SANTIAGO.- Ivan Nagy regresa al Teatro Municipal con su elogiada versión de “Giselle” y un gran elenco de nivel internacional. Para la función inaugural de esta obra –el martes 29 a las 19.00 horas- considerada el gran ballet romántico de todos los tiempos, estarán en los roles protagónicos el primer bailarín de la Opera de Viena, el húngaro Tamas Solymosi (Albrecht), y Andresza Randisek (Giselle), solista del Ballet de Santiago, quien debutara el año pasado como Julieta, con gran éxito de crítica.
Alternarán también en los roles centrales los primeros bailarines Luis Ortigoza, César Morales y Natalia Berríos, y la solista Maite Ramírez (miércoles 30 de julio, 19:00 horas; 29, 30 y 31 de julio y 1, 2 y 3 de agosto), junto a ellos estarán solistas y artistas del Ballet de Santiago.
El montaje cuenta con los diseños de escenografía y vestuario de Pablo Núñez y la iluminación de José Luis Fiorruccio. La Orquesta Ciudad de Santiago será dirigida por el maestro Santiago Meza.
Cuando el ballet “Giselle” fue creado en 1841, hacía muy poco tiempo que las zapatillas de punta habían sido inventadas revolucionando las posibilidades técnicas de las bailarinas. Estas parecían volar por el escenario y el público estaba encantado con la nueva estética. Por esos años también, los personajes e historias que inspiraban a los coreógrafos y músicos eran seres irreales rescatados de cuentos y leyendas europeas, donde frecuentemente el amor superaba la muerte.
Y es así como la historia de la campesina enamorada, traicionada y muerta de amor, vengada en la otra vida por las temibles wilis, es el fiel reflejo de una época romántica que, a pesar del paso del tiempo, ha cautivado por siglos a los públicos más diversos en el mundo. De hecho, se dice que el rol de Giselle es para una bailarina lo que el rol de Hamlet para un actor.
“Giselle”, con música de Adolphe Adam, será presentada en el escenario del Teatro Municipal en versión de Ivan Nagy -basada en la original- como parte de la Temporada 2003 del Ballet de Santiago.
Las funciones del Abono Internacional serán los días martes 29 y miércoles 30 de julio (19.00 horas). Las presentaciones del Encuentro con el Ballet los días jueves 31 de julio y viernes 1 de agosto (19.00 horas), Ballet Joven, sábado 2 de agosto (19.00 horas) y Ballet para la Familia, sábado 2 de agosto (15.00 horas) y domingo 3 de agosto (15.00 y 19.00 horas).
Encarnando el rol protagónico estarán, alternadamente, las bailarinas Andresza Randizek, Natalia Berríos y Maite Ramírez. En tanto como Albrecht, estarán los primeros bailarines Tamas Solymosi (bailarín invitado), Luis Ortigoza y César Morales, junto a ellos estarán solistas y artistas del Ballet de Santiago.
La génesis
Théophile Gautier había publicado un libro de poemas y prosa antes de dedicarse a la crítica de danza y de teatro, y fue su inspiración poética la responsable de la producción de este famoso ballet.
Gautier contribuyó, quizás más que cualquier otro, al crecimiento y definición ideal del ballet romántico francés en la primera mitad del siglo XIX. Embelesado por el arte y personalidad de la joven bailarina italiana Carlota Grisi, encontró una idea teatral adecuada para ella, en una leyenda popular incluida por Heinrich Heine en su libro “De Alemania”.
Le escribió a su colega alemán expresándole que “releyendo su excelente libro ‘De L’Allemagne’, encontré un pasaje fascinante donde habla acerca de duendes vestidos de blanco, hadas de pies de raso dorado, Wilis blancas como la nieve que bailan sin piedad; de esas delicadas apariciones que ha encontrado usted bajo la luz de la luna o sobre las orillas de río en la noche neblinosa, e involuntariamente me he preguntado: ¿No haría esto un bello ballet?”.
