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"No creo en el conservadurismo del rock"

El cantante, compositor y productor chileno conmemora en vivo este fin de semana sus dos décadas de música. "20 años de rock" se llama la jornada, pero Pierattini descree de los lugares comunes rockeros. Como la transgresión, por ejemplo: "Cuando te pones burgués, cuando ya no te incomoda ir a un concierto, ya no hay transgresión", dice.

07 de Junio de 2013 | 18:11 |

Hace más de un año el realizador audiovisual Jorge Catoni planteó al músico Ángelo Pierattini una idea que desembocó en el DVD "Un lugar" (2012): un registo en cuyas imágenes el cantante recorre distintas locaciones céntricas santiaguinas como escenografía para sus canciones en versiones callejeras. Pero la propuesta audiovisual original de Catoni era otra, recuerda Pierattini.


-Primero me dijo que quería hacer una especie de biografía.


Y recuerda también cuál fue su respuesta.


-Le dije que no sentía que fuera necesario. Si estamos vivos a los ochenta años hagamos algo, pero ahora no tengo mucho que contar. La historia todavía se está desarrollando y creo que es muy subido de tono hacer una biografía.


Un año más tarde esa historia todavía en desarrollo cumple dos décadas, y la efeméride va a ser conmemorada por el cantante, guitarrista, compositor y productor chileno Ángelo Pierattini no con una biografía, sino con un concierto de aniversario este sábado (ver recuadro al final de la nota) en la Sala SCD Plaza Vespucio de la comuna capitalina de La Florida.


La mirada del micromundo


"20 años de rock" es el nombre acuñado para la jornada, que tendrá como invitados al grupo Alectrofobia, desde Temuco; a Orlando Miranda, de la disuelta banda de blues El Cruce; a los hermanos Pancho Rojas (voz y armónica) y Cristóbal Rojas (batería), integrantes de La Banda del Capitán Corneta, y a la reformada alineación del trío rockero Hueso, integrado por Pierattini junto a Masiel Asecas, cantante y bajista del trio Lilits, y la baterista Carolina Arévalo.


El punto de partida considerado para estos veinte años es la formación en 1993 del primer grupo entre los hermanos Ángelo y Daniel Pierattini. En 1995 el primero se unió a la banda de rock latino Bambú, donde también hizo su estreno el futuro cantante de Gondwana y actual solista Quique Neira. El siguiente paso de Pierattini, más duradero, fue el trío de rock Weichafe, activo entre 1997 y 2009 e integrado junto a Marcelo Da Venezia (voz y bajo) y Marcelo Hidalgo (batería), con siete discos como registro: Tierra oscura del sol (1999), Weichafe (2003), Pena de ti (2004), Harto de todo (2006) y el disco y DVD en vivo Yo soy Weichafe (2007).


Desde 2008 Ángelo Pierattini actúa como solista y lleva editados los discos Vol. 1 (2008, firmado por Ángelo Pierattini y las Calaveras Errantes), Vampiros (2010), Pierattini III (2011) y Fuego en Los Andes (2012), además de varios EPs y ediciones para coleccionistas como Ti voglio bene (2010), Canción universal (2011) y Parabeins (2012). Y el paso más reciente ha sido la creación de NEKOe, una plataforma de difusión de música chilena por medio de la cual ha publicado sus más recientes trabajos, entre ellos el mencionado DVD "Un lugar" (2012) en conjunto con Jorge Catoni.


-Él trabaja con la precariedad, que se entiende como falta de infraestructura pero que en su caso es una elección estética -explica Pierattini acerca del desempeño de Catoni-. Con pequeños soportes hace grandes cosas, desde el punto de vista de alguien común y corriente, con esas herramientas. En vez de comprarse una tela encuentra retazos de madera o compra cortinas de baño en el Persa y y pinta arriba.


Y es una opción compatible con el método Pierattini, dice el cantante.


