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Artpop

Puede sonar ambicioso desde el título, pero en el nuevo disco de la cantante estadounidense la música termina por ser más poderosa que cualquier pretensión. Lady Gaga sigue siendo entretenimiento.

15 de Noviembre de 2013 | 16:24 |
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Mezclar las palabras "arte" y "pop" en un mismo título, en el mejor de los casos se oye redundante, porque según una definición general el pop ya es una forma del arte, y no algo separado de él. O, por último, suena tardío, porque el adjetivo pop fue puesto sobre el arte hace décadas por alguien tan consabido como Andy Warhol, quien por lo demás es citado en la definición previa que Lady Gaga ha hecho de este disco. Según ella, Artpop es un modo de llevar el arte hacia el pop. No hacía falta intentar un marco teórico para el resultado: Por lo pronto Artpop, el tercer álbum de esta cantante estadounidense, es un disco competente y espectacular, en el sentido del espectáculo, que ha sido la constante en su carrera.

Del mismo modo en "Aura", la primera canción del disco, ella canta una letra sobre descorrer los velos y mostrarse desnuda, como eventual evolución tras el personaje al borde de la caricatura que Lady Gaga ha hecho de sí misma desde su aparición, y con sus discos previos The fame (2008) y Born this way (2011). Pero más que desnudez lo que abunda en Artpop es producción, y no hay nada de malo en eso, sino al contrario. Esa pista inicial, "Aura", parte sobre unas bases sintetizadas tan mutantes y elásticas como demoledoras, antes de dar pie a una pausa de horizontes abiertos para una melodía inesperada, entre otros pasajes de una canción vertiginosa. "Venus" avanza luego sobre un pulso confiado, misma pachorra que queda confirmada en "G.U.Y.", y resulta enriquecida por incrustaciones precisas de distintos timbres de sintetizadores y bajos eléctricos en "Sexxx dreams", o de guitarras distorsionadas en "Manicure", coherentes a su vez con una intención más "rockera" en la voz. Todos gestos coleccionados y depurados para el estilo de Lady Gaga.

Punto aparte es esa voz. Metálica y profunda desde la primera canción, se vuelve casi de látex en "G.U.Y.", se duplica en el incitante diálogo inicial de "Sexxx dreams", se aventura luego en el rap de "Jewel's and drugs" o en el dúo con el cantante soul R. Jelly en "Do what u want"; se dobla en octavas simultáneas en "Artpop", se transforma casi en afroamericana en "Swine", y se multiplica en "Donatella", un particular homenaje a su amiga Donatella Versace. Con esa voz Lady Gaga canta sobre sexo en varias de las canciones ya mencionadas, o sobre drogas en "Dope" y en el elogio marihuanero que es "Mary Jane Holland", para terminar el disco en pulso de balada, antes de inyectar una última dosis de adrenalina electrónica en "Applause", con bombos en crescendo, aplausos y ovación general incluida. Es un cierre de año poblado por lanzamientos pop millonarios de la industria disquera global, y si Miley Cyrus en Bangerz ha hecho un intento personal de autoafirmación, y Katy Perry en Prism ha mostrado un afán personal de maduración, Artpop es más simple y poderoso que todo eso, incluso por encima de sus pretensiones artísticas: Lady Gaga sigue siendo entretenimiento.

David Ponce

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