Heine había recogido una leyenda eslava sobre las Wilis, doncellas vestidas con traje de novia, flores en la cabeza, caras blancas como la nieve, y muy bellas, muertas antes del día de su boda, y que no tenían paz en sus tumbas pues no podían satisfacer su pasión por danzar. Así, a la medianoche surgían de sus sepulturas y envolvían a cualquier hombre que se les acercara obligándolo a bailar hasta morir.
Nueve años antes, “La Sylphide” de Filippo Taglione, había marcado el inicio de la era romántica en el ballet. “Giselle” perfeccionaría esta fórmula, pues el tema de una amor entre un hombre mortal y un ser fantástico, con la victoria del amor puro sobre la maldad, se volvía a repetir, pero con un contraste más marcado entre ambos actos: el primero realista, y el segundo con elementos sobrenaturales, muy valorados por el Romanticismo.
La versión de Ivan Nagy
La versión de este gran ballet romántico que presenta el Ballet de Santiago es responsabilidad de Ivan Nagy y Marilyn Burr. Ella recrea la esencia de la historia, con toda la atmósfera de fantasía, magia y romanticismo que la obra requiere, ha sido el propio Ivan Nagy, que este año asumió como director de la Compañía, quien junto a su esposa y maestra de baile, Marilyn Burr, día tras día ha estado trabajando con los solistas e integrantes del cuerpo de baile, puliendo y recreando cada uno de los roles de esta hermosa obra.
A juicio de Ivan Nagy, abordar “Giselle” es un gran desafío para los solistas y cuerpo de baile y sólo puede ser montado por Compañías de un alto nivel. Y si se trata de exigencias para con “Giselle”, Nagy las tiene muy claras ya que él, en su etapa de bailarín, representó en numerosas oportunidades el rol del Príncipe siendo catalogado como “uno de los mejores Albrecht de este siglo”.
Asegura que el rol exige un gran “partenaire”, que posea técnica y entrega interpretativa. Agrega que “He procurado mantener las bases de la tradición en esta puesta, pues considero que no se puede desperdiciar una creación tan valiosa, siento que tengo el deber de transmitirla, en su más pura esencia, a las nuevas generaciones. “Giselle” es un ballet que me gusta mucho, su historia, su drama, su romanticismo, todo ello hay que atesorarlo. Y para dar esta tónica contaremos con los diseños de escenografía y vestuario de Pablo Nuñez que tiene gran talento, y, traeremos para los efectos de iluminación, a José Luis Fioruccio. Todos concordamos en que hay que mostrar magia, encantamiento, belleza, y, una atmósfera de gran romanticismo, para recrear de la mejor forma esta obra”.
Cuenta que “he puesto especial énfasis en cada uno de los personajes, los he estudiado a fondo, y, creo que Albrecht no se puede idealizar, no lo veo como honesto, él sólo trata de divertirse con Giselle, no la ama, sólo cuando la pierde, se humaniza; mientras que Hilarión, que a menudo se le juzga de mal carácter, está bien inspirado, ama a Giselle, y, hace esfuerzos por conseguirla”. Enfatiza que “por supuesto el rol de Giselle es de gran exigencia. No hay que olvidar que para el Cuerpo de baile el acto segundo con las wilis, es de la más alta exigencia”.
Hermoso entorno
El talentoso diseñador chileno Pablo Nuñez, quien ha trabajado en el Teatro Municipal en numeroso montajes tanto de ópera como de ballet, tiene a su cargo la escenografía y vestuario.
“Nos propusimos hacer una “Giselle” clásica, rescatando la tradición, el espirítu romántico, ese halo necrofílico, y, sobretodo, me interesó recrear una producción muy hermosa. La escenografía del Acto I está tratada en tonos otoñales, e incluso procuré mantener el color que se ha usado tradicionalmente para mostrar este ballet, primando una atmósfera bucólica, de vendimia. El Acto II, un bosque y un pantano, posee los momentos mágicos, donde habitan las “wilis” que son novias abandonadas, imperando el color azul verdoso. Para la escena de las wilis, tanto la escenografía como el vestuario, la cubriré con rosas marchitas, que son el símbolo de la muerte, de la tristeza, del abandono, y, por supuesto,