Marcelo Contreras
En beneficio de la masividad planetaria que el colombiano Juanes desea, su discurso musical concede tantos territorios, como sea necesario para que la coloración latina que tiñe su propuesta, esté bajo severo control. Lo que demostró anoche en la pista atlética del Estadio Nacional es el paradigma de esa línea: un comedido despacho de sus numerosos singles, coreados con entusiasmo antes que fervor por una audiencia transversal; público que cruza desde niños y adolescentes, hasta parejas jóvenes y otras que probablemente engancharon con Juanes gracias a los nietos.
Ahora, en esta negociación para conquistar audiencias cada vez más amplias, el Juanes en directo privilegia el oficio al desborde y los brazos en señal de saludo antes que la cadera frenética. Es una opción válida la suya. El mundo es su meta. Una alternativa que prefiere no quemarse con la sangre hirviendo. Un cancionero repleto de buenas intenciones plasmadas en temas pop con suspiro latino, tan bien armados como carentes de emoción.