La imagen de la portada es de Rio de Janeiro y la de la contratapa es de Salvador de Bahía, las dos en Brasil. Son dos fotos de viaje literales que el cantante y compositor chileno Tomás González eligió para su primer disco, Legua muerta (2010), y así mismo, literales o figuradas, son las instantáneas de viaje de sus canciones.
González canta en español y en algún momento deliza un verso en francés, hace conexiones entre África y Brasil y también entre el barrio parisino de inmigrantes de Barbés o algún barrio santiaguino de la cueca chilenera. Y más cruces hay entre los músicos que convocó para tocar las canciones de Lengua muerta.
Este jueves 21 de abril tendrá otra de sus actuaciones, en el Teato del Puente en la capital (ver recuadro), y todavía queda el eco del lanzamiento que hizo el 9 de diciembre pasado en el centro cultural Matucana 100, también en Santiago, con varios de los invitados del disco convocados también a esa jornada en vivo.
Llegó a haber trece músicos en escena en la hora peak del concierto: Marcelo Concha Traverso (guitarra), con quien González ya integró el grupo Antípodas y la banda de Patricio Manns; el guitarrista Juan Pablo Muñeco Villanueva, de grupos cuequeros como La Gallera y Porfiados de la Cueca; el rapero Tea Time como invitado; el pianista César Fuentes, también de cuequeros como Los Trukeros; el músico calerano Guille Arancibia; Benjamín Vergara, trompetista de la banda experimental LaKut; Alonso Durán, bajista del grupo de fusión latina Marcetribu, Marcelo Maldonado (trombón) y Jorge Olivares (batería).
Todos ellos menos Tea-Time y el trombonista se escuchan también en Lengua muerta. Y un foco especial está en las coristas de Tomás González, por si faltan oficios distintos que poner en juego: fue un trío de actrices y cantantes con Fernanda Olivares, Paula Bouquillard y Trinidad González, esta última hermana del cantante y protagonista de la obra "Neva" (2006), para la que el músico compuso además la banda sonora. "Trabajamos juntos siempre", explica él. "Yo hago la música a sus obras, ella me acompaña de corista y tenemos una pequeña sociedad".
-¿Cómo llegas a juntar en una misma banda a un trompetista de LaKut y un pianista de Los Trukeros?
-Son amigos míos, y lo que no eran amigos míos llegaron al proyecto e hicimos buenas migas al tiro. El disco ha sido muy rico porque muy amistoso.
-¿Que sean tantos también impide tener tanto control sobre lo que tocan?
-Es cierto, y eso ha sido mejor. Siempre trato de ver qué gustos musicales tengo en común con esas personas, y cada uno viene con su estilo, pero muy dispuesto a lo que les voy a decir porque van a entrar en otro lenguaje.
Por un puñado de discos
El disco fue terminado en 2010 y apareció en noviembre, pero la grabación se había iniciado tres años antes. Y como resultado Lengua muerta tiene entre las canciones muchas intervenciones y grabaciones callejeras o hechas con micrófonos caseros, conversaciones y distintas texturas.
-Tiene cara de estar grabado en otro país. ¿Es a propósito?
-Claro, está un poco buscado eso. Y en general el formato del cantante con la guitarra me acomoda, pero no es exactamente lo que me gusta. Me gusta el show, los montajes que tienen algo de teatralidad, por decirlo así. Sacrificar un poquito de perfección por expresividad.
En esa dirección Tomás González menciona algunos discos determinantes. Tres de ellos son Folon (1995), Moffou (2002) y M'bemba (2005), de Salif Keita, el músico nacido en Mali que el chileno saca a colación en un verso como "Los discos de Salif en la cocina" en la canción "Jusq'a l'amour". Y otro es Per un pugno de samba (1970), el LP compartido entre el músico brasileño Chico Buarque y el italiano Ennio Morricone, exponente máximo de la banda sonora del spaghetti western. "Y está cantado en italiano", dice González.
