LIMA.— El director de la Biblioteca Nacional, Sinesio López Jiménez, insistió el jueves en que tiene evidencias de que hay en la biblioteca de Chile libros peruanos, sustraídos por tropas invasoras chilenas durante la guerra del Pacífico a fines del siglo XIX.
López afirmó que no le anima un deseo de confrontación, sino crear una corriente de opinión favorable entre la intelectualidad chilena y peruana para que Perú recupere los ejemplares perdidos. Dijo que la idea de esta iniciativa se la dio un amigo chileno, cercano al presidente de Chile Ricardo Lagos.
"Lo que está en discusión es si hay libros o no en la biblioteca chilena... en realidad hay una serie de evidencias de que hay libros allí", dijo López a la AP.
Clara Budnik, directora de la Biblioteca Nacional chilena, dijo hace unos días que no había visto "nunca" libros de la Biblioteca Nacional peruana entre los ejemplares de la biblioteca chilena.
Pero López aseguró que el propio subdirector de la Biblioteca Nacional chilena, Gonzalo Catalán, "me dijo que podían darme algunos microfilms de los libros que del Perú tiene la biblioteca chilena".
López señaló que "lo que está en juego aquí es el patrimonio cultural, bibliográfico de un país y la identidad de ese país, y eso no se resuelve con los microfilms, sino con los (libros) originales".
Otra evidencia de la existencia de libros peruanos en la biblioteca de Chile, según dijo López, es que intelectuales peruanos que realizaron investigaciones y consultas bibliográficas allí, le contaron que vieron libros con el sello de la Biblioteca Pública de Lima, como se denominaba antes a la Biblioteca Nacional.
Asimismo, indicó que también habría libros peruanos en librerías antiguas chilenas, puesto que un peruano encontró y compró en uno de esos establecimientos tres ejemplares pertenecientes a la antigua biblioteca peruana, y los donó a la Biblioteca Nacional en Lima.
López dijo que no se sabe con certeza cuántos libros "fueron saqueados" de la biblioteca, pero se estima que serían 30.000 ó 56.000. El catálogo de ejemplares también se perdió o fue destruido.
"Lo único que sabemos es que quedaron 700 libros después de la guerra", indicó, agregando que el patrimonio cultural no puede ser trofeo de guerra, según lo establecen convenios y normas que señala la Unesco.
"Yo se que es una política difícil de cumplir, pero hay que abrir las puertas de la negociación para lograrlo", anotó.