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"Máquina para pintar" |
Esta famosa obra de 1999 está compuesta por unas siete filas de pinceles creado a partir de del pelo de diferentes artistas amigos de Troquel. La idea es que por debajo se pase un papel en el que estos pinceles van dibujando una línea y de esa forma cada uno de estos artistas, algunos más conocidos que otros, dejan una huella suya. El resultado queda a libre interpretación del público. |
SANTIAGO.- Independiente que en nuestro país la mayoría nunca ha escuchado hablar de Rosemarie Troquel lo cierto es que actualmente se exponen en el Museo Nacional de Bellas Artes las obras de esta artista contemporánea, una de las más importantes de Alemania.
La muestra itinerante, conformada por más de sesenta dibujos, material audiovisual y objetos, demuestra al espectador que Trockel no se cierra a un solo material, ni técnica o estilo. Trabaja con lápiz, bolígrafo, acuarela, tejido, objetos, fotografía, grabado, video y lo que fuera para representar algunas de sus obsesiones que quiere materializar.
"El acento en el conjunto de obras expuestas en el museo está puesto especialmente en los dibujos de la artista ya que con ellos comenzó su carrera artística y son, de alguna manera, un hilo conductor a través de todo su arte", explica Annika Planck que acompaña la exposición en su gira, montando y desmontándola. "Sin embargo, también están dos de sus famosos 'cuadros-tejidos', una obra hecha a partir de quemadores y, lo más destacado, la 'Máquina para pintar'".
"Trockel no sólo no se quiere comprometer con una corriente artística solo material o estilo para tocar los temas que le preocupan, sino que tampoco busca convencer a través del manejo técnico. Eso se puede ver en algunos dibujos que son bastante simples. Es que en sus obras trabaja más bien el contenido. Es decir, ocupa los materiales según lo que ella quiere decir. Aunque a veces el material mismo ya dice algo. Así se van creando una multiplicidad de obras muy diferentes entre sí".
Con la misma política con la que la artista, que está a la altura de Sigmar Polke, Georg Baselitz o Gerhard Richter, aborda materiales y técnica, afronta sus temas. Según Planck "muchas veces se le cataloga de feminista. Pero esa connotación se debe manejar con más cuidado ya que en su caso se trata de una denominación en un sentido más amplio y no sólo como una suerte de arranque emancipador".
Esta tendencia se generó desde que la artista alemana comenzó a destacar a principios de los 80. Sus obras no sólo ponían en duda el rol del artista o replanteaba la escena plástica, sino que también reposicionaba la mujer-artista en una escena dominada predominantemente por el hombre.
Brigitte Bardot y Bertolt Brecha, todo en uno. |
El amplio espectro del mundo de Trockel
Rosemarie Trockel vive cuestionándose situaciones, conceptos y tradiciones de las áreas más diversas, buscando siempre nuevos puntos de vistas. Una de sus obsesiones más recurrentes es el tema de la identidad y la imposibilidad de definirla. "Esa es una de las razones por la cual trabaja con tantos materiales y técnicas", dice la curadora. En esta muestra están, por ejemplo, la serie de dibujos donde va fusionando la cara de Brigitte Bardot y Bertolt Brecht. "Bardot como símbolo sexual, pero que finalmente es sólo un caparazón vació que uno va llenando con sus deseos y asociaciones personales".
Por otra parte, en la obra de la artista y arquitecta también juega un rol importante los animales. Según Planck una de las situaciones que mejor reflejan esto último fue la vez que tomó del artista Joseph Boys la cita 'Todo hombre es un artista', y que transformó en 'Todo animal es una artista'. "Es decir, va creando un nuevo posicionamiento para el animal como ser y también frente al hombre. Entendido, éste último, como género".
O la serie de dibujos de hombres durmiendo y que "hacen alusión a esos clásicos retratos de mujeres semidesnudas tendidas sobre un diván. Ahora Trockel cambió esa mirada voyerista hacia esos hombres jóvenes".
El humor es otra herramienta usada por la artista y que, según la curadora, "hace más soportable su obra. Los dibujos expuestos en el Museo que juegan con las narices de los hombres y la relación que se les hace con el falo masculino, son un buen ejemplo". Eso sí, advierte que algunas ironías no se llegan a captar de forma inmediata.
Muy característico de Trockel, nacida en 1952, es que nunca se olvida de sus obras antiguas. "Es muy común que esta artista agrupa en series obras que va realizando a lo largo de su carrera. No trabaja lineal sino de manera de una red. Ella siempre vuelve a retomar temas antiguos y trabajos anteriores a los cuales les va agregando obras nuevas, creando nuevos puntos de vistas."
Planck explica que el arte de la artista alemana no es ni autobiográfico ni didáctico y que tampoco busca ser una suerte de crítica. "Simplemente busca abrirnos los ojos. Lo que ella hace es que nos presenta nuevos mecanismos, nuevas estructuras. Por eso da tan pocas entrevistas o prácticamente no comenta sus propias obras porque quiere dejar espacio para que el espectador mismo descubra los diferentes puntos de vistas."
Las obras de Trockel se han podido ver, entre otras muestras, en la 48° Bienal de Venecia en 1999, la EXPO 2000 en Hannover y en el Centre Pompidou de París. La curadora manifiesta que la muestra en el Museo de Bellas Artes fue montada de tal forma "que no hubiera una demarcación y se pueda ir de una obra a la otra. Por eso instalamos los nueves videos en la misma sala ya que de esa manera es posible hacer una referencia de una obra con la otra y ver de qué manera se van repitiendo ciertos símbolos y objetos. Es decir, que el espectador vaya descubriendo cosas". Al más puro estilo Trockel.