La agrupación abrió la despedida de Santiago a Mil ante cerca de dos mil personas que llegaron al Parque Araucano.
Juan Cáceres / FITAMSi alguien se esperaba una juerga alocada y multitudinaria, al estilo de la que Goran Bregovic desató en 2008, se equivocó. ¿Culpa de las expectativas o de la oferta? A estas alturas da un poco lo mismo. Lo que queda es que The Melbourne Ska Orchestra asumió la misión de abrir la despedida de Santiago a Mil 2011 con las dosis justas de sabor y ritmo, en un encuentro de convocatoria amplia.
En ese sentido, lo de los australianos es comparable con lo del bosnio si vamos sólo a la especialidad y al entorno (música en el certamen teatral), porque su moral finalmente lo acerca más a los espectáculos callejeros de marionetas gigantes o carros alegóricos que pasan cada año por el mismo festival.
Así, lo de la orquesta en el Parque Araucano fue mucho más un encuentro familiar que una jornada para adultos con ganas de despeinarse, y de eso ya daban cuenta los cerca de dos mil asistentes que llegaron a Las Condes la noche del jueves 24 de enero: Una asamblea que integraban desde infantes que recién aprenden a dar sus primeros pasos, hasta personas mayores que cuentan las canas por cientos, pasando por tipos de rastas amantes de la raíz jamaiquina.
Y eso último es precisamente lo que ofrece The Melbourne Ska Orchestra: Una raíz sobre la que luego construyen según sus propios códigos, aunque con aires más clásicos y compuestos predominando en el ambiente.
Eso se nota ya en la apariencia, con mayoría de camisas y trajes, pero también en las canciones, ejecutadas con la sobriedad, la pulcritud y hasta cierta elegancia ubicadas como objetivo y sostén.
Tras el inicio (con media hora de retraso) con "Rockfort rock" y "Ska all over the world", la agrupación siguió con piezas de reggae y ska sólo un poco más activas que lánguidas, para luego darse permiso de entonar hasta una cumbia. Es entonces cuando el conjunto también recuerda en algo a las viejas orquestas de mambo, ésas que buscaban vestir de etiqueta los desordenados ritmos tropicales, que es lo que a veces pareciera buscar The Melbourne Ska Orchestra con el reggae y sus derivados. De todos modos, una fórmula más que precisa para hacer más grato el anochecer en este caluroso Santiago estival.