Jorge González celebró sus antorchas, pero no se quedó a esperar la Gaviota de Oro.
UPIVIÑA DEL MAR.- Un recorrido por toda su historia, más una pizca de polémica, fue la fórmula que escogió Jorge González para reencontrarse con el Festival de Viña del Mar, una década después de su recordado paso con Los Prisioneros en 2003.
En el papel, la aventura podía parecer sencilla: Ante el tamaño de los éxitos que el sanmiguelino acuñó con su vieja banda, podría haberlos replicado con mediano entusiasmo y seguro que la tarea se habría cumplido de todas maneras.
Pero la opción de González estuvo lejos de eso. Por el contrario, esta vez tanto los temas que firmó en solitario como los que grabó con Claudio Narea y Miguel Tapia sonaron frescos y renovados, incluso más que en recientes actuaciones. Porque desde que se hace acompañar en vivo por Gonzalo Yáñez, Jorge de la Selva y Pedropiedra, muchas veces la banda se vio algo desprolija y falta de ensayo.
Nada de eso ocurrió esta vez, en que González y los suyos sonaron afiatados y renovadores, lo que se hizo evidente en temas como "Tren al sur" y "Mi casa en el árbol", pero también en los nuevos "Nunca te haría daño" y "Es muy tarde".
El coro popular fue tan grande y fiel, que hasta en esas recientes piezas (el disco Libro fue publicado ayer miércoles) se escuchó, mientras que en otras como "Quieren dinero" y "Paramar" fue sencillamente desbordante.
Pero, más allá de eso, lo de Jorge González en un escenario como el de Viña no podría estar completo sin los valores agregados que el ex Prisioneros siempre incluye. En este caso, el emplazamiento a Michelle Bachelet, a quien mandó a decir que "si sale Presidenta y no cambia la Constitución, si sale Presidenta y manda a matar a los mapuches, no se moleste, quédese donde está". Previamente, en "No necesitamos banderas", llamó a evitar odiosidades y conflictos con los países vecinos.
No fue lo único: Lo demás vino del criollismo lúdico que González porta, y que lo llevan a pronunciar versos como "no me le puede olvidar" o "te aprieto en mi chope", además de su natural irreverencia hacia el escenario que pisa.
Así, pidió a los animadores que le aclararan qué diablos decía la gente en el grito "de oro", antorcha que tardó en recibir por hacer ajustes en su computador, mientras Rafael Araneda lo invitaba con disimulada insistencia a voltearse hacia la modelo con el trofeo.
Luego, apenas lo levantaría antes de dejarlo en un costado, lo que repetiría casi con calco en la instancia de las gaviotas. Tanto, que terminó por dejar sobre el escenario a los animadores, quienes en el final, a las 04:00 de la madrugada, no quisieron entender el mensaje de no insistir con el segundo galardón.
Seguro que muchos preferirán quedarse con esas imágenes, ya sea para aplaudir o cuestionar una vez más a González, pero bien sabemos que eso tiene sin cuidado al cantautor, quien nuevamente jugó sólo bajo sus reglas para volver a irse entre aplausos.