guadalupe, y en el pequeño territorio de ultramar de St. Pierre and Miquelon frente a la costa este de Canadá, dando inicio a la votación un día antes que en la Francia continental.
Alrededor de un millón de ciudadanos franceses pueden depositar su voto fuera de Francia un día antes, una medida que pretende fomentar la participación. El resto de los 44,5 millones de electores franceses votarán mañana.
En una entrevista publicada por el diario "Le Parisien" anoche en su página en internet, el derechista Sarkozy dijo que la advertencia de Royal de que podría haber violencia si ella pierde las elecciones, es una señal de desesperación de su rival socialista.
"Este lenguaje bélico es la negación de normas democráticas básicas", dijo Sarkozy. "Sin duda se debe a que está desmoralizada", añadió.
Royal aparece 10 puntos por detrás del conservador en las últimas encuestas publicadas ayer antes de la veda electoral.
Las normas electorales francesas suponen que "Le Parisien" no pudo publicar la entrevista con Sarkozy en la edición impresa de hoy, ya que están prohibidos los sondeos y los actos de campaña en la víspera de la votación para garantizar un "día de reflexión" antes de acudir a las urnas.
Ayer, Royal le dijo a la radio RTL que "elegir a Nicolas Sarkozy sería una opción peligrosa" y reconoció que estaba rompiendo un tabú al plantear la perspectiva de la violencia.
Comentario "humillante"
Al ser consultada sobre si podría haber disturbios si Sarkozy gana, Royal respondió: "Creo que sí, creo que sí", en referencia a las manifestaciones violentas en barrios marginales registradas en 2005.
Los críticos de Sarkozy lo acusan de haber administrado políticas duras durante su puesto como ministro del Interior.
Agregan que su comentario "humillante" dirigido a las bandas juveniles que, según dijo, estaban arruinando la vida en un suburbio multiétnico, desató las peores manifestaciones en Francia continental en 40 años.
Hijo de un inmigrante húngaro, Sarkozy ha sido presentado como un político duro cuya ambición pone en peligro la democracia, en una campaña cada vez más feroz. Royal fue encasillada como una figura débil y proclive al error que carece de peso presidencial.
Sarkozy buscó atraer a una "mayoría silenciosa" de franceses trabajadores, prometiendo cambios reales a través de reformas al estricto código laboral, restauración del pleno empleo y un mayor crecimiento y poder de consumo.
Por su parte, Royal dijo que elegir a una mujer iba a significar un cambio radical para Francia. La candidata ofreció políticas económicas de izquierda y un enfoque consensuado en cuestiones sociales, prometiendo "un cambio sin brutalidad".
Pero algunas de sus propuestas, como el envío de jóvenes criminales a campos de reclutamiento, resultaron demasiado autoritarias para algunos socialistas.
Final agresivo
Tras un comienzo de campaña sin agresiones, Royal cambió su táctica a partir de la primera vuelta del 22 de abril, atacando a Sarkozy en un debate televisivo durante la semana, en un intento de atraer votos de centro, que según los analistas son la clave de la elección de mañana.
Pero Sarkozy estiró su ventaja. Dos encuestas hechas públicas ayer le dieron el 55 por ciento de la intención de voto a Sarkozy y el 45 por ciento a Royal, lo que sugiere que la socialista necesitará un "tsunami político" para ganarle a su rival y convertirse en la primera Presidenta de Francia.
El bando de Sarkozy ya planea festejos en la Place de la Concorde del centro de París, y el candidato dijo a "Le Parisien" que, si ganaba, se tomaría un breve receso antes de liderar la lucha por las elecciones parlamentarias de junio.
Quien sea que gane, el próximo líder francés tendrá que enfrentar un dolor de cabeza en materia de política exterior, ya que los talibanes de Afganistán demoraron hasta después de la votación la liberación de un rehén francés.
Los talibanes quieren que las tropas francesas se vayan de Afganistán y que las autoridades locales liberen a prisioneros de la agrupación.
Sarkozy dijo en abril que no veía un rol a largo plazo de Francia en Afganistán, pero no ligó sus comentarios a la crisis de los rehenes.