-Mi música no está construida con grandes discursos, sino con algo muy sencillo. Siempre hablo de la cotidianeidad, de los gestos más simples, por eso tiene sentido trabajar con él. "Un lugar" es un repertorio en la ciudad donde me inspiro, en rincones que buscamos en el centro, en el corazón de la comuna de Santiago. Una cosa antagónica a lo que se hace hoy, de irse de la ciudad a parajes como lugares idílicos. Grabamos varios días en marchas (estudiantiles), hay una imagen en la que estoy tocando y pasa una micro de pacos, como si fuera un estado de sitio.


Lugares como el Portal Fernández Concha frente a la Plaza de Armas capitalina son algunos de esos rincones del registro, que en todo caso parte en Valparaíso. "Es un paralelo entre la ciudad sin horizonte versus la ciudad con el horizonte infinito. El sueño santiaguino: tener playa", contrasta Pierattini. "Es un modo de marcar una etapa, viéndolo ahora a la distancia. Una etapa de ese encierro santiaguino, de componer para la ciudad donde uno vive, más allá de que sea Santiago o no. Podría ser de Talca y amaría mi ciudad de la misma manera".


-¿Por eso se llama "Un lugar", con un título neutro?
-Claro, bien neutro, podría ser cualquier ciudad. No apelo a ese chovinismo santiaguino, pero nací en este lugar, es donde me crié y son los lugares donde habito. De lo que hablamos es del arraigo y la identidad, aunque sea de, como le dicen acá, "Santiasco", cosa con la que no estoy de acuerdo.


-¿De hecho esa condición es siempre accidental? ¿Podrías incluso no ser santiaguino: no ser chileno tampoco, y sería igual?
-Mi arraigo es Chile, tiene un nombre pero no se trata de alzar la bandera, sino de que éste es mi terreno. Siempre he tenido bandas o he relacionado mi carrera con gente muy cercana, con amigos. La identidad, más allá del nombre del país, tiene que ver con la crianza, con los lugares a los que perteneces.


-Si no es el país sino la ciudad, y no es la ciudad sino el barrio, ¿se puede seguir estrechando más ese círculo, hasta llegar a tu manzana, tu casa, tus zapatos?
-Bueno, mi música también tiene que ver con eso, con la mirada del micromundo. Si funciono bien con las personas con las que trabajo a diario mi mundo va a ser mejor, va a ser una mirada mucho más positiva. Los grandes discursos, lo digo responsablemente, tienen que asumir su fracaso, porque se quedan en nada más que un discurso, los créditos de la persona que lo dicen crecen en este mundo neoliberal individualista pero al final ese discurso se termina transformando en una polera, en el mejor de los casos. Generar un cambo, o una intención de cambio, o una conciencia distinta a partir de un discurso creo que es demasiado ambicioso.


-Recién hablabas de las marchas. ¿La demanda por la educación, por ejemplo, no es un problema nacional, un discurso de ese tipo?
-Sí, es un problema que afecta a todos, pero hay tonos distintos, experiencias distintas de los estudiantes en sus establecimientos. Es como el estudiante del Instituto Nacional que habló a fines del año pasado -dice, a propósito de Benjamín González, el alumno que pronunció un crítico discuso en el acto de licenciatura de ese colegio en diciembre de 2012-. Lo que más me llamó la atención es que él se pregunta por qué nos sentimos orgullosos de que haya un colegio bueno en Chile, si todos los colegios deberían ser buenos. Ahí hay una realidad única que pueden contar ellos (los estudiantes del Instituto Nacional). Cuando se muestra todo global nos perdemos las dificultades de cada uno. Hay que tomar esa temperatura, hay que saber qué pasa, aunque nos demoremos diez años.


-¿No es realista entonces que el movimiento estudiantil cumpla con sus demandas?
-No sé si realista o no, pero lo concreto es que se instaló un tema. Cómo seguir desarrollándolo es algo que tenemos que conversar. Hay muchos matices.

