Marcelo Contreras 14/2/2005
Miami hace milagros. Alberto Plaza se marchó a la capital latina de EE.UU. peinado y con la camisa dentro del pantalón, y regresa con juvenil y ajustadito collar y los faldones libres. Noche de sábado en Viña, el público del casino no terminaba de acomodarse en sus asientos cuando Plaza arremete con "Pa’lante", su último y festivo single, muy en la fibra de otro optimista como Diego Torres.
Para restregarse los ojos, para borrar de un plumazo su enervante corrección escénica del pasado. El Alberto Plaza panamericano se da tiempo para el humor y hasta la picardía entre canciones. La flemática audiencia del casino apenas se resiste. Ríe, grita, se levanta de sus asientos, cosa que casi nunca sucede en la sala Ballroom. Hasta le canta el "Cumpleaños feliz" dos veces. Cuando el público recién termina de suspirar con "Te vas" o enternecerse con "Milagro de abril", Plaza activa el resorte del ritmo con "Ahora es Miguel", "Que cante la vida" y "Voy a cambiar el mundo".
Su voz se oye firme, amplia, mientras que su renovada seguridad escénica le dio cancha para intentar con sobrado éxito una acción ecuménica en el escenario: unir antes de que empiece el Festival a Myriam Hernández y Ricardo Montaner. Plaza va cerrando el círculo. Los buenos temas ya los tenía. Ahora los transmite con sangre.