Hammond agregó dos antorchas y una Gaviota a su colección.
José AlvújarVIÑA DEL MAR.- Fue una presentación concisa, pero en la que Albert Hammond alcanzó al menos a reencontrarse con el Festival de Viña del Mar, un escenario que bien conoce, y que hoy volvió a abrazar sus clásicos con más respeto que entusiasmo.
El ambiente estaba algo agitado en su aparición, tras la convulsionada salida de Memo Bunke, pero los acordes de "Ansiedad" fueron un verdadero bálsamo contra cualquier contratiempo.
Es un tema de jerarquía e historial indiscutibles, pero que lució algo deslavado en la interpretación tan impecable como insípida por parte de la orquesta de Carlos Figueroa y el propio gibraltareño.
Pablo Herrera y Andrés de León, tal como ocurrió en el invierno en Santiago, acompañaron al británico en un par de temas. El primero, siguiendo la tónica de la largada con "Espérame en el cielo"; el segundo, luciendo en "Si me amaras" un registro excepcional, pero también muy sobreactuado.
Entonces vino la jugada maestra: Invitar a Mario Mutis e interpretar una canción tan enquistada en el ADN local como "Mira niñita", en la que Hammond se movió desorientado, pero con un oficio que le permitió de todas maneras salir jugando.
"Necesito poder respirar", luciendo su poder como himno, ya había ablandado antes a la galería, mientras que "Échame a mí la culpa" consolidó un triunfo tibio y formal, que de todos modos se tradujo en dos antorchas y una Gaviota, a estas alturas de rigor. "Entre mis recuerdos", simplemente bajó la cortina.