Como observador de la cotidianeidad y la contingencia Pierattini pasa pronto por otros rasgos del paisaje humano local. "La caridad", dice por ejemplo. "Vivimos en un país súper católico: la caridad versus el sacrificio y el trabajo. Eso es típico de los chilenos, que siempre hay un sufrimiento. Si les preguntas 'cómo estás' (la respuesta es): 'estuve todo el día en la pega, que es difícil…': eso es muy católico. El querer sufrir. El Cristo en la cruz, los curas te lo meten hasta el tuétano.


-Validarse por el sufrimiento.
-Claro, y más encima se supone que tu meta está demasiado lejos de tus posibilidades. Y el éxito es algo que no tiene nada que ver con salir en televisión ni nada de eso, por lo menos en la música.


Una foto nomás: los discos


Ángelo Pierattini lanzó "Un lugar" en abril de 2012, y seis meses después, en octubre, estaba estrenando Fuego en los Andes, su más reciente disco. Y el primero que es distinto a todos los anteriores de estos veinte años, dice. "Este año apelé a otra manera de componer, que también tiene que ver con la intuición y con la sorpresa, para construir algo que pueda ver desde lejos, sin tanto apego".


-¿Los discos previos en cambio cómo fueron hechos?
-La composición era en la casa, se construye en la sala de ensayo, lo llevas al estudio (de grabación) y cuando llegas a masterizar (la última etapa en la producción del disco) ya te sabes todos los temas. Éste no. Me puse a componer sin ningún tipo de… quería hacer un disco acústico y al final derivó en este Fuego en los Andes que no tiene nada de acústico. Me muevo así en la vida: voy, camino y las cosas las voy construyendo así. Y ahora quise componer como soy en la vida, como me he construído como musico.


-¿Cómo te has construido como músico?
-Yo soy músico porque… ni me acuerdo por qué, ¿cachai? Nunca lo elegí tampoco. Empecé a tocar a los once años y estoy aquí tocando. Soy compositor de la misma manera, llegó un momento en que empecé a hacerlo. Canto por lo mismo: porque cuando se fue el cantante con el que íbamos a armar Weichafe la única opción para mí era cantar. Entonces quise ocupar esa energía, mi energía endémica.


El actual trío de Ángelo Pierattini consiste además en Felipe Silva (bajo), de la banda Federratas, de Concepción, y Diego Hormazaábal (batería). Y en Fuego en los Andes tuvo como invitados a los bajistas Marcelo Da Venezia, de Weichafe, y Fernando Julio, de Los Bipolares e Inti-Illimani Histórico, y a Carlos Cabezas, de Electrodomésticos, grupo con el que Pierattini está tocando de vuelta como invitado.


"Alma desierta", se llama la canción en la que participa Cabezas. "También salió así, como en media hora", dice el guitarrista, a propósito del modo en que hizo el disco con su trío.


-Les dije "programemos unos ensayos, quiero grabar un disco, tengo algunas canciones", que era mentira, no tenía nada -explica, y recuerda cómo apareció una de las canciones nuevas-. Siempre que estoy conversando tengo le guitarra en las manos haciendo algo, y de repente salió una melodía que me gustó, mientras ellos seguían conversando saqué los acordes y les dije "Tengo un tema", con lo que se me ocurrió en el momento. Con la letra lo mismo, apareció cuando iba a grabar las voces.


-¿Y no es una presión trabajar así, responder a la expectativa de los otros músicos?
-No: es entretenido. En el fondo todos estábamos reaccionando a algo externo a nosotros. No es que ellos respondieran a mí, sino que todos respondíamos a esta energía extra de hacer canciones. Estábamos todos en la misma, había algo afuera, que es lo que está siempre, esta energía que te hacer componer, que no sé que es, porque no tengo ningún dogma religioso, pero que está. En un mes teníamos el disco.


-¿Nunca les dijiste que no tenías las canciones hechas?
-No. Ellos se dieron cuenta cuando lo leyeron en una entrevista en Rockaxis -se ríe.


-Se enteraron por la prensa.
-Fue así.


