SANTIAGO.- A Paulina le cuesta relacionarse con las mujeres víctimas. Karen es una mujer 4x4 que va a todas. Carla se encuentra parecida a Angelina Jolie (pero se equivoca bastante en ese sentido, a juicio del Televidente) y dice que haría cualquier cosa por ganar. A Macarena le aburre la rutina y lo único que quiere es ser granjera. Claudia es futbolista y está acostumbrada a ganar. Rommy es actriz y le gusta ser la payasa. Paulina tiene un carácter tan fuerte, que a veces ni ella misma se tolera. Sofía está aquí por la plata (¿y quién no?) y quiere demostrarle a sus nietos que es capaz. A Constanza la palabra que la define es la ambición.
Estas son algunas de Las Granjeras definiéndose a sí mismas en el primer encuentro entre las participantes de este nuevo reality de Canal 13.
¿Cuál es cuál? El Televidente aún no es capaz de diferenciarlas. Y es que no se le puede pedir más. Después de todo, está empezando el programa y es el primer encuentro entre ellas.
Como si esto fuera poco, todavía están todas con sus respectivas familias (padres, hermanos, esposos, hijos, nietos), escondiendo sus verdaderas identidades, acumulando esa dosis de cariño que deberán dosificar si es que quieren permanecer los tres meses que dura el encierro.
Pero ¿están realmente todas acompañadas de sus familias o amigos?
No, en un rincón, y mirando a la distancia el dantesco escenario en el que madres desnaturalizadas se despiden de sus hijas como si se tratara de muñecas, o de esas madres o padres que acostumbran a besar en la boca a sus hijas (costumbre que al Televidente la parece particularmente perturbadora), está Carla, esta chica que dice parecerse a Angelina Jolie.
¿Y por qué motivo ella está sola y no hay nadie que la haya venido a ayudarla con la mochila? Porque es extranjera (más específicamente peruana) y seguramente aún no tiene amigos (o los amigos que tienen no son lo de suficientemente de confianza) y su familia seguramente está lejos, y todo (son puras especulaciones que El Televidente comprobaría a medida que se desarrollara el programa).
Pero en vez de integrarse, y echar la talla con el resto del gentío de seres queridos que ha venido a dejar a las participantes, en vez de presentarse, quizás a empezar a ejercer desde ya el cinismo (después de todo este es un programa de televisión y ese es un requisito indispensable para triunfar ¿no?), ella prefiere quedarse aislada, mirando desde lejos, con un rostro que delata no sólo tristeza, sino también una leve pizca de resentimiento.
Haciendo sus primeros aprontes, surge en El Televidente la sospecha de que se producirán conflictos entre la Angelina Jolie incaica, y Paulina (que es a la que no le gustan las chicas con vocación de víctimas).
La primera que se le acerca a Carla, es Rommy (la autodenominada payasa), y luego de a poco, y gracias a las bondades de la edición, las personas empiezan a interrelacionarse con mayor velocidad, hasta que por fin las concursantes se despiden de sus familias (a muchas de esas personas El Televidente las volverá a ver con total seguridad, a medida que se vayan eliminando las participantes).
El Televidente vuelve a observar ósculos, abrazos y peticiones de ética cuestionable ("llamen harto para que salgan todas estas yeguas menos yo", le dice una de las chicas a sus familiares antes partir ¿cuál de todas las chicas? Ya se dijo que El Televidente aún no es capaz de diferenciarlas).
De ahí se suben a una micro antiquísima (que El Televidente juraría que no tiene los papeles al día), que las lleva por un camino lleno de curvas, y que las deja botadas en mitad del trayecto, para que unos recios motociclistas las recojan y las dejen más arriba, junto a los víveres que las muchachas debieron arreglárselas para llevar hasta la cabaña estudio (que ahora queda cerca de Farellones y no de Pirque).
Se nota de entrada que el ritmo será duro (pero las chicas parecen dispuestas a aceptarlo). También se nota de entrada que este encierro de mujeres será una locura. De hecho, apenas asentadas en el lugar, la locura se apoderó de inmediato del chancho bebé (que formaba parte de los víveres), que apenas vio el fuego encendido, corrió como un energúmeno a lanzarse a las llamas.
Quizás no es que se haya vuelto loco, sino simplemente que, a pesar de ser un chancho (o por eso mismo) tiene clarísimo que se lo van a terminar comiendo, y antes de encariñarse con cualquiera de estas mujeres (con varias de las cuales El Televidente se encariñaría feliz de la vida), prefiere acortar el sufrimiento.
En la primera prueba, para elegir a la primera capataz (debieron levantar una barra con dos baldes el mayor tiempo posible por sobre sus cabezas), gana Karen, la 4x4 (por algo lo dijo ¿no?), quien ya es inmune por esta semana y tendrá mayores privilegios que el resto de sus compañeras. Bravo, bravo.
Ya de noche, las chicas (que El Televidente debe reconocer que se han sacado la cresta y prácticamente no han emitido quejas en un día particularmente duro), empiezan a elegir sus camas, a ordenar las piezas. Necesitan descansar.
Pero de pronto una de ellas se da cuenta de que sobran dos camas.
¿Y para quién serán estas camas? Se preguntan las chicas. Ellas no lo saben, pero El Televidente sí: Una es para Soledad Pérez y la otra para Aracelli Vita (ambas actrices ya no en descenso, sino que prácticamente con sus carreras acabadas).
¿Y cómo es que El Televidente maneja esta información que las chicas no manejan? Bueno, porque eso es lo que ha salido publicado en todos los diarios.
Así que nada. Mientras corren los créditos de este primer capítulo, la voz en off corporativa del canal naranjo (a medio camino entre amarillo y rojo), anuncia que en seguida viene "Granjeras en bruto". Y en un primer momento El Televidente cree que sería bueno ver este programa satélite, para seguir interiorizándose en la psicología de las participantes.
Pero para felicidad del Televidente, el músculo de su dedo meñique derecho se gatilló de manera espontánea y pegó dos saltos hasta el canal estatal, donde estaban dando el segundo capítulo de "Nip/Tuck", esa estupenda serie sobre unos desquiciados cirujanos plásticos que viven sus opulentas pero miserables vidas en Florida, Estados Unidos.
Pero de eso, El Televidente se referirá en otra oportunidad.