Muñecos que parecen cobrar vida y actores que no se ven, es el milagro del teatro negro que reproduce ''El truco de Olej''.
Bosquimanos KoryakSANTIAGO.- En 2009 la compañía uruguaya Bosquimanos Koryak sorprendió en la cartelera de vacaciones de invierno con "El truco de olej", una obra montada según las técnicas del teatro negro —con actores camuflados en un fondo negro, y muñecos que parecen cobrar vida propia bajo las luces de neón— y que fue resaltada entre lo mejor de la agenda familiar.
Por lo mismo, cuando el montaje está en pleno proceso de despedida de los escenarios, no había ninguna razón para no volver, y es lo que harán este jueves 22, fecha de inicio de una breve temporada en el Teatro Nescafé de las Artes. "Teníamos la sensación de que aún quedaba mucha gente sin verlo. Venimos de una gira en España, estuvimos en Hong Kong, y quisimos despedirnos también del público chileno", explica Martín Romanelli, director de la obra.
La temporada de vacaciones de invierno le gusta a Romanelli, quien enfatiza en que "El truco de Olej" es una obra para toda la familia. Así, estos días resultan ideales para conquistar al tipo de público que a ellos les gusta.
"Pasa mucho que las obras para adultos son sólo para adultos,y las de niños son sólo para niños. Hay pocos espectáculos que permiten que uno comparta en familia. Para nosotros ver a niños con sus padres y abuelos, todos emocionados, compartiendo, es una cosa muy bonita".
-¿Qué tiene "El truco de Olej" que la transforma en una obra para todo público?
-Yo creo que el respeto por la inteligencia práctica y emocional de los niños, y la posibilidad de despertar al niño que tienen los adultos. En general, cuando crecemos vamos perdiendo la capacidad de asombro, de emocionarnos.
-En lo técnico, ¿han incorporado nuevos elementos que hagan más fácil el trabajo para ustedes y más asombroso para el público?
-El teatro negro es la técnica que elegimos para contar las cosas. También porque desapareces de la vista del público, y a quién no le gustaría ser invisible por una hora, aunque sea. A ojos del espectador, los muñecos tienen mucha autonomía, es casi como ver dibujos animados en vivo. Funciona mucho a nivel visual. En cada espectáculo es necesario para nosotros complicarnos un poco la vida, para seguir mejorando. Es una técnica muy linda, y el color de la luz genera un ambiente muy mágico. Es lo que nos planteamos al empezar, que el teatro vuelva a tener esa fantasía y esa magia, que cuando empezamos a trabajar veíamos un poco perdida.
-¿Cómo se puede motivar a un niño para que quiera ver una obra como ésta, en lugar de dinasaurios robotizados y otras cosas más parafernálicas?
-Eso pasa en todas partes. Por suerte hay muchas opciones y muchas cosas para ver. Creo que ahí también está la responsabilidad de los padres, de pensar "qué cosas quiero que mi hijo adquiera, qué experiencias quiero que viva". Alguien dijo que en la época del Play Station y el bombardeo de mil cosas, en nosotros los niños encuentran un poco de calma, se toman el tiempo para ver qué está sucediendo. Yo creo que es eso. Somos una opción más, pero yo he visto en niños de varios países del mundo que el espectáculo funciona, y que no es uno más. Sabemos que lo que hacemos, queda. Se arma una cosa linda. No van a ver algo, van a vivirlo.