Se aproxima el concierto de uno de los más grandes hombres del piano cubano contemporáneo. Algunas referencias sobre el cerebro de Irakere.
"El mejor concertista puede ser un pésimo improvisador", asegura Valdés.
Íñigo Díaz
Durante un concierto de Irakere a mediados de los 80 en Puerto Rico, el saxofonista Paquito D’Rivera pidió a Chucho Valdés que tocara al piano la introducción para una pieza en la que luego los metales reventarían el teatro. Valdés tocó y tocó y tocó. La introducción se transformó en una improvisación de piano solo.
"Parece que al público le gustó", dijo después Valdés a D’Rivera. "Es lo que siempre debiste hacer", respondió su compañero. Según el saxofonista, ése fue el inicio de la carrera solista de Jesús "Chucho" Valdés en el latin jazz.
Una carrera que lo tendrá en Chile el 8 de septiembre en San Carlos de Apoquindo, para mostrar el material de su último álbum,
New conceptions (2003, ver recuadro). Es la cuarta vez de Valdés en nuestro país. La más reciente: el proyecto de "Lágrimas negras", original de su padre, el pianista Bebo Valdés, y el cantaor Diego Ramón Jiménez, El Cigala. La más antigua: como director del Irakere, que hizo de orquesta de respaldo para el primer concierto del trovador Silvio Rodríguez una vez repuesta la democracia.
Duelo y festejo
"Irakere ha tocado para 300 mil personas en festivales al aire libre, pero jamás vi algo como lo del Estadio Nacional en ese concierto de 1990: Un coro de 80 mil personas", recuerda desde su casa en La Habana.
Para esa visita, Valdés compuso especialmente la suite "Fantasía andina". El público no le dio mayor importancia: "Es muy comprensible. Ellos querían escuchar las canciones de Silvio con guitarra sola".
Y entre el duelo nacional que aún vive Cuba por el deceso del cantante Ibrahim Ferrer, para quien tocó el piano en su disco
Buenos hermanos (2003), Valdés prepara una fiesta.
Su visita a Chile supone el regreso al formato de cuarteto jazzístico afrocubano: piano, contrabajo, batería y arsenal percutivo de cueros, claves y accesorios: "No puede faltar en ninguna banda salida de Cuba. Es de lo más importante", dice.
Junto a él estarán el contrabajista Lázaro Rivera, el legendario baterista de Irakere Enrique Plá y el tumbador Giaroldi Abreu.
Invitada especial, la cantante de boleros y jazz latino Mayra Valdés, hermana de Chucho.
Después de los más importantes pianistas afrocubanos de la era clásica (Pedro "Peruchín" Justiz, Lilí Martínez Griñán, Rubén González y Bebo Valdés), Chucho Valdés tiene ya un sitio reservado entre los más grandes pianistas contemporáneos de la isla, junto a Emiliano Salvador (el "Bill Evans del piano cubano"), Gonzalo Rubalcaba y Hernán López Nusa.
-Aquí se lo está presentando como "el pianista más completo del mundo"…
"En lo absoluto. El mejor pianista del mundo no existe. Tengo muchas referencias en el jazz: Art Tatum, primero que nada. Bud Powell y Thelonious Monk, por un lado. Dave Brubeck y Lennie Tristano, por el otro. Luego, Bill Evans, McCoy Tyner, e incluso Cecil Taylor, de quien soy muy amigo. No significa que uno sea mejor que el otro. El mejor concertista puede ser un pésimo improvisador, y al revés también".
-Y usted, ¿qué es?
"Yo soy apenas un estudiante de piano".
Innovador
"Los pianistas cubanos suelen improvisar sobre el tumbao y en un contexto de claves. Chucho eliminó los tumbaos de sus solos. Los hizo mucho más melódicos y los acercó al bop, con fraseos largos (una mano izquierda impresionante) y gran musicalidad, pero sin perder jamás su esencia isleña", dice el saxofonista latin jazz Raúl Gutiérrez.
New conceptions fue considerado por la crítica en 2003 como "una síntesis sin paralelo entre el patrimonio cubano y el jazz norteamericano".
Y le significó a Valdés su quinto Grammy. |