El primer debateSANTIAGO.- Da la impresión de que no ha pasado mucho tiempo y ya tenemos aquí a los cuatro en vivo y en directo desde Casa Piedra. Mauricio Hoffman fue el periodista que hizo su primera incursión lanzando largas y complejas cifras. Tan largas y tan complejas que el propio Hoffman se tupió, y su lengua y su cerebro se trabaron al igual que el cerebro del televidente, que tampoco entendió con claridad las reglas que expuso Mauricio Bustamante, el gordito bonachón que lee las noticias en TVN, que lucía una corbata impresentable.
Iván Nuñez de Chilevisión y Libardo Buitrago, por Mega, completaban la escuadra de periodistas que interrogaron a los cuatros candidatos.
Fue el colombiano quien abrió los fuegos y ejerció presión sobre el candidato Hirsch comparando a Honecker con Fujimori.
Luego fue el turno del candidato Lavín, que hace poco se paseó tan feliz y sonriente por los mares nortinos en un barquito de vapor. Tan feliz y sonriente como apareció en el debate de anoche. En un registro muy distinto de los ladridos que dio en el debate anterior. Se le vio hecho una seda a Joaco, pero no por eso menos certero a la hora de responder (bastante más certero que en la ocasión anterior).
El candidato Piñera, por su parte, parecía venir saliendo de una discreta sesión de solarium (¿o será el recorrido incansable que ha hecho de Arica a Punta Arenas, como se encargó de recordar cada cierto tiempo?). El candidato dueño de uno de los canales que exhibían el debate dijo no a la agenda del pasado y sí a la agenda del futuro.
La señora Bachelet hizo su aparición vestida de rojo intenso, que es el color predominante en su campaña, y que es el color también de las alarmas que deben estar encendidas en su comando después de la última encuesta.
Se le vio muy tranquila, como la alumna de excelente rendimiento que sufrió un bajón, pero que se tiene confianza y ha vuelto renovada, dispuesta a retomar el trecho perdido.
Iván Nuñez, un hombre amigo de las encuestas (después de todo, de eso se nutre su programa El termómetro en Chilevisión) interrogó sobre las encuestas al candidato Lavín, quien respondió que por lo general a él siempre le ha ido mal en las encuestas, pero bien en las elecciones.
Luego fue el turno otra vez de Piñera, quien de nuevo hizo alarde de su estampa, de su innegable empatía y poder de convicción. El Televidente lo pudo ver tomándose uno a uno los deditos cortos y rechonchos para hablar de transparencia y para asegurarle al Televidente que no sólo va a pasar a segunda vuelta sino que además ganará la elección presidencial. Piñera habló de sumas de dinero astronómicas para financiar su programa de gobierno, sumas que seguramente el candidato ha tenido la oportunidad de manejar en más de alguna de sus empresas.
Lavín, en su nuevo tono pausado y conciliador, de todas formas recurrió a la estrategia del miedo en reiteradas oportunidades.
Cuando le tocó de nuevo el turno a la señora Bachelet, el Televidente concluyó que no es una mujer particularmente telegénica (palabra que el Televidente recuerda que usaba con frecuencia doña Yolanda Montecinos), pero concluyó a su vez (y a diferencia del debate anterior) que la candidata transmitía mayor convicción y mayor solidez en su discurso, al mismo tiempo una tranquilidad no fingida.
Cuando le tocó nuevamente su turno al candidato Hirsch, éste optó por hablarle al televidente obrero, al televidente de la tercera edad, al de menor recurso económico, todas personas que seguramente no estuvieron frente al televisor anoche.
Aparte de todo lo anteriormente mencionado, al Televidente le llamó la atención una pregunta del periodista Bustamante, quien se refirió a los extranjeros que eventualmente podrían estarle quitando el trabajo a un ciudadano chileno. Pregunta en la que el Televidente percibió un sesgo algo xenófobo. Lo cual, por supuesto el periodista se encargó de desmentir cuando el candidato Hirsch le hizo ver aquello.
Tras cada pase a cortes comerciales, el Televidente (un fanático de la música selecta) creyó escuchar una pieza de Bach, lo cual consideró de un nivel de siutiquería espantosa.
Luego, matrimonio homosexual, sistema binominal, alza de impuestos, globalización, TLC. Fueron tantos los temas que abordaron en este debate que como un péndulo mostró un cuadro que el Televidente se atrevería a decir que es diametralmente opuesto al anterior, ya que fueron los candidatos Bachelet y Lavín (los perdedores en el anterior, a juicio del Televidente) quienes mostraron mayor consistencia, no así Piñera, quien cayó en algunas ocasiones en la demagogia y Tomás Hirsch, a quien esta vez se le notó un poco más que para él, que sabe que no será el próximo presidente de Chile, esto no se trata más que de un juego en el que lo está pasando bien.
Termina así un nuevo despacho del Televidente, quien mientras tipea frenéticamente este informe, tiene un ojo puesto en Granjeras, que esta noche tiene capítulo de eliminación, al cuál también tendrá que referirse en las próximas horas.
El Televidente mira hacia la noche y sabe que le queda una larga y extenuante jornada por delante.