-¿Cuesta acostumbrar a los demás a esta lógica más espontánea, menos rutinaria?
-Hay varias cosas ahí. En general la industria musical del mundo considera a los discos como un material sagrado. Y yo siento que es una foto nomás. Hay cosas mucho más importantes que un disco. Puedes hacer diez discos más, si quieres. Suponte, yo nunca tengo temas de reserva, porque todos los temas que me quedan (fuera) de los discos los boto. Digo "Si puedo hacer más temas, por qué tengo que volver a esos". Eso marca un momento en mi vida: si son del año pasado, chao, el año pasado fue otra cosa. Estaba con otras personas, quizás estaba pensando en otras cosas.


"Me interesa la grabación como arte viva, que refleja algo, sea bueno o malo", continúa. "No considero al arte ni bueno ni malo, no tiene moral para mí, son sólo registros de momentos. Se transforma en un producto y lo sé, lo hago y lo mando a fabricar. Pero hago las canciones en ese sentido. Llevo ejerciendo varios años esto de no tener aprehensión por las cosas. Y por eso el disco, porque me enfrenté a mezclar un disco en el que no sabía qué había. No me acordaba de las canciones que habíamos hecho, no me acordaba de los acordes".


-Es una de las mejores experiencias que he tenido -concluye-. No es una presión como tú dices, es una libertad. La libertad es saber lo que quieres, tomar una decisión.


-¿No existe el riesgo de improvisar y que no salga la canción en el momento?
-Es un estado de conciencia. Si pienso en eso quizás me bloquee. No, hay que llegar a disfrutarlo.


La estrella de rock, esa figura decadente


Días antes de presentar el nuevo disco en Chile, en septiembre de 2012 Pierattini y su grupo partieron de gira a Brasil, donde tocaron esas canciones en vivo. Fue un regreso tras su debut de 2011 en ese país, invitados por el colectivo Fuera de Eje, y en 2012 volvió a tocar en festivales locales en los estados de Sao Paulo y Minas Gerais. De regreso se trajeron el videoclip de "Qué simple vibra nuestro amor", intercambios con músicos brasileños y las bases de un siguiente, el EP grabado en portugués Parabeins (2012).


-Mi ambición es la siguiente: un chileno cantando en portugués -dice, a propósito de cómo se planteó frente al ejercicio bilingüe de esas canciones-. Me encanta, por ejemplo, Björk, por eso: no es gringa, no es inglesa, es de otro lado. Y ahí volvemos a la identidad. Somos chilenos: hablemos como chilenos. El lenguaje es identidad. No quiero parecerme al otro, no porque me caiga mal, sino porque tengo un territorio también. En ese sentido soy re territorial. Me importa de dónde soy cuando voy a otro lugar, sea mi estructura económica y educacional como el forro: no es que la vaya a defender, pero pertenezco a eso, a una cosa bastarda, qué quieres que le haga. Tenemos ejemplos en Chile. Cristina Tocco todavía habla como argentina.


-O Severino Vasconcelos.
-Claro, Severino Vasconcelos, porque eso es algo que identifica, y que tengo súper fuerte. A mí no se me pegan los acentos nada. Cuando iba a Argentina era súper chileno para mis cosas, y de hecho más que acá, porque crecí en un lugar y me interesa que mi música tenga eso. Yo siento que la música chilena tiene un sonido. Chile tiene un sonido. Y lo tiene en las bandas de metal, en las bandas de punk: un sonido que une.


-¿Por dónde va ese sonido?
-La tocada de las guitarras, cómo suenan las baterías. La batería es como el eje, para mi gusto, de la música chilena. Sobre todo en el touch de los bateristas. Donde más se define el sonido del baterista es en la caja (el tambor principal del instrumento).


En ese punto se refiere a las influencias de algunos distintos tipos de bateristas locales. "Está 'el hijo de' Bonham (John Bonham, baterista de Led Zeppelin), hasta de Willy Iturri (baterista del trío ochentero argentino GIT) está el hijo: muchos bateristas chilenos tienen ese sonido agudo. Está el sonido de Gabriel Parra, el de Pato Salazar, que tiene un sonido súper definido. El Moncho Pérez, que fue bateista de Ángel Parra Trío: una cosa entre jazz, boite y orquesta. Hay un sonido en Chile, es indudable".


