El vicedecano del género celebra su nacimiento en 1965 y se enfrenta al dilema del "peligro de extinción".
Íñigo Díaz
Por cuarenta años, el Club de Jazz, fundado en 1943, ha sido el escenario principal para el octeto dixie. |
La primera vez que el Teatro Municipal abrió su escenario a un concierto de jazz fue la noche del 5 de agosto de 1972. El espectáculo estelar anunciaba al quinteto del trompetista Daniel Lencina, recién llegado al país. Lo recuerdan como un show histórico, de aplausos cerrados y parabienes al uruguayo y sus muchachos. Pero esa noche hubo teloneros: los Santiago Stompers.
"Técnicamente, fuimos los primeros jazzistas chilenos en el Municipal", dice orgulloso Jorge Espíndola (63), su trombonista y miembro fundador en 1965 de la segunda banda de jazz más antigua vigente (detrás de Retaguardia Jazz Band, 1958).
Como también ocurre con el decano, los Santiago Stompers están tras la escalada del récord de ser la más longeva agrupación de jazz en el mundo. Porque si bien Los Huasos Quincheros han cumplido 68 años de vida, ninguno de sus fundadores está en el cuarteto neofolclórico.
"Más allá de la marca tipo Guinness, detecto un elemento cultural en la banda: el aporte histórico para que ese tipo de jazz siga teniendo público y cultores en un reducto que siempre les ha pertenecido, el Club de Jazz. No soy pitoniso, pero creo que los Santiago Stompers ya están en el rango de ‘institución’. Significan mucho más que los músicos que lo conforman", opina el musicólogo Álvaro Menanteau, autor de "Historia del Jazz en Chile" (2003).
Cuando Menanteau se refiere a "ese tipo de jazz", está hablando de un revisionismo clasicista del género: música que no llega más allá de 1940. En el caso de los Stompers, "tocamos piezas sólo hasta 1937. Nuestros inicios fueron en la línea de Nueva Orleans, pero desde que llegó Luis ‘Huaso’ Aránguiz, giramos al dixie (esencialmente jazz blanco y de Chicago)", dice Víctor Roa (64),
banjoísta y segundo miembro fundador activo. "Es que al ‘Huaso’ el dixie le brotaba por todas partes", explica Espíndola.
Amateur
Pero el carácter ‘institucional’ que percibe el musicólogo, no resulta tan claro para los propios integrantes del octeto. Su clarinetista, Hernán Salazar, tiene 70 años. Otros, como el contrabajista Marcelo Rojas, el baterista Patricio Puelma o el trompetista Eduardo de Aguirre cuentan con 25 y más años de militancia. Sólo Felipe Hosiasson (piano) y Boris Ortiz (saxo barítono), pertenecen a generaciones más jóvenes. Un dilema para el grupo: ¿qué va a ocurrir en el futuro? ¿Se van a acabar los músicos de jazz tradicional?
Algunas contingencias, tal vez, así lo indiquen. Por ejemplo, cuando el trompetista Pedro Bacigalupe dejó el conjunto, las piezas debieron acomodarse. De Aguirre, que era el pianista, tuvo que hacerse trompetista. ¿Por qué no buscar un trompetista-trompetista? "Sencillamente porque no hay quien toque dixie", dice Roa. ¿Y alguien como Cristián Cuturrufo? "Cuturrufo es un trompeta moderno. No lo vemos haciendo dixie", responde Espíndola.
"Siempre lo he dicho: somos un grupo en peligro de extinción", plantea el trombonista. "Tal vez se acabe cuando nos muramos nosotros", sonríe el
banjoísta.
Según ellos, la supervivencia ha sido larga debido a que nadie es músico profesional. En efecto: hay ingenieros, médicos, arquitectos y hasta un ortopedista. "Un músico profesional te deja botado. Lógico, tienen que tocar para vivir".
En cambio, ellos un poco viven para tocar.
Este es el futuro incierto de un grupo que ha tenido 38 integrantes en cuatro décadas (entre ellos, los tres fundadores del Club de Jazz en 1943) y cuyo espíritu comenzó a forjarse durante las tardes en la casa del clarinetista Juan Sillano. Ahí realizaban audiciones de Sidney Bechet, George Lewis y Humphrey Lyttelton. Fue Sillano el que organizó un primer conjunto con Roa y Espíndola, entre otros: la Goodway Jazz Band. En 1965 el clarinetista emigró y la banda acéfala terminó llamándose Santiago Stompers: el nombre, su lugar de origen. El apellido, la forma rítmica.
Última posibilidad de salvarse. ¿Qué va a ocurrir con los Santiago Stompers en los próximos 15 años? Responde Eduardo de Aguirre: "Ni la menor idea. Iremos improvisando entre todos. Como en el dixie".
Celebraciones
Los festejos serán en el Club de Jazz, el 22 de octubre, el 12 de noviembre y el 3 y 23 de diciembre.
Militancia del recuerdo
René Eyheralde (1965-78)
Entre la muchachada que eran los Stompers en 1965, un músico maduro como este clarinetista, fundador del Club de Jazz, terminó siendo "un padre", reconocen. Y se puso a la cabeza del conjunto durante toda su primera época, tomando el lugar de un veinteañero Sergio Miquel cuando el proyecto de transición aún se llamaba New Orleans Stompers.
Hernán Prado (1976-78)
El pianista más popular de los años 40 animaba las fiestas en boites y burdeles. Pero también tocaba dixie. Fue hombre de Los Ases Chilenos del Jazz, en 1944, y tocaba muchas horas diarias. Según cuentan, aprendió la particular técnica de "dormir barriendo el piano". ¿Tanto así?
Inés Délano (1968-70)
En rigor, la lady crooner fue una invitada de honor de los Stompers. Posiblemente, la primera cantante adjunta a un grupo de jazz tradicional más allá de las orquestas del jazz melódico en los años 30. Su participación le dio un cierto toque de glamour al conjunto. "Por entonces, los muchachos me hacían cantar standards a toda velocidad", dice.
Roberto Lecaros (1967 / 1972-73)
Siendo un adolescente ya tocaba la tuba en la Goodway Jazz Band. Cuando ésta pasó a ser los Stompers, Lecaros se hizo cargo de los soplidos gruesos, pero al poco tiempo siguió como contrabajista, simultáneamente con su participación en la Orquesta Sinfónica y en la big band de Luis Retamal.
Lucho Córdova (1967-68 / 1974-76)
"Llegué a los Stompers motivado por la presencia del ‘Huaso’ Aránguiz". El baterista emblemático del hot jazz chileno había sido su pupilo en 1941. "Me pagó mi primer sueldo. Treinta años después seguía siendo un placer tocar dixie con el ‘Huaso’. Sonábamos muy bien en esa época". |