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Introducción a la geometría

18 de Julio de 2009 | 00:44 |
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En algún momento hace poco más de un año Javier Barría pensó en que su próximo disco tendría que estar hecho de canciones con pocos acordes, con armonías elementales, con los ingredientes básicos. Y no es por negar el valor de lo esencial, pero qué bueno que cambió de intención, con todo lo que tenía para rendir y que se escucha aquí. Ese disco es Introducción a la geometría, y en sus mejores momentos está hecho de un gran despliegue armónico con el que Barría llama cada vez más atención entre la actual generación de autores de canciones chilenos.


Los trece discos que llevaba grabados desde sus inicios en 2002 hasta el año pasado son un buen precedente que además calza casi justo con todos los cursos de una enseñanza básica y media. Porque ésta es la graduación de Javier Barría, con su trabajo mejor producido hasta la fecha. Guitarras acústicas, teclados, contrabajo y bases programadas se avienen muy bien aquí para respaldar esta colección de canciones pop, cercanas por la música y también la letra. "Qué ganas de que el fin de semana se coma todo el calendario", es uno de esos versos cotidianos. "Los dieciocho que nunca regresan, se vuelven veintiocho", canta más adelante en "Sábado solo", con más reflexiones de peatón cualquiera.


Y sobre todo es un respaldo para un trabajo de composición sorprendente. "Cortinas naranjas" es la canción elegida para difundir el disco, y es otro tipo de canción, no de estrofas intercaladas con coros, sino de varias estrofas seguidas antes del efecto definitivo, el momento en que Javier Barría descorre una cortina naranja o de cualquier color y abre la entrada a un nuevo lugar al que nadie esperaba llegar. Es lo que pasa de partida entre las seis primeras canciones al hilo, en especial en el corazón acústico entre "Té", donde los puros 29 primeros segundos son un jardín completo de acordes de guitarra, y "Venditas", donde vuelve a descorrer esa cortina inesperada y a mostrar la capacidad de maniobrar un acorde que cambia el sentido de la canción, como un guardaagujas con el talento de uno de los mejores compositores chilenos del último tiempo.

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