La gestión más reciente de Ángelo Pierattinies NEKOe, una plataforma de gestión y difusión de música por medio de la cual ha puesto en circulación, además de un catálogo creciente de músicos chilenos, sus propios trabajos de los últimos años: Pierattini III (2011), el EP Canción universal (2011), el DVD "Un lugar" (2012), Fuego en los Andes (2012) y el EP Parabeins (2012). Pero el origen de NEKOe se remonta hacia los últimos días de Weichafe, en 2007.


-Tengo una manera de trabajar y conozco a muchos músicos de todas las áreas, más populares, menos populares, súper emergentes. Entonces tengo un sondeo súper amplio de música chilena. No quiero decir que me lo sé completo, para nada, pero convivo con muchos de ellos. No pertenezco a una élite independiente ni mainstream, sino que tengo amigos en todos lados, y toco con diferentes personas de todos lados. No me gusta el ghetto.


-¿Lo que has hecho con Aguaturbia, Carlos Cabezas y Natisú, por mencionar tres ejemplos diferentes?
-Sí: Chancho en Piedra -agrega otro más-. Son cosas totalmente distintas. Quiero ser libre en mi ejecutar, y eso no quiere decir que haga cualquier cosa, sino que sé lo que quiero hacer, insisto en eso. Como dice (el poeta y fotógrafo chileno) Claudio Bertoni: la libertad es saber lo que quieres, no es tener cien posibilidades por hacer. Y yo quería tomar esa opción.


NEKOe es además por definición una iniciativa autogestionada. "Y me siento afortunado de vivirlo de esta manera. Porque estoy despierto. No estoy soñando con el… para mí la figura de la estrella del rock es decadente. Eso ya fue. Yo me leo las biografías de los músicos que me gustan, pero les compro la mitad. Encuento buena como literatura, y es entretenido para contarlo en un carrete…"


-¿El rockstar ya fue y no va a volver a ser?
-Pero muchas bandas y solistas tienen instaurado eso en sus cabezas. Es como una falta de identidad respecto de la vida que quieres tener, la quieres convertir en eso. Y es algo que se eterniza desde los quince años, cuando uno quiere ser un rockstar pero tiene quince, o sea te faltan cosas por ver, por vivir. El éxito está en otro lado, le da mucho más sentido a la música y las letras que hago. Porque siento que soy un actor social también, como músico. Me siento responsable de cómo alimento este circuito en gestación, quiero entregar algo que para mí tenga una coherencia. Ponte tú: vengo del ambiente del rock y no creo en el conservadurismo del rock.


-¿En qué se manifiesta el conservadurismo del rock?
-En mantener los mismos tipos de sonidos de guitarra. En que el rock es una canción con la guitarra fuerte. En que mientras más gritas eres más rockero. O en que el discurso sea transgresor, cuando ya dejó de ser transgresor. Una vez hablaba con uno de Los Miserables y me decía que lo más transgresor que han hecho ellos es hacer canciones pop. Es lo más punk que han hecho. Porque es generar un quiebre. Lo transgresor es lo que incomoda. Entonces cuando te pones burgués, cuando ya no te incomoda ir a un concierto, ya no hay trangresión.


La transgresión auténtica se reconoce, dice Pierattini. "Lo vas a pasar bien igual, pero te vas a ir con algo para la casa, te vas con un lado tuyo dislocado, y eso produce más satisfacción porque es más a largo plazo y porque son cosas que te mantienen activo. En el pop está pasando lo mismo: están todos sonando igual, todos quieren sacar el últimos sonido del sintetizador… Siento que hay un conservadurismo instalado en los estilos, cuando alguien odia el pop o cuando odia el heavy metal. Eso no tiene mucho sentido. La música es un oficio, para mí. Eso me llevó a crear NEKOe. Es un oficio que tiene mucho que ver con la comunidad".

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