David Ponce
Una perfecta comunión entre riqueza musical y audiencia entusiasta concitó el cuarteto del saxofonista estadounidense, el martes 25 en el Teatro Teletón.
Días después de la cancelación de conciertos como los de Elvis Costello o Luciano Supervielle por supuesta falta de interés de la audiencia chilena en música menos comercial, la actuación del saxofonista Wayne Shorter el martes pasado en Santiago fue al mismo tiempo una señal de tranquilidad y una celebración de puro entusiasmo, con una platea llena de público y un escenario lleno de música.
Ante un teatro Teletón colmado con más de mil cien personas, el cuarteto del jazzista estadounidense se mostró primero como un grupo de valores individuales, cada uno con rasgos propios. El baterista Brian Blade rara vez lleva un pulso marcado, y más bien toca de un modo siempre expresivo antes que rítmico. Ese rol cabe mucho más a Jon Patitucci: el sonido hondo y fuerte de su contrabajo es la verdadera ancla del cuarteto. El pianista panameño Danilo Pérez se muestra sutil, además de intachable e inquieto, capaz de pulsar el encordado del piano con los dedos si es por buscar otra sonoridad. Y Wayne Shorter modera el juego tomando y cediendo el protagonismo, con la pachorra que da la experiencia y la buena compañía.
Aun más atractiva es la interrelación entre los cuatro músicos. Con 72 años de edad y una trayectoria hecha de etapas tan ricas y diversas como la de los Jazz Messengers de Art Blakey (1959-1963), el bebop del Quinteto de Miles Davis (1964-1970) y el jazz rock del grupo Weather Report con Joe Zawinul (1970-1985), Wayne Shorter tiene del año que le pidan, y en vivo el concierto es una muestra de igual variedad. Improvisación y precisión, bebop, fusión y jazz latino se oyen aquí, entre un ritmo cercano al rock, un compás de seis octavos casi próximo a la cueca y uno de los grandes momentos de la actuación, con Shorter haciendo una sencilla melodía susurrada en su saxofón y sus tres escoltas entendiéndose en los idiomas distintos de una batería volátil, un contrabajo virtuoso y un piano melódico.
Tres bises fueron precisos para dejar satisfecha a la entusiasta audiencia y al cuarteto, visiblemente complacido por la recepción. Tres bises y un extra: después del show, Danilo Pérez llegó al capitalino bar Thelonious a tocar con músicos chilenos como Melissa Aldana, Agustín Moya, Roberto Lecaros y Andy Baeza, a mezclar "Gracias a la vida" con un standard y a seguir demostrando la amplitud de recursos de estos músicos, inquietos hasta después de hora.