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Javier Estrada ganó Granja VIP en electrizante final

El español venció al Coca Mendoza en un duelo que mantuvo al televidente al borde del asiento.

12 de Agosto de 2005 | 05:04 | Por El Televidente. El Mercurio en Internet
SANTIAGO.- De haber tenido a mano un frac, el televidente lo hubiera vestido gustoso para disfrutar desde la intimidad de su hogar, de la gran final del segundo reality granjero de Canal 13.

De hecho al televidente le hubiera gustado estar en cuerpo y alma en el remozado Teatro Caupolicán, para verla de cerca, pero de haberlo hecho, habría dejado de ser televidente y nada de esto habría tenido sentido.

Durante los instantes previos al programa, el televidente hace un recuento silencioso y aleatorio de lo que ha sido este complejo y efectivo espectáculo: las lágrimas de Sandra (quizás el llanto más rápido en lo que va desde que existe el formato), el permanente asco de Pamela (que entró dos veces y que en las dos no duró más que una semana), la escasa chispa de la Zapallito (mención aparte para las sacadas de cresta en los columpios para su eliminación), los ojos de huevo frito de Viktorya, el hostigoso liderazgo del Coca, la felicidad 24 horas de Cathy (¿o es Kathy?, el televidente nunca lo tuvo del todo claro), el impresionante crecimiento de Javier (que entró entendiendo muy poco y salió entendiendo más que todos), la irrupción de Vicky, que sí llegó a poner las cosas en orden (no en vano fue la justa representante de las hembras en la noche final).

En esas reflexiones previas se perdía el televidente cuando de pronto ¡Pam! ya está aquí la transmisión de la final, que esta noche por primera vez es en vivo, por lo que ésta vez el televidente se enterará de los hechos al mismo tiempo que los periodistas y los infiltrados y los trascendidos, que a ratos hicieron tan arduo éste de por sí arduo proceso.

“Fueron 93 días. 22 mil horas de grabación”, dice Sergio Lagos ante un Caupolicán a tablero vuelto (“¿Cuántas de todas esas personas habrá pagado su entrada?”, piensa el televidente).

Hay un griterío que no se entiende. En primera fila el televidente alcanza a reconocer a los ex granjeros, vestidos con trajes de gala.

Las cosas van sucediendo de manera muy rápida. Sergio Lagos muestra un video en el que se alternan bucólicas imágenes de Pirque con impresiones de los finalistas. Después los tres entran abrazados y saltando. Se produce una desinteligencia en la transmisión. “Seba ¿me escuchai?, escucha el televidente decir a Sergio Lagos. Claro, no sabía que su micrófono estaba abierto. Pero es entendible. Es la tensión de toda final.

El primer duelo

Sergio Lagos está tan emocionado que en un momento llama Monumental al Caupolicán y durante la noche lleva su dislexia a niveles que el televidente jamás pensó que podría alcanzar.

Pero de todas formas el joven animador se las arregla bien, y le informa a los tres finalistas que mientras uno de ellos será elegido por votación popular, los otros dos tendrán que ir a un duelo previo para definir al segundo finalista.

En cosa de segundos el público muestra sus preferencias. Cualquier intervención del español o la uruguaya reciben vítores de los presentes. En cambio habla el Coca y de vuelta recibe sólo pifias y abucheos.

El de Graneros no lo puede creer. Mira a la platea y ríe. Pero no lo puede creer.

Mientras todo se prepara, Sergio Lagos anuncia que el programa tiene sorpresas para los finalistas. Sorpresa uno: una carrera en el Duoc para Vicky (llanto de la urguaya). Sorpresa dos: Muestran imágenes del Coca montando hidalgamente a un caballo al interior del encierro. Pues bien, se le regala el caballo. Mapu, le puso el Coca, y el televidente piensa que el ex jugador de Colo Colo debe tener un jardín de amplias dimensiones como para aceptar un regalo de esas características.

Sorpresa número tres: Contacto vía satélite con el padre de Javier Estrada, Don Juan (vaya que nombre más ad hoc), contacto que al televidente le parece claramente simulado y se imagina que el progenitor de Estrada no está en España como quieren hacerle creer y que en cualquier momento se hará presente ahí en el escenario. Lo cual sucede. Y se suceden también los abrazos fraternos y las lágrimas que debe tener todo encuentro de este tipo.

Pero dejémonos de una vez de tonterías y vamos a lo que hemos venido, carajo, dice el televidente. Y es como si lo hubieran escuchado en la sala de dirección del programa.

El público ha elegido con un 47,94% de las llamadas a Javier Estrada como finalista directo al duelo final, por lo que Vicky y Coca deben batirse para saber quién luchará por el primer premio con el español.

Como ya está dicho, las cosas se van sucediendo rápido en el programa y así es como ya están en el suelo, punta y codo, Vicky y Coca, buscando tres cruces entre decenas de bastones que están enterrados, algunos anudados.

Aunque en un momento la disputa se mantuvo peleada (“¡¡Dale Vicky!!”, se sorprendió exclamando el televidente), fue finalmente el ex colocolino el que superó a la uruguaya.

Es cierto, quizás Vicky lo merecía, pero una disputa entre Estrada y el Coca, es lo que en el fondo el televidente esperaba.

La madre de todas las batallas

De vuelta de comerciales, al televidente le basta ver la infraestructura que se ha instalado sobre el escenario, para comprender que se trata de una prueba angustiante.

Y no se ha equivocado. Ambos finalistas deben atravesar una enmarañada red de elásticos de un lado a otro, recoger un bastón y hacer el camino de vuelta para después subir una escalera y tocar una campana.

Al televidente le parece sencillo, pero no debe serlo, porque el televidente logra percibir una total entrega por parte de los concursantes, y sin embargo es posible apreciar también que a ambos les cuesta desplazarse por esa asfixiante tela de araña.

Por momentos estuvieron empatados. Por momentos el Coca sacó una ostensible ventaja. Por momentos la prueba se vio estancada y el televidente pudo captar a ambos concursantes flotar sostenidos por los elásticos, prácticamente sin moverse.

Pero en determinado momento el español dio literalmente vuelta la situación y en un movimiento que en un principio al televidente le pareció perjudicial, el español decidió darse la vuelta, y avanzar de espaldas, con lo que consiguió mayor movilidad.

De esa forma Estrada no sólo acortó la distancia que le había sacado el ex futbolista, sino que también lo superó para salir del enredo y tocar por fin la campana del éxito.

Estrada recibe una ovación del público. Recibe un cheque gigante que simbolizan los 50 millones. Recibe también el abrazo de su familia y recibe por supuesto el abrazo de Cathy Barriga, quien lucía un vestido como de novia, pero dorado.

En medio de un jolgorio inexplicable, él le dice algo a ella, algo que el televidente no alcanza a oír y luego él la besa en los labios. Ella apoya la cabeza sobre su pecho y suelta unas lágrimas.

Fin.
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