Faltó el rugido
Claudio Vergara 29/11/2004
Pasaron nueve años desde la última vez que el "Puma" se subió a un escenario masivo en Chile. Toda una vida para un mercado hispano que exige virajes urgentes y que trastoca su geografía sonora sin delinear límites. Y el sábado en el Estadio Nacional, pagó caro el paréntesis: su melena con terminaciones por el cuello y sus arranques rumberos enmarcados en pasitos cortos ya no son fetiche para la masa adolescente que abandonó el recinto. Menos aun el dramatismo en los pasajes de "Culpable soy yo" o "Tengo derecho a ser feliz". Demasiada lágrima y yerro existencial para un público que sufre con la conquista incompleta del bailarín del reality de turno. Y la escena es más desconcertante cuando vuelca su faceta cristiana: se nota que hoy es su mayor goce sobre el escenario. Pero aún tiene tiempo para remodelar su leyenda según la receta de Luis Miguel: armarse de un repertorio clásico lo suficientemente popular como para cobrar vigencia. Tiene voz y estirpe para ello. Pero le falta rugir como hace tiempo no lo hace.