-¿Y el nombre es una cita a "Por un puñado de dólares"?
-Claro. Sipo. Y lo interesante de eso es que es una sonoridad bien de los '60, en un momento las cuerdas se saturan, las coristas gritan prácticamente y son lloronas más que coristas. Lo que quería (con Lengua muerta) es eso, que sonara un poco imperfecto. Me interesaba lograr un sonido sólido, potente, pero también con estas cosas que se te escapan.
Entre esos discos de referencia no falta alguno de Manu Chao, pero en ese caso la elección de González tampoco es obvia: es el disco Dimanche a Bamako (2005), del dúo Amadou & Mariam, también de Mali, que fue producido por Manu Chao. " Por supuesto, él participó cantando ahí y parece un disco de él en el fondo. Está su voz en cada canción, su concepto súper metido y recupera una cosa africana que me gusta mucho".
-¿Es una comparación habitual con tu música?
-Me han comparado con Manu Chao, con Cesaria Evora un poco, con Chico Buarque, que son todos referentes -dice, y también menciona comparaciones con Kevin Johansen o Jorge Drexler-. Pero con ellos no es tanto. C laro, uno es latinoamericano y está en el inconsciente, pero no es una referencia directa.
-Varias de tus canciones parecen variaciones de una sola, con pequeños cambios entre ellas, como hizo Manu Chao entre Clandestino (1988) y Próxima estación: Esperanza (2001), por ejemplo.
-Exacto. Lo respeto mucho, él creó un tipo se sonoridad muy reconocible y aparte hace trabajos con otros músicos muy buenos. El disco tiene eso -dice, y cita el parecido entre las canciones "El mundo sigue igual" y "Manu yama"-. Saqué todo, dejé las puras guitarras y quedó otra canción. Y tengo la idea de meter frases de este disco en el siguiente.
A toda la colonia chilena residente
Según recuerda Tomás González, ese fragmento en francés en otra de sus canciones viene de algún día perdido en una estación de trenes en París, en 2009, misma época y misma ciudad donde frecuentaba el barrio de inmigrantes de Barbés.
-Tú te metes ahí y ya no escuchas hablar francés, están todos con sus túnicas vendiendo sus semillas, está la tienda de música… es una forma de hablar de la realidad de los inmigrantes, pero no tan directa. Creo que entregar todo a la persona que escucha no es bueno. Una obra de teatro , una canción, tienen que dejar la posibilidad de completarlos y de llevarlos a tu realidad. Esa es mi realidad, viví esa cuestión y lo cito.
Es válido para todo el repertorio del cantante, dice. "T rato de hablar sobre ciertas temáticas sin ir al plano tan local. Me interesa que mi sonido, que mi carrera, sea internacional. Casi todos mis referentes vienen de Brasil o de África, no le puedo hacer el quite a eso. Si me he criado con un tipo de referencia, eso va a estar en mi música expuesto así".
Al respecto González incluso recuerda haber compuesto un samba o una morna, género musical de las islas de Cabo Verde, canciones que al final no quedaron en el disco. "Por demasiado parecidas a Chico Buarque o Cesaria Evora", explica.
-¿Es inmaduro parecerse a sus fuentes?
-No. Más que por parecerse a la fuentes es porque hay un lenguaje propio que todavía no se desarrolla. Si escuchas "Volar" (una canción de Lengua muerta) y dices que parece Salif Keita estoy de acuerdo. Entonces me parezco mucho a la fuente, y me da lo mismo, porque hay un lenguaje mío ahí. Por eso el proceso del disco fue largo. Al comienzo estaba a propósito tratando de lograr una fusión, forzándola. Aquí se dio.
Entre ese universo de referencias aparece también la cueca. Como antecedente, González formó con el guitarrista Juan Pablo Villanueva el fugaz grupo Los Condenados, y en el disco actual figura la canción "Quién ha visto mi pañuelo", grabación casera con pandero, tañador y el piano del también citado César Fuentes, y con cita al remate cuequero tradicional "No regales pañuelo / que es mal agüero".
