Daniel Quiroga
17/9/2002
Variado programa internacional dirigió David del Pino Klinge en el cierre de la serie ofrecida en el Teatro de la Universidad de Chile. Se dio la escasa oportunidad de conocer una composición de autor nacional. "Apocalíptica III" de Santiago Vera (1950) muestra la seriedad de un trabajo extenso. Ésta es la tercera obra originada en el vivir del angustioso siglo XX, en que la existencia humana fue sometida a dos guerras mundiales.
Naturalmente, el compositor reunió voces e instrumentos como medio de expresión de tal estado angustioso. "Apocalíptica I" fue titulada "El Principio", para violín y piano; "Apocalíptica II" se llamó "El Principio y el Fin", para orquesta de cuerdas y piano. Finalmente, "Apocalíptica III" se titula "El Amor es el Principio y el Fin" y reúne coro mixto y orquesta. Las tres partes surgen de bases religiosas y se vinculan tanto a los sucesos mundiales como a las experiencias del autor.
"Apocalíptica III" se basa musicalmente en el "Himno a San Juan Bautista", cuyas primeras sílabas dieron el nombre a las siete notas de la escala de Occidente. El compositor elabora los sonidos con técnicas actuales, que no siempre son fijadas con exactitud. Su enlace con los instrumentos es así variable en sus velocidades e intensidades. Un amplio repertorio instrumental se unió a las voces del coro universitario en la expresión intensa que rodea la obra. Recibida con aplauso entusiasta, "Apocalíptica III" señaló una obra de mérito para un autor nacional que ingresa al repertorio sinfónico coral con recursos actuales bien asimilados.
Siguió el destacado pianista italiano Sergio Ciomei con el Quinto Concierto para Piano y Orquesta, de Beethoven. En la brillante obra, en un lenguaje de plena madurez y llena de vigor, Ciomei lució una técnica clarísima en todos los aspectos virtuosísticos y al final accedió al aplauso reiterado del público, luciendo su escuela italiana en una Sonata de D. Scarlatti, autor que el artista ha trabajado con especial interés.
Dos obras de Maurice Ravel completaron el programa. El "Bolero", audaz para su época (1928), reitera el tema expuesto por un solo instrumento que luego es ofrecido por las sucesivas familias instrumentales, conformando paulatinamente el brillante encuentro del "tutti" orquestal concebido sobre el ritmo de danza española. "Bolero" fue en su época un desafío para músicos y auditores por sus inesperadas superposiciones tonales. La segunda suite del ballet "Daphne y Chlóe", con participación del Coro Universitario, acompañó este sector destinado al modernismo.