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Reencuentro en Santiago

Fue un propulsor de las escenas de avanzada en el jazz fusión chileno de comienzos de los '70, y esta semana está de regreso para tocar junto al pianista Mariano Casanova, otra figura determinante de la época. Es el bajista peruano Enrique Luna, que esta vez llega con planes de quedarse.

02 de Febrero de 2010 | 17:09 |

Va a ser un encuentro histórico. En un par de jornadas, estos primeros martes y miércoles de febrero en Santiago de Chile, se juntarán a tocar dos músicos que fueron determinantes en la escena local del jazz e incluso en la del rock desde fines de los '60: el pianista chileno Mariano Casanova, uno de los jazzistas más innovadores de su generación, incluido su paso por la prestigiosa escuela Berklee en EE.UU., y el bajista peruano Enrique Luna, quien tras una estada en Nueva York llegó a impulsar las corrientes del jazz-rock como creador del grupo Fusión en la misma época.

Luna desde entonces ha sido un viajero. Su natal Perú, Bolivia, Chile, EE.UU. y otros países han sido algunos de sus destinos en las últimas décadas, durante las cuales ha desarrollado su trayectoria como músico y académico. Lo ha hecho junto a grupos de Perú como PerúJazz y de Chile como los propios Fusión y La Hebra. En su más reciente visita, hace cinco años, compartió escenario con gente joven como el trompetista Cristián Cuturrufo, y esta vez llega jugando a dos bandas, en paralelo con Mariano Casanova y con un nuevo grupo de acid jazz, sonido heredero de Miles Davis.

-Vine acá con dos ideas -explica-. Una es continuar con esta línea de acid jazz o pop jazz que estoy haciendo hace tiempo y que va evolucionando técnicamente. Y con Mariano traje música original, pero la vamos a ver cuando retorne, con tiempo, con calma. Porque Mariano es una especie de gurú de la música. Puede estar una semana en un acorde, escuchándolo, dándole vueltas. Preferí adaptarme a lo que está haciendo y agregar algo a esa línea de jazz standard.

Tal es el repertorio que el dúo mostrará en estas dos fechas, con composiciones de autores como Bill Evans o Gershwin y títulos como "Stella by starlight" o "Insensatez". "Pero más que el repertorio lo importante es cómo lo tocas. Va a estar enfocado no como se tocan los standards de jazz, a lo que llaman mainstream (corriente principal), sino más a lo Keith Jarrett, rearmonizando el tema, en un trabajo más de taller", explica.

-¿Cómo ha sido este reencuentro entre ustedes?
-Creo que los dos navegamos más que nada el lado artístico de la música, y eso viene con la madurez. Me interesa tocar con personas como Mariano. Muchas personas de las generaciones nuevas no tienen contacto con la fuente y dan mucha importancia a la parte de la velocidad o la técnica. Y por mi parte yo tengo una relación totalmente espiritual con la música. En vez de meditar cuatro horas al día practico vuelos musicales personales, solo con el bajo, y llego a unos estados que no sé cómo se llaman pero es como meditar. Así es mucho más fácil para nosotros tocar juntos.

Además Luna mantiene un repertorio de jazz más ligado al pop. "El pop jazz es una manera de tocar el jazz bebop para que la gente joven lo entienda. Si agarras un tema como 'Solar' y lo tocas como una balada de Beyoncé y suena otra cosa", sonríe. "Además puedes cambiar constantemente dentro del mismo tema y hay un juego en la sección rítmica, interesante porque hace la música más ágil y dinámica para el público".

En paralelo el bajista ha desarrollado una técnica personal, la armonía bicordal, que en los próximos días quedará impresa en los tres volúmenes de un método que se dispone a lanzar. "Es una manera de tocar acordes en un bajo de cuatro cuerdas mientras armonizas e improvisas", define.

-¿No has querido salir de las cuatro cuerdas? Ahora se hacen bajos de cinco, seis y quizás cuántas cuerdas más. ¿Así sería más sencillo hacer acordes?
-Por supuesto. Pero recuerdo cuando era joven había una revista que se llamaba "Bass algo", "Bass magazine", y cuando salió un bajo de once cuerdas dejé de comprar la revista, ¿entiendes? Mejor me compro un arpa. Pienso que la gracia de algunos instrumentos es justamente la dificultad que tienes para poder ser buenos en ellos. Esta técnica es aplicable también al violín, al cello, al contrabajo. Es un poco reivindicar la austeridad de los instrumentos de cuatro cuerdas.

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