NUEVA YORK.— El último adiós a la "reina de la salsa" Celia Cruz paralizó el centro de Manhattan el martes, en que una multitud saludó el paso del féretro por la Quinta Avenida hacia la Catedral de San Patricio, donde se ofició una pomposa misa fúnebre.
Cruz falleció víctima de un cáncer cerebral el miércoles anterior, a los 78 años, y durante los siete días en que sus restos fueron velados en Miami y Nueva York, frente al féretro desfilaron admiradores, artistas, amigos y fanáticos que le rindieron tributo.
Luego de congregar decenas de miles de admiradores en Miami durante el fin de semana, la cantante cubana recibió el homenaje más impresionante jamás rendido a un artista hispano en Nueva York.
El ataúd dorado, cubierto con la bandera cubana, con el cuerpo de la "Guarachera de América" atravesó el corazón de Manhattan en un majestuoso carruaje con paneles de cristal, coronado con flores blancas y lilas y tirado por dos caballos blancos.
Multitudes emocionadas cantaban y la despedían con gritos y aplausos al ver pasar la procesión.
La misa, antes del entierro, fue oficiada por el obispo auxiliar de Nueva York Josú Iriondo y asistieron personalidades cercanas a la cantante, docenas de periodistas y millares de seguidores.
"¿Qué hay de mágico en Celia que nos convoca y nos hace vibrar como instrumentos de una orquesta?", preguntó el obispo durante la homilía. "Su pasión y su única pasión fue la vida", se respondió.
Iriondo agregó que "para Celia la libertad era una expresión de la vida y por eso sirvió a la libertad.... Es querida por su libertad, su creatividad, su humildad".
El religioso recordó el "azúcar" que era emblemático en las apariciones de la salsera. "Celia no te has ido, no te vemos pero te sentimos y como el azúcar, vives metida dentro del café", dijo.
La ofrenda de la hostia y el vino en la ceremonia fue entregada al obispo por Antonio Banderas, Paquito D’Rivera, Jon Secada y Rubén Blades.
Patti LaBelle estremeció a los asistentes al servicio cuando interpretó Ave María y el salsero Víctor Manuel lloró al cerrar la ceremonia cantando "Carnaval", una famosa canción de Cruz.
En las afueras del templo, Yolanda Pérez, otra admiradora, dijo que "escribí un poema para Celia, porque es una mujer muy linda... se llama ’Hasta el cielo lloró’".
Y en cierta forma lo hizo porque un aguacero cayó mientras el cortejo enfilaba al cementerio. Pero la lluvia no mermó las expresiones de sus fanáticos, que empapados esperaron en las calles para darle el último adiós.
Finalmente el cortejo, encabezado por el carruaje, continuó su recorrido hacia el cementerio de Woodland, en el Bronx, en donde solo sus familiares y amigos más cercanos asistieron a la sepultura.
La artista llegó a Estados Unidos en 1960, poco después de la revolución cubana. Su carrera la había iniciado 10 años antes con la Sonora Matancera y durante su trayectoria grabó más de 70 discos y recibió, entre otros, una estrella en el paseo de la fama de Hollywood y la medalla de la Fundación Nacional de Apoyo a las Artes por el presidente Bill Clinton, en 1994.