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The Hives corona la cuenta regresiva para Lollapalooza con un delirante anticipo

El quinteto sueco, que se presenta este sábado en el festival, repasó algunos de sus frenéticos éxitos ante un público más bien contenido, que prefirió apreciar sin tanta participación un concierto en el que la energía brotó a chorros.

06 de Abril de 2013 | 00:55 | Por Sebastián Cerda, Emol
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The Hives lució una bandera chilena con el nombre de la banda durante su presentación en el Teatro La Cúpula.

Cristián Soto, El Mercurio

SANTIAGO.- Con progresiva ansiedad, la previa para la versión 2013 de Lollapalooza Chile se ha vivido a lo largo de todos los últimos días, aderezada por los llamados sideshows y por la llegada en cadena de artistas a Pudahuel.

Sin embargo, la cuenta regresiva para la tercera edición del festival se puso en rojo esta noche, y los llamados a cumplir con la misión, en el papel no podían ser más adecuados: Los suecos The Hives.

El quinteto cuenta con un extenso repertorio de frenético rock al hueso, de raíz punk y garage, ideal para encender a la audiencia que le pongan por delante. Pero con los 1.500 que esta noche llegaron al Teatro La Cúpula, el éxito apenas fue relativo.

No es que necesariamente tenga que haber desborde en cada espectáculo de rock que se realice en el mundo, pero la escena sí resulta disonante cuando es el propio esquema del show el que lo exige, gracias al verdadero derroche de energía que emana desde el escenario.

Fue así desde el inicio, cuando bien enfundados en su tradicional esmoquin aparecieron los cinco músicos en escena, pasadas las 21:00 horas, para abrir con esa pieza hecha con manual para las largadas, como es la monocorde "Come on!", de su reciente disco Lex Hives.

Fue a ese álbum al que, por lejos, más echaron mano, en un repertorio que también anotó canciones como "Try it again", "Take back the toys", "Walk idiot walk" y "My time is coming" en la largada.

En todas ellas, tan concisas como entusiastas, fueron los primeros cinco metros de cancha los únicos que se entregaron a la fiesta propuesta, hasta con permiso para uno que otro pogo de vez en cuando. El resto, distante, haciendo oídos sordos a los constantes llamados de participación hechos por el cantante Pelle Almqvist.

Pero las culpas son compartidas. Porque el afán de animación del hiperquinético vocalista transitó de la diversión y el delirio a momentos que pusieron todo al borde de languidecer, a causa de extensas intervenciones que no siempre tuvieron el efecto deseado.

"Esta noche es una noche muy magnífico de la música rock... Qué! Número uno banda de rock and roll de la música sueco! Cuatro años después, un nuevo concierto de los Hives. Es fantástico! Es muy muy muy muy más fantástico!", fueron algunas de sus delirantes citas en español. Otras fueron más gráficas con la situación: "Están ready? Y si están ready por qué hay silencio! El silencio no está invitado en el concierto de los Hives!".

En resto de su performance es un auténtico derroche, al igual que la de sus dos socios esenciales, el guitarrista Nicholaus Arson y sobre todo el baterista Christian Grahn. Es este último quien hace el mayor gasto, tanto que a mitad del show debe derramarse una botella de agua en la cabeza, seguida de otra de cerveza en la garganta.

"Tengo sólo un baterista, momento", dice mientras Almqvist, para luego incluso preguntarle si se encontraba bien. La escena dio paso a otra larga pausa con otro largo relleno de esta especie de Jim Carrey del rock, pero al final fue también una seña.

Fue una muestra de que ésta, al igual que la mencionada, de hace cuatro años atrás, fue una noche de energía desbordante desde el escenario, gracias a cinco tipos que se juegan el pellejo en cada ocasión. Tengan al frente a diez mil entusiastas o a 1.500 espectadores. Como los de hoy.

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