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Un nuevo folclor de cámara

El pianista y compositor argentino, un músico reconocido largamente en la escena de la fusión latinoamericana en Chile por su permanente intercambio con músicos locales de jazz y de música de raíz, inicia una gira con un sexteto argentino en el que además incluye a una antigua amiga: la mezzosoprano Francesca Ancarola.

09 de Octubre de 2009 | 18:15 |
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Dedos para el piano. Las búsquedas actuales de carlos Aguirre están simbolizadas en la mezcla entre los ritmos folclóricos, las armonías jazísticas y la composición docta.

Archivo

En la ciudad de Paraná, a unos quinientos kilómetros del Salón de los Pasos Perdidos en el Congreso argentino donde se velaban los restos de su maestra Mercedes Sosa el domingo reciente, un resignado Carlos Aguirre esperó en silencio. “Estábamos en la antesala de viajar a Chile y por eso fue imposible ir a despedirla a Buenos Aires”, dice el pianista trasandino, ya con la mente puesta en la gira que realizará aquí y que se inicia en el teatro de Matucana 100 este viernes 9 de octubre.

Toda Argentina se movilizó y sacó las banderas para saludar a la Negra tucumana, elevada esta semana a la altura de Gardel, por su desafiante golpe de bombo legüero con el que llevó la música folclórica trasandina y latinoamericana, incluida las versiones más populares de canciones como “Gracias a la vida” de Violeta Parra, a teatros de música clásica y lírica de todo el mundo. Para Mercedes Sosa el folclor era un arte más para considerar.

Carlos Aguirre también lleva ese folclor a grandes salas de concierto en Argentina y también en Chile. Su última presentación de esta pequeña gira, sin contar una fecha extra en el club de jazz Thelonious de la capital, será en la Sala Arrau del Teatro Municipal, un espacio dedicado a la memoria de un pianista universal de la música de cámara, donde presentará este nuevo folclor “camerístico”. Ahí combina los ritmos de raíz, con las armonías jazzísticas y la justeza compositiva de la música académica.

-Hay búsquedas muy actuales en esta mirada hacia el folclor. Por un lado están las canciones y por otro las composiciones –dice. Hay una parte que natural de la música de mi tierra y otra parte aprendida del jazz con la improvisación y la mirada más moderna. Son dos fuerzas que tienen que convivir. Ya no peleo más por una o por otra. Simplemente dejo que suceda. Y la mezcla de todo eso es maravillosa. Yo creo que es un folclor de cámara.

-¿Cuál es esa música de tu tierra?
-Es el chamamé y las canciones del litoral. Aquí se llama música litoraleña porque está ligada al paisaje del río Paraná. Pero no es una música perteneciente sólo a esta parte de Argentina. Es una región muy rica, muy mezclada, húmeda, con mucho calor. Es una región cultural que involucra a Brasil y a Paraguay también.

-¿El chamamé es lo más protagónico en tus composiciones?
-En este proyecto hacemos cosas del norte, como ritmos de huayno, de la zona andina o más del sur, con algunas milongas. Además estamos muy cerca de Uruguay, por lo tanto el candombe que también está dentro del repertorio. Es un ritmo muy poderoso. A mí me tocó la suerte de arreglar un disco de Chacho Müller, un compositor muy importante originario de la ciudad de Rosario, que hizo mucha música litoraleña. La canción era “Ay Soledad”, a la que le escribí un sexteto de cuerdas en el año 2000. Esa canción después la tomó Mercedes Sosa y la popularizó. Ahí también quedó mi mano y fue muy lindo.

-También Pedro Aznar hizo una tuya.
-Esa canción es “Pasarero”, que es de primer disco, del año 2000. A partir de esa versión con Aznar con Aca Seca Trío (del disco Avenida, 2006) la canción tomó un nuevo aire. He hecho tres discos con el mismo nombre, Carlos Aguirre Grupo, pero que se diferencian por los colores. El primero fue el disco crema, de ese año 2000, que tenía dos guitarras, contrabajo y piano y siempre hubo un tratamiento más formal del folclor. Es el disco más ligado a la raíz. El segundo disco lo sacamos el 2005: es el disco rojo, donde ya hay algunos permisos, otro planteamiento musical. Es el mismo cuarteto más voces. El disco violeta cierra esa trilogía en el 2008, y es totalmente instrumental, tocado con un noneto, un quinteto instrumental más un cuarteto de voces femeninas. Entre medio está el disco Camino, que hice en 2006 a piano solo.

-El año pasado volviste a trabajar con Francesca Ancarola en otro disco, Arrullos.
-Son canciones de cuna de distintos países grabadas en dúo de piano y voz. A Francesca la conocí hace muchos años. De hecho en su disco Jardines humanos (2003) ella grabó una canción mía. Pero yo he tenido mucha relación con músicos chilenos. Yo estaba tocando en Perú y conocí al bajista Enrique Luna (músico peruano de larga historia en Chile) y él me dijo que pasara a darme una vuelta a Chile, que había buenos músicos. Estamos hablando a fines de los ’80 y principios de los ’90. Fui por unos días y me quedé dos meses. Nunca mantuve mi residencia allá, pero estando en Argentina prácticamente uno podía viajar todo el tiempo y fue lo que hice.

-¿Con quiénes más trabajaste en Chile?
-Estuve vinculado con músicos como Antonio Restucci y Francesca Ancarola. Toqué en el Festival de Jazz de la Radio Classica en 1992 en el Teatro Baquedano y después una composición mía que se llamaba “Alondra” fue grabada por el baterista de jazz Alejandro Espinosa para su primer disco, que tomó este título, Alondra (1993). Con Enrique Luna (de históricos grupos como Fusión, Almandina y Latina) en el bajo y con Domingo Vial en la batería (de otro listado como Sexteto Hindemith 76 o Impresiones) hicimos el disco de jaz Alianza, donde había un peruano, un chileno y un argentino. Una alianza.

-Ahora tienes un grupo de cámara completamente distinto.
-Estamos tocando con Alfonso Bekes (mandolina), Luis Medina (guitarra piccolo), Fernando Silva (contrabajo y cello), Gonzalo Díaz (bombo legüero) y Silvia Salomone (voz), además de Francesca Ancarola, que va a estar en toda la serie de conciertos.

-¿Tienes pensado hacer un homenaje a Mercedes Sosa? ¿Tal vez con esa canción “Ay Soledad”?
-Si hay un homenaje debe ser espontáneo, que nazca desde la música. No tenemos nada preparado pero perfectamente podemos incluir esa canción para recordarla.

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