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Cien Años de El Mercurio - Discurso Juan Pablo Illanes, Director Responsable

31 de Mayo de 2000 | 23:24 | El Mercurio Electrónico
Señor Presidente de la República,
Señor Presidente del Senado,
Señor Presidente de la Corte Suprema,
Señor Presidente de la Cámara de Diputados,
Señores Embajadores
Señores Ministros
Autoridades
Señoras y señores:

Juan Pablo Illanes, Director Responsable, El MercurioEs muy grato para mí darles la bienvenida a esta celebración en que conmemoramos los cien años de El Mercurio en Santiago. Quiero agradecerles profundamente que nos acompañen esta noche de tanto significado para todos los que trabajamos en el diario.

Creo que ésta es también una ocasión significativa para la sociedad chilena, puesto que El Mercurio, cuya historia comienza en Valparaíso en 1827, ha estado presente en Chile a lo largo de casi toda nuestra historia republicana.

El centenario de nuestra edición de Santiago, naturalmente nos hace reflexionar sobre nuestro pasado, nos exige un balance de lo que hemos hecho hasta hoy y nos obliga a escudriñar el futuro.

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  • Llega este aniversario en medio de una revolución tecnológica de grandes proporciones y algunos expertos anuncian cambios sociales de tal envergadura, que las experiencias acumuladas podrían tener poca importancia para enfrentar lo que viene. No faltan quienes piensan que la época que comienza significará el fin de la era de Gutenberg y que la palabra impresa, en la cual nosotros hemos sustentado nuestro quehacer, perderá relevancia ante el fenómeno de la comunicación a través de las nueves redes electrónicas.

    En nuestra larga historia, no es ésta la primera vez que se pronostican cambios profundos en las comunicaciones sociales. El Mercurio se fundó en Valparaíso 49 años antes de que se inventara el teléfono, 68 años antes de que apareciera la radio y más de 100 años antes de la televisión. En cada caso se temió por el futuro de los diarios, pero el transcurso del tiempo demostró que cada medio tenía un papel que cumplir en el cual no era fácil sustituirlo.

    Si bien superficialmente un diario no es más que un papel impreso con noticias y comentarios, en la realidad social, es mucho más que eso. Para nosotros, es una organización de personas, un equipo humano que día a día escudriña los más variados y complejos acontecimientos que ocurren en el mundo y luego los pondera, los sopesa y los interpreta para darles un orden y una jerarquía, mediante la cual se pueden explicar y comprender.

    Nuestra tarea se realiza a gran velocidad, siempre contra el tiempo, pero con una frecuencia dada por la sucesión de los días. Otros medios tienen la obligación de dar a conocer los hechos en forma instantánea, sin poder ponderarlos ni jerarquizarlos. Otros, en fin, con ritmos más lentos, pueden desligarse de la noticia y dedicarse al comentario. Pero sólo un diario vive a horcajadas entre la rapidez de los acontecimientos y la necesidad de ordenarlos y presentarlos según una visión del mundo, que es la de sus editores y propietarios.

    Para que un diario tenga algún éxito, debe tener esa visión del mundo; un estilo, una forma de mirar las cosas que ha de estar muy bien fundada. Dicha visión, debe tener una coherencia interna y ha de ser de interés para la comunidad en la que aspira a circular.

    No es fácil desarrollar una concepción del mundo suficientemente coherente y persistente, que se mantenga a lo largo de los años, que sea compartida por los editores y que permita enfrentar todos los acontecimientos y situarlos, día a día, en la medida justa que le corresponden de acuerdo a esa filosofía. Mantener un equipo humano capaz de desempeñarse armónicamente ante la variedad de hechos que se producen a diario no es una tarea fácil. Pero, sí, es necesaria, si el diario ha de tener interés para los lectores, para que ellos conozcan un punto de vista con el cual se puede concordar o disentir, pero que debe ofrecer siempre un alto grado de consistencia.

    Hoy, esa labor culmina en el papel impreso. Sin embargo, no parece ser este aspecto de la esencia de la tarea, aunque podemos agregar que la experiencia demuestra que la palabra impresa ofrece ventajas que serán muy difíciles de superar en el futuro próximo. Para escribir, es necesario pensar primero y la inversión de tiempo la hace quien va a transmitir la información. Quien la recibe, la puede leer en forma muy rápida, a su propio ritmo, en el lugar y en el momento que estime apropiado. No necesita leerlo todo y puede volver sobre lo leído cuantas veces quiera.

    Estimados amigos:

    Estoy convencido de que la función editorial, de seleccionar, jerarquizar y dar una visión coherente de los contenidos, es la principal tarea de un diario y esa actividad, lejos de estar amenazada por los cambios tecnológicos, parece ser cada vez más necesaria ante el flujo abrumador de informaciones que produce la sociedad contemporánea.

    Sin duda, cambiarán muchas cosas en los próximos cien años de El Mercurio, pero iniciamos este segundo siglo con gran optimismo, convencidos de que nuestra tarea editorial será ahora tanto o más necesaria que antes.

    Muchas gracias.

    Juan Pablo Illanes
    Director Responsable El Mercurio

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