-En la época en que la hice estaba más metido en el mundo de la cueca -recuerda-. Pero esta canción no tiene estructura de cueca. No es una cueca: tiene ese ritmo y en un momento se cita una melodía. En el fondo es un homenaje a los cuequeros, y como homenaje ni pensé que fuera cueca. Si te fijas atrás suena una kalimba. La cueca es punto de partida.
La misma canción incluye el sample de una banda que podría ser militar y que toca una versión de "Adiós, Santiago querido", cueca popular de Segundo Guatón Zamora. "Le di hartas vueltas a esa elección", dice el cantante. "¿Por qué 'Adiós, Santiago querido'? Es una cueca que no es brava como las de Nano Núñez, y ha sido más utilizada oficialmente".
-¿Podría ser un comentario de cómo la cueca fue oficializada por Pinochet, el hecho de ponerla en una versión de banda militar?
-Creo que era una banda como las típicas que se ponen en la Plaza de Armas.
-Que es bonito también como tradición.
-Tiene muchas lecturas. Y no las hubiera tenido si pongo al Nano Núñez como un homenaje al viejo cuequero. Además el tipo (que anima en la grabación) dice "A toda la colonia chilena residente". Y parece que hubiera sido en Barcelona, en Canadá, en Australia. Y no sé por qué dijo eso, si estábamos fue en la Plaza de Armas de Santiago.
-Ahí te quedó cosmopolita el disco al tiro.
-Obvio -se ríe.
Me gustaría ser puente
Músicas, animales y otras especies de cosas son enumarada por Tomás González en la primera de estas canciones, en un inventario donde caben por igual un orangután y un sanjuanito, ritmo folclórico de Ecuador.
-Uno es un primate y otro es una música. ¿Qué tienen en común un orangután y un sanjuanito para ti?
-Qué tienen en común: siempre trato de hablar del ser humano a través de los animales, de la naturaleza o de lo que sea. En ese sentido un sanjuanito, o las ciudades que menciono, o todo objeto cultural, son dignos de ser cantados y de representar por su intermedio al ser humano. Cómo digo que la sociedad va por un camino enajenante: diciendo que si el sanjuanito se muere, que si no tenemos a la persona que toca el sanjuanito, ni a la ciudad donde se toca, a nadie le importa.
Francia, Brasil, pero también Cuba y México han figurado entre los destinos recientes de Tomás González, en parte por su oficio de cantante y en parte por su trabajo en la compañía de teatro de "Neva". "Eso es así y va a seguir. Es bueno y malo también. Este disco podría haber salido antes (si no hubiera viajado tanto), podría estar tocando más acá, pero me gusta eso de no tocar por un tiempo y llegar de vuelta", dice, a propósito de esas dos instanáneas en Rio y Salvador de Bahía que ahora están en la tapa y la contratapa de su disco. "Brasil es el país donde me siento más cómodo".
-¿Al punto de haber preferido ser brasileño que chileno?
-No -se ríe-, está bien ser chileno. ¿Querer ser de otro lugar? No sé. A lo mejor cuando más chico quería ser brasileño, pero ahora no, po. Hay una historia que uno siente más propia, uno está ligado a un pasado que pesa y hay cierto orgullo también en ser de un país chico, sin ponerse chovinista, pero es lo que a uno le tocó, no más. ¿Qué vas a hacer?
Tomás González a veces menudo hace eso: se pregunta y se responde. "He pensado en eso y creo que tiene una gracia: me gustaría ser un poco puente cultural. Si hubiera sido brasileño sería un cantante brasileño… y ya, po: buena onda", se ríe. "En cambio mi idea es que esto tome vuelo, producir más discos, ser un puente no sólo con Brasil : con África, con Cuba, que me ha tocado ir tres veces ya, he conocido a muchos trovadores cubanos, traerlos para acá. Sentirse un poco de otra parte sirve para saber qué hay allá que no tengo acá. Y ahí empezar a crear puentes.