Gilberto Ponce
Del mayor interés resultó el varadísimo programa presentado por el conjunto inglés de música barroca “Florilegium”, dirigido por el flautista Ashley Solomon. Una jornada en la que interpretaron obras alemanas, italianas y francesas, dando muestras de gran versatilidad y acabado estudio de los estilos.
El grupo, que además está integrado por la estupenda soprano Katia Escalera, Rodolfo Richter en violín, Jennifer Morsches en cello y el clavecinista Ian Pritchard, continuó con la Temporada que la Fundación Beethoven ofrece en el Teatro Oriente de Santiago.
A pesar de algunas desafinaciones del violín producidas en el “Trío Sonata” en Sol mayor de Johann Sebastian Bach, en el inicio del concierto, fue posible apreciar sus múltiples virtudes: balance instrumental, fraseos claros, gran musicalidad y hermoso sonido.
Todas estas características se apreciaron durante la interpretación de obras puramente instrumentales, como el “Cuarteto Nº 2” en Sol mayor de Georg Philipp Telemann, con enormes dificultades técnicas y el virtuosismo que exige de cada uno de los intérpretes.
El “Concierto en Re mayor para Flauta e instrumentos” de Antonio Vivaldi, encontró en Aschley Solomon un gran intérprete, secundado con sensibilidad y claros fraseos por sus compañeros. La elegancia de la música cortesana francesa fue desplegada a través de “Les Charactères de la Danse” de Jean-Fery Rebel, con perfectas articulaciones y notables contrastes, realizando ornamentaciones de gran dificultad y del mejor gusto. Incluso considerando lo vertiginoso de alguna de sus partes.
Hemos dejado para el final de estas líneas las obras para canto e instrumentos, interpretadas a lo largo de todo el concierto y donde la imponente soprano Katia Escalera fue capaz de recrear los más diversos estado de ánimo que exigen las selecciones de las tres óperas de Georg Friedrich Haendel que interpretó.
Recordamos las brillantes variaciones del aria en tempo de pastoral “Ombre, piante” de la ópera “Rodelinda”, como en aquellas que pertenecen a “Ariodante” y a “Julio César”, en las que la solista manejó coloraturas y dinámicas en tal forma que logró cumbres de interpretación.
“Quella pace gradita”, cantata de Alessandro Scarlatti, fue desarrollada en base al sentido dramático del texto, donde el acompañamiento instrumental resalta el canto. Fue otro momento de triunfo de la solista, tanto en los “recitativos” como en las arias de diversa factura expresiva. Debemos destacar además la gran musicalidad de todos los intérpretes, para cada parte de esta exigente cantata.
Ante la ruidosa respuesta del público, los visitantes ofrecieron como “encore” y en forma magistral una obra perteneciente a las misiones jesuitas de la Chiquitanía de Bolivia.
Sin duda un conjunto que respondió a las expectativas de su importante currículo.