SANTIAGO.- La visita del Papa Juan Pablo II a Chile hace 18 años, en abril de 1987, "fue un grito de libertad" para los 15 millones de chilenos en los duros años del gobierno del general Augusto Pinochet (1973-1990), recordó este sábado el diplomático chileno, Javier Luis Egaña.
"Su visita tuvo una influencia fundamental en el retorno a la democracia, porque fue la primera vez que el pueblo pudo salir a las calles, y pudo celebrar, y pudo cantar", dijo Egaña, uno de los principales anfitriones designados por la Iglesia Católica cuando el Papa permaneció seis días en Chile.
Según Egaña, en cada uno de sus 30 discursos, el Papa repitió sus llamados a la reconciliación, la paz, la solidaridad y al respeto a los derechos humanos. Pidió rechazar la violencia y el terrorismo, en clara alusión a los hechos ocurridos durante el gobierno de Pinochet.
Casi ocho años después, Egaña volvió a encontrarse con el Pontífice, cuando en febrero de 1995 le presentó sus cartas credenciales como embajador de Chile, ahora con su democracia restaurada.
"Y él recordaba perfectamente esa visita, que para nosotros fue un grito de libertad", agregó Egaña.
La presencia del Papa en el Estadio Nacional ante 80.000 jóvenes fue todo un símbolo en un recinto que en 1973 se convirtió en el mayor campo de tortura y muerte tras el golpe de Estado que encabezó Pinochet.
"Ahora, en este estadio, lugar de competiciones, pero también de dolor y sufrimiento en épocas pasadas, quiero volver a repetir a los jóvenes chilenos: ¡Asumid vuestra responsabilidad!", dijo Juan Pablo II en medio del silencio receptivo de sus interlocutores.
En su encuentro con 600.000 habitantes de barrios marginales en el Parque La Bandera, escuchó sus quejas por las violaciones a los derechos humanos y entregó un mensaje de aliento.
"Vuestro clamor de esperanza ha llegado a mis oídos (...) Contad siempre con esta solicitud maternal de la Iglesia, que se conmueve ante vuestras necesidades, por vuestra pobreza, por la falta de trabajo, por las insuficiencias de educación, salud y vivienda; por el desinterés de quienes pudiendo ayudaros, no lo hacen", dijo Juan Pablo II.
El momento más tenso de la visita fue la "Misa de la Reconciliación" ante unos 500.000 fieles congregados en el Parque O’Higgins de Santiago, cuando grupos de manifestantes lanzaron consignas contra el régimen de Pinochet y la Policía irrumpió para reprimirlos con gases lacrimógenos.
El gas y las barricadas de fuego enrarecieron el ambiente, mientras el Papa se arrodillaba ante la multitud.
"¡El amor es más fuerte!", repitió con fuerza una y otra vez, en medio del desconcierto.
En la austral ciudad de Punta Arenas elevó una acción de gracias por el feliz término de la mediación que en diciembre de 1978 ayudó a evitar una guerra que parecía inminente entre Chile y Argentina, por el centenario diferendo limítrofe del Canal de Beagle.
Pero figura del Papa también fue aprovechada por Pinochet, cuando ambos se entrevistaron en el palacio presidencial de La Moneda. Al concluir su encuentro privado, Pinochet lo invitó a uno de los balcones.
"Su Santidad, hay gente en la plaza que lo quiere ver", dijo Pinochet saliéndose del protocolo. El Papa accedió y ambos aparecieron ante una multitud de partidarios del régimen militar reunidos desde horas antes en la Plaza de la Constitución.
Pinochet utilizó más tarde esa imagen en sus campaña del año siguiente, cuando convocó a un plebiscito para que los electores aprobaran con un "Sí" su propuesta de continuar en el poder, pero el 56% de los votantes se pronunció por el "No" y el régimen militar debió organizar elecciones libres que marcaron la restauración de la democracia.